Capitulo 50

3K 285 41
                                    


El domingo por la mañana me levanté temprano. Había querido escribirle a Rocco la noche anterior pero no quería parecer tan desesperado... aunque lo estaba, no quería que él lo supiera. Así que desayuné lo más tranquilo que pude y le escribí.

Él seguía teniendo el mismo número de siempre y yo me lo había aprendido de memoria desde el primer día que lo tuve, pero me había negado a recordarlo ese último tiempo. 

Marqué y él teléfono dio dos tonos antes de que cortara. 

Sentía que no podía hablar, estaba demasiado nervioso.

Respiré profundamente y tecleé un mensaje. Era lo mejor que podía hacer, así él no se daba cuenta de cuán ansioso me encontraba. 

Aunque claro, el mensaje no fue de gran ayuda tampoco... yo era un idiota.

Rocco, aquí Tomás. Hoy ya es domingo ¿Sabes? Tú dijiste que el domingo nos veríamos, así que... vienes tú o voy yo?. Como prefieras.

Lo releí varias veces luego de enviarlo y me maldije mentalmente.

No es cómo si te estuviera presionando. Lo dejo a tu criterio.

Otra vez. Tomás. Deja de ser tan idiota.

Cuando mi teléfono vibró me puse tenso. Él me mandaría a volar.

Hola Tomás. Estaría bien que nos veamos en un lugar neutro. Si nos reunimos a solas no haremos más que pelear, quizás con más gente alrededor nos midamos. Te parece?

Reprimí una sonrisa y contesté con un cortante "Claro". Él se encargaría de elegir la hora y el lugar.

Unos minutos después él me citó en una cafetería alejada del centro pero bastante concurrida. A las cuatro menos cuarto llegué allí, elegí una mesa un poco alejada y le di el aviso a Rocco quien me respondió diciéndome que llegaría en unos minutos.

Para cuando llegó yo ya había pedido dos cafés y medialunas. No es como si me gustara mucho el café, pero no pediría una cerveza a esa hora, era muy temprano y no quería hablar con él bajo los efectos de ninguna sustancia.

Me saludó con un incómodo apretón de manos y se sentó frente a mí con incomodidad.

—Perdón por hacerte venir aquí...

—Está bien —dije indicándole que se sirva lo que había ordenado. —Tienes razón, si estamos solos siempre terminamos gritándonos o no hablando de lo importante y haciendo otras cosas.

Sus mejillas se prendieron de inmediato y sonreí mentalmente, aún tenía ese tipo de efecto en él. Rocco también disimuló una sonrisa pero nuevamente evitó el contacto visual. Siempre había sido así, pero en los últimos años lo habíamos superado; que volviéramos a eso no era para nada bueno.

—Sobre Tiziano —comencé. Primero lo primero. No más confusiones.

—¿Está muy enojado por el beso que me diste?

—¿Disculpa?

—Él vio que me besaste —insistió bajando su mirada. —¿No fue un problema para ti?

—Somos amigos. Sólo amigos —dije rápidamente. —Él sabe que las cosas entre nosotros no van a cambiar. Lo que viste fue un... —tragué saliva cuando me miró, no esperaba que lo hiciera, pero él estaba realmente interesado en la respuesta —un beso de despedida. Yo, no te voy a negar que sí nos besamos un par de veces, pero nada más.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora