Capitulo 3

2.6K 334 83
                                    

Un silencio fatigoso inundó la habitación mientras él ingresaba y se sentaba incómodamente en el sillón en el que tantas veces nos quedamos mirando algún programa tonto o sólo hablando hasta que caíamos dormidos.

Yo me senté frente a él, en el sillón individual y le di un trago al café frío. Apenas estaba respirando, esta vez porque su aroma había llenado el lugar y yo no necesitaba recordarlo justo ahora que había dejado de necesitarlo tanto.

–¿De qué quieres que hablemos? –quise saber. Contra más rápido hiciéramos eso mejor sería.

–¿Enserio estás preguntando eso Tomás? –lo miré alzando las cejas ¿Es que acaso él tenía algún problema de audición?

–Claro que sí, creí que había quedado todo más que claro entre nosotros.

–Oh... discúlpame por no entender que llegaras un día y termines conmigo así como si nada. No sé para ti, pero para mí un "Terminemos, no podemos seguir así" y un "Vete de mi casa" no son una explicación suficiente –dice de mala gana apretando tanto sus manos que veo cómo sus nudillos se ponen blancos. –Te di tu espacio estas dos semanas pero necesitamos hablar.

–Yo ya hablé contigo.

–Sí, y no entendí nada de lo que dijiste.

–¿No entendiste y aún así te presentas al día siguiente con tu nuevo novio frente a toda la facultad? No me jodas –pido de mala gana apunto de pararme y sacarlo a empujones de mi casa.

–Demian no es mi nuevo novio. Él es sólo un amigo.

–Yo no beso a mis amigos Rocco y no me trates de idiota, no lo merezco.

–Ese día viste lo que quisiste ver Tomás –dice de inmediato. –Demian y yo no nos estábamos besando, sólo hablábamos; estábamos demasiado cerca lo admito, pero crees que estaría besándome con otra persona apenas unos días después de que tu terminaras nuestra relación de dos años. ¿Por quién me tomas?

–No fueron unos días Rocco –suspiro sosteniendo mi cabeza porque sentía que pesaba toneladas. No quería hablar de eso porque dolía, dolía saber de los sentimientos del chico que amaba antes de que él siquiera los notara. –Desde que conociste a ese muchacho que todo comenzó a cambiar.

–No delires Tomás, en serio, tus celos me asustan.

–Rocco, escucharte hablar diariamente de lo que Demian hacía o dejaba de hacer era frustrante porque por más que yo hiciera el doble de las cosas para que me notaras, para que hablaras de mí no lo hacías –largo con enojo conteniendo las lágrimas. –¿Sabes lo duro que fue para mi tener que presentarme con él porque tú habías olvidado de mencionarme?

–Ya te explique que...

–¿Qué? Que luego de seis meses en los que tú me bombardaste con información de él no pudiste siquiera mencionarme una vez aunque fuera diciendo que era un amigo tuyo...

–Estás exagerando las cosas.

–Llámalo cómo quieras Rocco pero él te deslumbró desde el primer momento e hice todo para salvar nuestra relación y aún así no pude. Todo el tiempo hablabas de él: durante el desayuno porque Demian te había dicho que en sus vacaciones había ido a ese hotel donde servían ese jugo de aquella fruta extraña; durante el almuerzo porque Demian ama almorzar en el parque al aire libre; durante la merienda porque Demian no merienda sino hasta la noche que es igual a su cena que le gusta tenerla temparno porque se duerme antes de las 10 dado que se levanta a las 6 de la mañana; y Rocco –lo miro y no limpio mis lágrimas porque no estaba avergonzado de sentirme herido –durante el sexo porque Demian te contó que una de sus fantasías era tener sexo con alguien en el baño de un avión.

–Tomás no lo hice

–¡Sé que no lo hiciste apropósito maldita sea! –exclamo con furia, porque eso era lo que más dolía: que él se haya enamorado y ni siquiera lo supiera. –¿Cuánto más crees que podíamos seguir juntos si mientras yo te hacía el amor tú pensabas en las fantasías de Demian?

–No... Tomás... yo no...

–No estoy bien sin ti Rocco, no pienses que estoy bien porque es evidente que no lo estoy. Pero créeme que no estaba mejor antes porque a pesar de estar juntos estabas todo el tiempo pensando en él y era aún más doloroso –dejo la taza en la mesa porque sé que explotará en mis manos de no hacerlo y dirijo mis ojos a su rostro que está incrédulo. –¿Crees que podíamos seguir una relación así?

–Tomás yo te amo, Demian y yo somos sólo amigos, no creo que haya sido para tanto lo que hablé de él para que tú llegues a esa conclusión...

–¿En serio Rocco? ¿En serio piensas que terminé contigo por mis celos enfermizos y mis rápidas conclusiones? –niego abatido con la cabeza. –Eres tú el que no te das cuenta de las cosas, tú ya no me amas, me quieres probablemente pero no es amor y yo no voy a obligarte a estar conmigo.

–No estabas obligándome ni nada de eso.

–Lo hubiera hecho de seguir con todo esto. Rocco, ninguno de tus amigos saben quién soy, cada vez que conozco a uno debo presentarme porque tú no hablas de mí y pasábamos mucho tiempo juntos. ¿Qué les decías cuando preguntaban qué hiciste el fin de semana? O ¿El viernes por la noche? Tú no me mencionaste nunca –lo acuso porque eso era una de las tantas cosas que odiaba. –Esta bien que quieras... que en ese entonces querías preservar tu orientación sexual pero podías decir por lo menos estuve con mi amigo Tomás mirando unas películas, o algo, no lo sé.

–¿Por qué dices en ese entonces Tomás?

–Porque evidentemente ahora no te importa si es con Demian. Todo el mundo sabe que ustedes están de novios –continúo enojado. Varios de mis amigos lo habían mencionado, todo el mundo estaba feliz por la nueva pareja. –No son inventos míos Rocco pero sí fui el primero en darme cuenta

–No importa lo que te diga ¿No? No me creerás que te amo y que él es sólo mi amigo –no respondo porque él sabe la respuesta. –¿Qué debo hacer para que me creas?

–Nada... no hay nada que puedas hacer porque como siempre estás mintiéndote a ti mismo.

–¿Cómo siempre?

–Rocco tardaste casi un año en admitir que me querías como algo más que como amigo. No te das cuenta pero a ti te pasan cosas con ese muchacho y yo no voy a seguir contigo sabiendo eso. ¿Quieres hacer algo para que te crea? –asiente esperanzado. –Deja de pensar en cómo arreglar lo nuestro y piensa porqué terminamos, aclara tu sentimientos tanto por él como por mí... tomate el tiempo que sea necesario y luego hablamos.

–¿Aún estarás esperándome? –consulta con la voz quebrada. Le sonrío negando con la cabeza y unas lágrimas escapaban de sus ojos.

–No hará falta pequeño, tú ya no me amas a mí.    

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora