Capitulo 29

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Pasé por su lado para volver a la cocina ya que la habitación me resultaba altamente peligrosa y apagué el fuego de la salsa.

–Te dije que no tengo hambre, no hace falta.

–Y dije que yo sí –insistí dirigiéndome a sacar los platos de la alacena. Pero Tomás se paró junto a mí e intentó detenerme. Lo miré con cuidado cuando sentí mi respiración pesada debido al contacto de su mano con la mía y me encontré con sus ojos indecifrables. Permití que la vuelva a su lugar, al lado de mi cuerpo ,sin quitar mis ojos de los suyos y me apresuré a entrecruzar nuestros dedos cuando él quiso soltarme. –Te extraño tanto Tomás...

–Rocco –advirtió él en un susurro cuando me acerqué un paso. Tragué saliva, ese iba a ser un movimiento arriesgado pero debí hacerlo, a pesar de todo, quería hacerlo.

Me acerqué aún más hasta que entre nuestros cuerpos no quedara ni un centímetro de espacio y llevé mi rostro al suyo dejando nuestras mejillas rosándose; lo podía sentir temblar, su mano temblaba en la mía y su cuerpo emitía vibraciones recibidas por mí. Yo sabía que él aún sentía muchas cosas, inclusos tantas como yo, pero no sabía si lo que estaba haciéndole en ese momento era justo, aunque en realidad no me importaba demasiado. Yo quería besarlo en ese mismo momento.

–Sí tu admites que Tiziano te hace sentir como yo, entonces me alejaré Tomás, pero sino no lo haré –murmuré a apenas un centímetro de su boca. Él me miró fijamente y tragó saliva antes de mirar mis labios dándome el permiso que tanto estaba esperando.

Uní nuestros labios soltando su mano para comenzar a dirigirlo a la silla donde lo obligué a sentarse para poder ponerme a horcadas sobre su cuerpo.

En un principio su respuesta fue distante y austera, pero no pasó mucho hasta que sus manos se apretaron en mi cintura para acercarme aún más a él. Realmente lo había extrañado tanto que dolía en mi pecho a medida que el beso se extendía y me hacía recordar que esos labios ya no eran sólo míos.

Puse mi mano en la marca que Tiziano había hecho y la acaricié pensando incrédulamente que la haría desaparecer. Tomás no pareció darse cuenta de ello y fue él quien se dirigió a mi cuello para comenzar a besarlo con intensidad mientras sentía cómo la temperatura comenzar a subir; apenas lo separe para desabotonar un poco su camisa y llevé mis manos a su pecho que irradiaba calor.

–Espera espera –pidió con prisa y la respiración agitada. Lo miré tragando saliva e intentado en vano calmar mi propio corazón. –No podemos...

–¿Por qué? –quise saber acariciando su rostro y mirando sus hermosos ojos. Él no contestó, jaló de mi nuca y volvió a mis labios. Literalmamente devoró mi boca mientras mis manos comenzaban a bajar de su pecho al botón de su pantalón.

Tomás me apartó con cuidado sólo para tomarme por las caderas y subirme a la mesa. En ese momento pensé en la buena idea que había tenido de retirar las cosas unos minutos antes, sino aquello habría sido un condenado desastre.

Me acerqué más a él cruzando mis piernas por detrás de su cadera y él procedió a empujar mi cuerpo hasta dejarme recostado en el mueble mientras sus manos iban a mi remera. Dejé que me la quite, allí hacía demasiado calor y yo quería sentir su cuerpo a medio descubrir; sonreí cuando sus besos descendieron de mi cuello a mi torso y sentí sus manos intentando desabotonar mi pantalón.

Pero entonces, en ese momento, algo comenzó a vibrar en mi pierna. Algo en su bolsillo llamaba silenciosamente por él. Lo miré alzando las cejas pero él apenas sonrió cuando lo sacó de su bolsillo sin prestarle mucha atención y lo dejó a un lado antes de volver a mis labios que lo esperaban ansiosos.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora