Capitulo 35

2.2K 288 44
                                    



Me quise poner de pie y huir de allí pero ya era demasiado tarde.

Tomás llegó con la respiración agitada intentando disimularlo en vano y nos saludó con un apretón de mano, primero a Nano después a mí. Estaba vestido con la misma ropa del día anterior así que supuse que no había dormido en casa e intenté con fuerza reprimir la respuesta más obvia de dónde había pasado la noche pero no pude y el mal humor se apoderó de mí.

–¿Qué estaban haciendo?

–Pasando el rato –respondió Nano con incomodidad. Algo me decía que pensaba que Tomás iba a encontrar de mal gusto nuestro encuentro; después de todo Nano siempre había estado de su lado.

–Oh, me quedaré con ustedes entonces.

–Yo me estaba yendo –me apresuré a decir simulando una sonrisa. –No es por ti, ya te había dicho que me iba ¿O no?

–Sí. Tiene que hacer unas cosas de las que no me quiso decir –dijo el chico simulando estar molesto.

–Oh... Yo –Tomás carraspeó antes de continuar –necesito que hablemos Rocco. ¿Puedes?

–No, ahora no puedo.

–Por favor.

–Lo lamento, no puedo –insistí notando la incomodidad de Nano. –No es porque te hayan visto besándote con Tiziano anoche –dije captando la mirada de ambos, la de mi compañero sorprendido, la de Tomás horrorizado. –No es por eso, es sólo que me comprometí con unos compañeros para estudiar juntos y todavía ni siquiera fui a casa.

–Oh –mi ex tragó saliva y carraspeó con incomodidad. –Creí que Ignacio te había llevado a casa.

Negué sin decir nada y les di un apretón de mano a cada uno antes de darles la espalda comenzando a caminar deprisa porque sentía que unos minutos más allí me traerían el recuerdo patente de Tomás y Tiziano besándose apasionadamente como si no hubiera mañana.

Sin embargo cuando llegué a la puerta de mi edificio Tomás me empujó ingresando conmigo y me indicó con amabilidad que vayamos a mi apartamento. No hablamos durante los pisos que subimos, ni cuando ingresamos tampoco.

Yo tomé el teléfono y simulé escribir mensajes, la verdad es que no tenía planes para ese día, pero pasar lo que restaba de él con Tomás no era lo que me hubiera gustado.

–Así que... –levanté mis ojos a él y lo noté incómodo.

–Tomás, no dramaticemos esto. Te estabas besando con Tiziano. Supongo que sabes lo que se siente ya que tú dices que me viste con Demian. Así que está bien –digo con frialdad aunque por dentro quería romper en llantos. Él sólo me miró. –Tú terminaste conmigo, no pretendo que me des explicaciones. Si quieres estar con él está bien, supongo. Ya que no te pude obligar a quedarte conmigo no pretendo que te quedes solo.

–Sólo quería decir que lo siento.

–No tenías que seguirme y asaltarme en la entrada de mi edificio para eso. Ya te dije que está bien –dije prendiendo un cigarrillo en la sala. Yo nunca fumaba dentro de casa. –La última vez que hablamos te dije que si Tiziano te hacía sentir como yo me alejaría. Lo voy a hacer.

Lo miré fijamente a sus ojos cuando acepté que lo dejaría en paz y no vi ni una reacción ellos. Tardó unos segundos en asentir y bajé mis ojos al cenicero porque quería llorar. Él no había negado el hecho de que su nuevo amante le hacía sentir lo que yo anteriormente.

–Así que... te puedes ir ahora –continué con voz firme.

–¿No podemos charlar un poco más?

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora