Capitulo 39

2.4K 280 36
                                    


Bailamos por mucho rato. Lucy no tenía vergüenza de nada y en un momento llegó a ser el centro de atención a mucha gente a su alrededor que festejaba sus ridículos bailes; varios muchachos la invitaron a bailar pero ella los rechazó preguntándoles si alguno no quería bailar conmigo. Yo sólo los miraba con cara de disculpas y ellos reían antes la "divertida broma" de la chiquilla.

Luego de unos minutos decidimos regresar para poder beber algo. Lo único malo de ese lugar es que era de dimensiones diminutas lo que provocaba aglomeramiento de gente generando mucho calor, lo que para esa época del año era extraño.

Regresamos encontrándonos con un clima aún más incómodo que el que habíamos dejado cuando nos fuimos. Ninguno de los dos muchachos hablaba y los otros dos aún no regresaban. Lucy me dejó con ellos y fue en busca de bebidas, incluso le compró un agua a Nano regañándolo por el estado en el que se encontraba; claro que mi amigo no dijo nada y apenas la miró cuando recibió la botella.

–Él lo sabe –dijo Nano aprovechando la distracción de Tomás y Lucy quienes reían de unos hombres mayores que bailaban en la pista, tratando de "mostrarse en la onda". Ahora parecía que Lucy quería entablar conversación con él... no es que molestara, pero se sentía como si estuviera traicionándome, aunque seguramente sólo estaba aburrida.

–¿Quién sabe qué?

–Tiziano. Me ha visto en algunas de mis salidas y sé que algo sabe –suspira con cansancio. –Tengo miedo que le diga a Ignacio.

–Pero tú se lo ibas a decir de todas maneras ¿No?

–No. Le iba a decir que me volvía a casa, él no debía enterarse de lo demás.

–No creo que debas preocuparte por eso Nano –lo consolé palmeando su espalda porque él se veía realmente afligido. –Ignacio no dirá nada, tú sabes cómo él.

–Yo sé como es, el que no lo sabe eres tú. ¿Te olvidas de la familia de la que él viene? –quiere saber con enojo. Por supuesto que no me olvidaba, pero Ignacio no tenía su mente tan cerrada. No haría un escándalo por aquello. –Me echará de casa.

–Estás exagerando.

–No. Estoy siendo realista –tomó de mi trago a pesar de la mirada de advertencia de mi hermana. –Bueno, de todas maneras no me quedaría mucho más, pero no quería que nuestra amistad termine así.

–Eres tan dramático –reí para tranquilizarlo pero él siguió con su semblante serio y preocupado. –Quizás sólo están charlando de otras cosas. Hasta que no regresen no lo sabremos, trata de distraerte mientras tanto.

Pero no lo hizo. Siguió mirando su teléfono por mucho rato, marcando y remarcando el número de Nacho hasta que se puso de pie de un salto cuando vio arribar a ambos muchachos con paso tranquilo y un trago en sus manos.

Llegaron como si nada hubiera pasado y yo apreté el brazo de Nano en forma de aviso: Tiziano no sabía nada y no había nada que le pudiera haber dicho a Ignacio.

–¿Dónde se habían metido? –consultó Lucy con fastidio. Tiziano la estudió unos segundos hasta darse cuenta de quién se trataba y le sonrío amablemente.

–Oh, tú sabes, estábamos hablando de la facultad y de pronto se acercaron unas muchachas y nos distrajeron unos minutos.

Mentira. Eso era una gran mentira y lo sabíamos.

–Unos minutos –rezongó Nano de mala gana. –Ya van a ser las 5 de la mañana, se suponía que habíamos salido para pasarla bien.

–¿Acaso no sabes divertirte sin nosotros?

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora