Especial 2/4

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Especial Tiziano


Tomás no volvió a hablar conmigo luego de eso, y pensar que sus últimas palabras fueron para cuidarme, a mí, al desgraciado que había embarazada a su hermana. Él se cambió de curso al empezar ese año, no volvió a hablar con los amigos que teníamos en común y pronto lo vi con dos muchachos con los que solía compartir las prácticas de fútbol, Ignacio y Nano. No parecían malos tipos pero la verdad es que no me gustaban para nada, ellos estaban ocupando mi lugar... aunque claro que nada me molestó más que encontrar a Tomás mirando descaradamente en dirección a ese chico nuevo, el hermano del profesor de ética o historia, ya no recuerdo... el hermano de la famosa Piera Di Girolamo.

Ni siquiera sabía el nombre del chico y tampoco es que fuera tan nuevo en el colegio, él llevaba unos años allí pero probablemente él fuera el último alumno "nuevo" en ingresar. Tenía mala pinta, nada que pudiera decir que se relacionaría con Tomás porque ese chico, llamado Rocco, parecía una persona solitaria, parca, amargada, callada... todo lo contrario a mi ex amigo. Pero no. Ahí estaba Tomás insistiendo en ser su amigo y claro que no ayudó que Nano se enrollara en temas de salidas y drogas porque era evidente que al chico nuevo le gustaban esas cosas.

Quiero decir, yo también andaba en ellas pero a Tomás no le gustaba y había pensando en dejarlas, claro que después de todo me fui enrollando más y más aquello y hasta terminé siendo un confiable repartidor de estupefacientes.

Recuerdo haber vigilado con la mirada la relación de ellos dos. Rocco siempre parecía querer apartarlo y Tomás siempre se estaba acercando... allí me di cuenta que lo que Tomás quería con él no era una simple amistad, él no se comportaba como con los demás muchachos, él parecía querer conquistar a ese chico, a un hombre, él quería que Rocco lo mirara sólo a él. Eso lo podía decir con claridad cada vez que alguno de sus otros dos amigos se acercaba al muchacho: Tomás cambiaba su semblante, se alejaba con alguna excusa (seguramente a respirar y calmarse) y cuando regresaba no dejaba de seguir los movimientos que Nano o Ignacio hacían sobre Rocco, y si alguno se atrevía a tocarlo entonces inventaba alguna tonta razón para ponerse entre ambos y apartarlo.

Nunca me había imaginado que Tomás podía enamorarse de otro hombre, pero allí estaba, embelesado por ese chico que no tenía nada de lindo, bueno o atrayente, ni siquiera sabía qué había llamado la atención de mi amigo y eso que yo sabía todo de él. Fue allí cuando me di cuenta que quizás, y sólo quizás, lo que yo sentía por él no era una simple amistad... fue cuando vi cómo lo miraba a Rocco que me di cuenta que esa misma mirada era la que yo usaba para mirarlo él.

En cuanto el pensamiento de que quizás yo había estado o estaba enamorado de Tomás se cruzó por mi cabeza, me encerré más en las fiestas, en las drogas y las mujeres... todo lo que no me hiciera pensar era bienvenido. Ya era tarde de todas maneras, estar enamorado o no, no serviría de nada porque no había forma que me volviera a acercar a él. Hasta que un día los vi llegar al río.

Tomás y Rocco habían llegado unos minutos después que sus otros dos amigos y podía notar la tensión en el rostro del primero: algo había pasado. Lo observé unos minutos y me di por vencido, no había nada que pudiera hacer para acercarme a ellos; conocía a los otros dos chicos pero no quería que Tomás se alejara de ellos por mi culpa, no quería que Rocco aprovechara eso y ocupara más lugar en su vida. Pero por esas casualidades de la vida yo me encontraba con unas muchachas que habían estado con esos dos chicos la noche anterior; no habíamos dormido, sólo habíamos ido por comida y habíamos partido al río.

Aparentemente ellas los reconocieron porque inmediatamente empezaron a susurrar sin molestarse en disimular ni un poco. Unos minutos después ellas tenían toda su atención y los muchachos miraban divertidos en nuestra dirección.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora