Especial Parte 1

2.3K 270 25
                                    


Especial Ignacio

Siempre me he considerado una persona "relajada". No me gusta meterme en la vida de los demás y no me gusta que se metan en mi vida, algo atendible visto y considerando que me crié en una casa donde vivían 7 personas. Había entendido que las cosas son más simples de esa manera y me había funcionado bastante bien durante mucho tiempo, pero ahora comenzaba a sentir por primera vez que si no era yo quién hacía algo, todo se saldría de control.

El día en que Rocco llegó a la vida de Tomás de inmediato me di cuenta que había algo extraño en la manera en que mi amigo miraba al muchacho. No soy idiota, pero muchas veces lo simulo. Por eso no dije nada. No era asunto mío.

Él y Nano hablaban mucho del "chico nuevo" pero sinceramente no estaba interesado, en realidad, mientras menos tuviera que ver con una relación aparentemente homosexual mejor para mí y mi vida. Mi familia es católica apostólica romana y no sé cuántos títulos más, por lo que esas cosas siempre fueron vistas como algo aberrante y de lo que no se podía hablar bajo ninguna circunstancia; es por eso que al principio la idea de Rocco en nuestro grupo me parecía absolutamente inaceptable aunque nunca lo hubiera dicho en voz alta.

Sin embargo con el pasar de los meses las cosas fueron cambiando para mí. Tomás lo miraba de una manera que muy pocas veces había visto en las parejas, y Rocco,cuando creía que nadie lo observaba, lo miraba de la misma forma. Eso era amor, el más puro amor que jamás había visto.

Cuando Tomás nos dio la noticia de que finalmente ellos eran una pareja (rara, complicada y dramática pareja), sólo les dije que estaba bien, pero nada más. No me metería en sus problemas ni haría algún festejo por ello tampoco.

Nos mudamos a la gran ciudad para continuar nuestros estudios y mi relación con ellos se fortaleció mucho más debido a que éramos siempre nosotros tres y esporádicamente Tiziano. Pero nunca, nunca en ningún momento de nuestra amistad vi que ellos se besaran o se tocaran de más en frente mío; ellos sabían cuál era mi posición y la respetaban aunque nunca lo hubiéramos hablados. Eso sin contar que Rocco es muy reservado con ello también.

Por eso fue que cuando vi a Tomás besándose con Tiziano me quedé helado. No sentí lo que se pensé que sentiría en esa situación, siempre me imaginé asqueado y furioso, pero no... lo que sentí fue extrañeza, eso no estaba bien, Tomás y Tiziano sólo eran amigos. Tragué saliva y saqué a Rocco de la escena porque sinceramente su rostro decía más cosas de las que a él le hubieran gustado que la gente supiera.

Sabía de la situación por la que Rocco y Tomás estaban pasando por boca de Nano, pero sabía que él no era objetivo y siempre lo culparía a Rocco. La verdad era que ante lo que acaba de ver no sé quién era más culpable, si Rocco por anteponer a otro hombre o Tomás por besarse con su mejor amigo.

Pensar que me pareció una locura cuando Rocco nos dijo que eso estaba pasando...



Luego del espectáculo de besos brindado por nuestros amigos, tomé a Rocco y lo obligué a ir conmigo a un bar. Ese día los tragos para borrar aquel mal recuerdo correrían por mi cuenta.

Rocco no dijo nada cuándo llegamos y sólo se dedicó a tomar un trago tras otro por mucho raro. Mientras tanto mi teléfono no dejaba de vibrar en mi bolsillo pero no quería atender: si era Tomás no quería que me llene de preguntas referidas a Rocco porque obviamente lo hacía por amabilidad y no porque realmente le importara; si era Tiziano ni siquiera me enteraría de qué era lo que querría porque tenía muchos insultos para él. Y si era Nano no quería invitarlo a beber con nosotros, él siempre había estado de parte de Tomás, y Rocco no necesitaba a alguien que le recordara que el alejamiento de Tomás había sido su culpa, no lo necesitaba por lo menos en ese momento.

–¿Por qué no contestas tu teléfono? –consultó Nano acercándose a Rocco y a mí cuando nos encontrábamos compartiendo un cigarrillo en el patio del bar donde habíamos ido. Él estaba bastante borracho y tenía labial en su cuello que se notaba un poco menos que la marca roja en su cara: le habían pegado.

–¿Necesitabas apoyo en una pelea? –quise saber burlón. Nunca me había gustado que se metiera en pleitos, siempre creí que al llegar a la universidad se calmaría un poco pero al parece me había equivocado bastante.

–¿Esto? –señaló su mejilla. –Nha... esto lo hizo una chica.

–¿La misma del labial en tu cuello? –Rocco captó la mirada de Nano que aparentemente no lo había notado. Inmediatamente su rostro se endureció y bufó con fuerza. –¿Qué?

–¿Por qué estás aquí?

–Yo lo invité –interrumpí. –Rocco Necesitaba un poco de olvido líquido.

–Pensé que habías venido con Tiziano y Tomás... digo, salimos con ellos después de todo, no con Rocco.

–Tus amigos tenían otro planes –dijo el chico herido de mala gana. –Pregúntale a Ignacio si no me crees... –bajó la mirada y sentí lástima por él. Realmente ese muchacho tenía el corazón hecho trizas. No sólo había terminado una relación hace poco, sino que sus dudas habían sido despejadas de la peor manera.

–¿Qué pasó?

–No hablemos de eso por ahora...

–¿Por qué no? –increpó Rocco borrando todo rastro de tristeza de su cara. Infló el pecho y me miró desafiante. –Que no lo digas en voz alta no lo hace menos real –tragó saliva y miró a Nano. –Encontramos a tus amigos a los arrumacos en la fiesta.

–¿Arrumacos? –consultó un poco perdido.

–Se estaban besando apasionadamente ¿Tenías que hacérmelo decir? –otra vez bajó la vista con dolor en su rostro pero se recuperó un poco más rápido. –Quiero seguir bebiendo, quizás me de coraje para buscar a otro muchacho en este bar... digo, si a Tiziano no se le notaba, quizás haya más homosexuales de los que me puedo imaginar.

–¿Besándose? –continuó Nano. Al parecer él estaba un poco drogado además de borracho. Asentí cuando su mirada me interrogó.

–Sí, besándose –respondió Rocco. Hizo un escáner descarado de mi amigo y sonrió burlonamente. –¿Tú no estarás disponible no Nano?

–Oye... –advertí. No necesitaba que se pelearan en ese momento, ambos estaban fuera de sí mismos y no era una novedad que actualmente no se llevaran del todo bien. –Vamos a beber un poco más...

Ninguno de los dos dijo nada y volvimos dentro de un bar donde nos ubicamos en una mesa un poco apartados. La mesa la eligió Rocco y me di cuenta inmediatamente que buscar un amorío de una noche era en lo último en lo que pensaba en ese momento.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora