Especial Nano. Noche 10.

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Tiziano también se ocupó de informarme de la cena que habían organizado Tomás y Rocco, por supuesto él no iría, por alguna razón aún no se sentía cómodo con ellos. No tenía claro hasta dónde habían llegado las cosas con Tomás, no es como si quisiera saberlo tampoco, pero supongo que aún se encontraba herido y no estaba preparado para enfrentarlos.

—¿Le dijiste a Ignacio? —consultó observándome acomodar mis pertenencias en una esquina de su sala para marcharme el día siguiente.

—Le diré cuando lo vea —aseguré desinteresadamente.

—Sé que te has estado viendo con él todos estos días —continuó ganándose una mirada de advertencia de mi parte. —No es que lo haya hecho apropósito Nano, tú trabajas donde yo frecuento. Los he visto, eso es todo. Deberías habérselo dicho antes, Ignacio no lo tomará bien.

—Tú sabes que entre nosotros no ha pasado nada ¿No?

—No me importa, pero supongo que Ignacio no dejaría que trabajaras si él podía pagar en lugar de alguien más —dijo encogiéndose de hombros y tomando un libro de su escritorio. —Sólo creo que estás apresurando las cosas, deberías pensarlo más y hablarlo con él. Tú puedes seguir quedándote aquí hasta que solucionen sus cosas.

—No hace falta, en serio. Él y yo lo hemos hablado, no pasa nada.

—Como digas —respondió ignorándome definitivamente.

Tiziano ni yo hablamos hasta que dejé el departamento para ir en busca de Ignacio. Mi amigo ya me esperaba listo cuando arribé al lugar. Vestía menos elegante que las últimas veces que lo había visto y hasta se encontraba más relajado, por lo menos lo hizo al principio de nuestro encuentro.

—Sabes... Tiziano me escribió.

—Ese idiota —me quejé de inmediato sacando un cigarrillo para encenderlo. Tendríamos la charla en ese momento.

—Dijo que había algo importante que debías decirme así que...

—Sí, le pedí que no se metiera pero es obvio que ser un metiche es parte de él —dije indicándole un banco en la plaza por la que transitábamos. Lo invité a sentarse y suspiré con fuerzas. —Mañana iré por mi último pago y luego de eso volveré a casa.

Ignacio permaneció en silencio unos segundos y luego carraspeó.

—¿Volverás conmigo?

—No Ignacio, iré a casa.

—Tú casa es mi departamento Nano —reprochó de inmediato.

—Esta charla ya la tuvimos —me apresuré a decir. —Te dije que tú serías mi último trabajo y luego volvería con mis padres. No puedo quedarme aquí, no puedo costear esta vida.

—Puedes encontrar un trabajo Nano, no seas tan extremista, tómate un tiempo para buscar algo.

—He estado buscando "algo" Nacho pero no hay nada y mis padres no pueden darme dinero. Eso sin contar que las cosas en la universidad no me están yendo como yo esperaba.

—¿Qué esperabas? ¿Hacer dos años en uno? Te subestimas. Te está yendo bien, estás cursando y aprobando acorde a lo planeado —dijo de mala gana obligándome a que lo mire. —No puedes exigirte más que eso. Estás bien.

—No lo estoy.

—Tú no te irás mañana, eso lo sabes —largué una carcajada de burla y él sujetó mi mano antes de que llegara a mis labios para darle una calada al cigarrillo. —No te dejaré ir.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora