Capitulo 47

2.4K 251 17
                                    


Maratón Extra 1

Olvidé de pasar a comprar comida. Llegué a casa y me desmayé en mi cama intentando en vano no pensar en lo que había pasado hacía unos minutos.

Yo lo tenía todo claro. Había vuelto decidido a hablar con Rocco, intentar arreglar las cosas, decirle que nosotros nos amábamos, que no podíamos estar separados, que sólo era una crisis que podríamos superar. Pero no. Había terminado por arruinar todo más de lo que anteriormente estaba.

¿Qué andaba mal conmigo? ¿Por qué Rocco no podía poner un poco de su parte también? A pesar de haber terminado definitivamente conmigo yo sabía que él aún me amaba. Esperaba que fuera así...

Durante el día siguiente, intentando despejar un poco mi cabeza cité a Nano para poder hablar de su situación. Él se mostró bastante desinteresado y pospuso nuestro encuentro durante casi una semana inventando que tenía que estudiar para tal o cual parcial. Si bien era cierto que estábamos en épocas de parciales y que yo también estaba estudiando, su manera de esquivarme era demasiado obvia.

El viernes por la tarde me acerqué a su casa. Me presenté si avisarles nada y fui recibido por la mala cara de Ignacio que me dejó pasar pero ni siquiera me miró demasiado. Él se fue a la cocina y nos dejó solos en el comedor.

Nano me sirvió un jugo y puso una película. Obviamente no hablaría conmigo de lo que le pasaba con Ignacio en el mismo espacio físico así que me ocupé de hablar de la facultad, ayudarlo con algunas cosas e indicarle lo más importante de cada materia que le faltaba rendir hasta que Ignacio avisó que iría por algo para la cena.

–Bien... ahora sí, cuéntame, ¿Qué está pasando contigo?

–¿Conmigo? ¿En qué sentido?

–No te hagas el idiota Nano, tú sabes de lo que hablo –insistí pero él sólo sostuvo mi mirada. –Me enteré que perdiste tu trabajo y no es algo reciente. Entonces me pregunto ¿Cómo es que puedes seguir mantiéndote aquí? A pesar de que sé que Ignacio no tendría problemas con ayudarte, sé que no has requerido su ayuda.

–¿Lo sabes? Me sorprendes porque en realidad hace mucho que no hablas con nosotros y te la pasas metido con Tiziano.

–Hace mucho que no veo a Tiziano, sólo para que conste, y no me cambies de tema, sé que estás tratando de hacer eso.

–No estoy tratando de hacer nada –suspiró. –No sé que es lo que insinúas Tomás, pero te voy a pedir que seas claro. Es obvio que estabas esperando que Ignacio se marche pero te recuerdo que no tarda en volver.

–¿Cómo te has mantenido estos meses?

–Bueno, es cierto que perdí mi empleo, hace bastante –dijo prendiendo un cigarrillo y acomodándose relajadamente. –También es cierto que Ignacio no lo sabe, tú sabes que él es super protector conmigo y no quiero molestarlo. Pero hice ahorros durante estos meses de trabajo Tomás, y mis padres me están ayudando también... ahí tienes tu respuesta.

–Siento que me estás ocultando algo.

–Se claro –dijo de mala gana fulminándome con la mirada.

–Me dijeron que te han visto con algunas... -tragué saliva, si yo había entendido bien lo que Tiziano había dicho no era nada bueno y no sonaría para nada bien –que te han visto con algunas mujeres mayores.

–¿De qué estás hablando?

–No lo sé –froté mi frente, yo estaba insinuando que mi amigo hacía "ese tipo de trabajo", no era nada fácil. –La persona que me lo dijo insinuó que quizás

–¿Qué quizás me estoy aprovechando de esas mujeres mayores? ¿Qué les estoy quitando su dinero?

–No –dije de inmediato –eso no es lo que estoy

–¿Me estás tratando de ladrón?

–¡Por dios santo no!

–Porque suena a que estás diciendo eso –apagó el cigarrillo a medio fumar. –Pensé que me conocías Tomás, pensé que sabías que yo era cualquier cosa menos un ladrón.

–¿Cómo esto giró hacia este lado?

–Sí, he salido con esas mujeres pero ¿pensaste que quizás sólo me gustan mayores? –se puso de pie y fue a la puerta. Que me echen de todos lados se me estaba haciendo cada vez menos extraño. –No quiero hablar contigo por ahora. Vete.

–Nano.

–¿Qué está pasando? –consultó Ignacio con pastas en sus manos mirándonos primero a uno luego al otro.

–Tomás se estaba yendo. Se acordó que tiene una vida en la que meterse y algunas materias que aprobar.

–Nano –repetí acercándome a ellos e indicándole a Ignacio que continúe su camino. –Lo lamento, no quise que pensarás que yo estaba insinuando eso.

–No lo pensé... lo estabas haciendo.

–No estaba tratando de preguntarte si tú –me detuve. ¿Qué pasaría si le dijera que quería preguntar si él estaba teniendo sexo por dinero? ¿Acaso no sería peor? –Como sea. Lo lamento. Hablaré contigo cuando estés más calmado ¿De acuerdo?

Nano no respondió. Ni siquiera me miró a los ojos ni respondió el apretón que le di en su hombre en forma de despedida. Simplemente cerró con un fuerte golpe luego de que puse un pie fuera del lugar.

Otra vez la había cagado. Otra vez con otro de mis amigos. Y no quería hablar con Ignacio por lo pronto, sentía que a él ya lo había perdido hacía mucho tiempo atrás, tenía miedo de que termine de cofirmármelo.

Apenas salí a la calle llamé a Tiziano. Era cierto que no lo había visto en días pero seguíamos escribiéndonos o llamándonos, menos a menudo que de costumbre, pero teníamos algo de relación que podíamos salvar. Por suerte él ya no había insistido con su enamoramiento para conmigo y eso era algo bueno, pero él estaba distante y eso no podía negarlo.

Le conté que hablé con Nano y que por poco me golpea por mis estúpidas y malentendidas declaraciones. Le dije con lujo y detalle todo lo que había pasado entre nosotros y, luego de pensarlo durante varios minutos, dijo que debíamos hablar con Ignacio.

Traté de convencerlo que quizás él estaba en un error, pero me dijo que aunque lo estuviera (cosa que él no creía) debíamos decirle a Ignacio porque él sería el único capaz de sacarle toda la verdad. Era mejor prevenir que lamentar.

Así que así lo hicimos, comenzamos nuestro interminable intento de comunicarnos con él dando por resultado cero respuesta. No sé porque pero no estaba ignorando, a ambos.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora