Capitulo 34

2.2K 277 10
                                    


Ignacio no tardó en despertarse, la verdad es que creo que no estaba dormido del todo y sólo trataba de ignorarnos, pero no fue algo que comentara en voz alta.

Comimos del almuerzo improvisado que había preparado y luego me ofrecí a caminar un rato con ellos con la excusa de ir a comprar alimentos dado que ya no tenía. Si bien era cierto que no tenía nada en mi casa no fue por eso que salí. Sino que esperaría a Nano en una plaza cercana a su departamento para poder hablar tranquilamente con él.

Cuando arribó se sentó a mi lado sin mencionar ni una palabra. Luego de 2 cigarrillos suspiró profundamente y se recostó dándole la cara al cielo despejado de esa tarde.

–Este va a ser mi últimos mes aquí.

–¿Qué? –consulté por inercia. De todo lo que pensaba que podría decir, aquello ni siquiera había pasado por mi cabeza.

–No encuentro trabajo desde principio de año y mis padres no pueden ayudarme con el dinero. Lo estuve pensando mucho y la verdad es que no puedo mantener la carrera.

–Pero tú sabes que Ignacio

–Sé que Ignacio no cree necesario que pague el alquiler y hasta creo que no tendría problema de correr él solo con los gastos del departamento, pero no es la idea... no quiero que además de todo lo que él ha hecho por mí ahora tenga que pagarme mis estudios –dijo rápidamente como si aquel discurso lo tuviera preparado. No para mí por supuesto, para alguien más.

–¿Qué pasó en casa? Tus padres te han ayudado un poco ¿Por qué ahora no? Ellos saben que te va bien no veo porque no pueden...

–Porque no pueden –suspiró con desgano y se inclinó para esconder su rostro entre sus manos. ­–Mi abuela falleció hace unos meses...

–¿Q-qué? –tartamudeé. ¿Por qué no me había enterado de eso? ¿Acaso alguno de los muchachos lo sabían?

–No quise decirles nada porque todos estamos con muchos problemas, no quería preocuparlos con eso.

–¿No le dijiste a nadie? ¿Ni siquiera a Ignacio? –negó con su cabeza. –Lo lamento.

–Está bien, ella ya era bastante mayor... –tragó saliva y sacó otro cigarrillo. –La cuestión es que mis hermanos volvieron a casa. Tú sabes, ellos son tres, mamá tiene un sueldo bajo y el trabajo que consiguió papá está bien pero no parar poder hacerse cargo de tres niños y además ayudarme con la facultad.

­–Nano ¿pero has buscado trabajo?

–Claro que he buscado pero no me sale nada, de hecho estoy dispuesto a sacrificar materias para poder tener más flexibilidad horaria, pero aún así no me llaman de ningún lado –rezonga volviendo a poner su rostro hacia el cielo. –He estado haciendo malabares con el dinero que tenía ahorrado, pero ya no me quedan más ahorros. El mes que viene ya no podré pagar el alquiler y ni hablar de ayudar con la comida y las cosas de la casa.

–Pero Ignacio...

–Ya te dije que sé que no tendrá problema con eso, pero no quiero presionarlo con mis problemas –suspiró y se mantuvo en silencio unos segundos. –No tengo pensado decirle cuáles son los motivos reales de mi partida, espero que guardes mi secreto.

–Por supuesto, es decisión tuya aunque yo no esté de acuerdo –me apresuré a decir pero él ni siquiera estaba escuchando. Tenía su mirada fija en el cielo y yo sabía que había algo que no me estaba diciendo pero no quería presionarlo. –¿Qué le dirás?

–No lo sé... que la carrera no era lo que yo esperaba supongo, sería la única manera de que me crea. Después de todo él sabe que me gusta vivir aquí.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora