Capitulo 30

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Pasaron dos semanas si tener ni una noticia de Tomás. Había visto a Ignacio esos días pero no me atrevía a preguntarle por él y mi amigo no se molestaba en siquiera mencionarlo tampoco.

Ahora parecía que lo extrañaba más que antes, incluso quería verlo aunque estuviera pendiente de su teléfono y el estúpido de Tiziano; no me importaba eso, pero necesitaba verlo.

Habíamos retomado la facultad y a pesar de eso tampoco lo había cruzado en los pasillos, quizás nuestros horarios no coincidían, no lo habían hecho mucho en el pasado; o quizás él estaba enfermo, o le había pasado algo, o quizás había abandonado la facultad, no lo sabía.

Por mi parte había comenzado a juntarme más con los dos muchachos que me habían salvado en aquella tormenta: Lery y Juanjo. Ellos realmente estaban locos, muy dementes, sobre todo la chica, pero eran excelentes personas y eso era lo que importaba.

A Demian lo veía de vez en cuando pero él había decidido tomar un poco de distancia de mí. Dijo: "Ya te darás cuenta cuando yo te haga falta que lo que sientes por mí puede ser más que una simple amistad". Sonreí y le dije que lo mantendría al tanto, pero él y yo sabíamos que no había chance entre nosotros, nunca iba a volver a amar tanto como lo amaba a Tomás.

No importa que Tomás no sintiera lo mismo, no importaba si su amor por mí hubiera muerto definitivamente, no había nada ni nadie que pudiera borrar lo que sentía por él. Lo que había sentido. Y lo que sentiría de ahora en más. Claro que no sería fácil, eso lo tenía más que claro, más aún con Tiziano en el medio, pero trataría de seguir a su lado aunque fuera sólo como amigo... cosa difícil pero no imposible.

O por lo menos eso fue lo que pensé hasta una semana después cuando fui invitado a una fiesta. La verdad es que no quería ir, prefería quedarme mirando alguna serie ya que las tenía bastante abandonadas, pero ante la insistencia de Juanjo y el "arrastre" de Lery no me pude negar... la muchacha me arrastró literalmente fuera del departamento y no soltó hasta que arribamos al lugar del evento.

No conocía al dueño de la casa pero por lo que me informaron mis compañeros de salida era uno de los profesores, de esos que al no poder instaurar su autoridad frente a los alumnos universitarios se une a ellos tratando de hacerse los divertidos y "buena onda" y de esa manera ganar un poco de respeto... claro que este era un total ridículo que ya se encontraba borracho para la hora que llegamos y no dejaba de perseguir a jovencitas que no hacían más que burlarse de él.

No conocía ni a un cuarto de los presentes y a decir verdad todos estaban tan ebrios que apenas podían bailar o siquiera intentar hacerlo. Pensar que antes me encantaba ese tipo de fiestas y ahora simplemente no las soportaba... comenzaba a entender poco a poco el cambio que había sufrido mi hermana cuando se había ido a estudiar.

Suspiré y miré a mis compañeros que se reían con ganas y habían comenzando a bailar. Cuando les estaba por avisar que volvería a casa vi ingresar a Ignacio junto con Nano y más atrás Tomás y Tiziano; me di vuelta de inmediato simulando no haberlos visto y suspiré pesadamente llamando la atención de los muchachos.

–¿Qué pasa? –consultó Lery acercándose a mi oído y mirando poco disimuladamente a todos lados. –¿Llegó tu novio no?

–Lery –advertí con vergüenza dándole la respuesta que ella buscaba. Había insistido repetidas veces que se lo presente o si quiera le señale quién era el hombre que había roto mi corazón, pero hasta ese momento no habíamos tenido la oportunidad de cruzarnos con Tomás.

–¿Quién es?

–Disimula... ahora te lo mostraré –susurré separándola un poco de mí, una de las cosas malas de la chica es que no sabía de espacios personales.

–Rocco –saludó la voz de Ignacio obligándome a girarme lentamente a él, pensando que estaba con los demás, pero no... él estaba solo.

–Ey –saludé pasándole la mano y al mismo tiempo apartando Lery que estaba sobre mi examinándolo descaradamente. Yo no entendía cómo era que a Juanjo eso no le molestaba, ella a veces, muchas veces, era demasiado atrevida. –Ignacio, te presento a Lery y Juanjo, unos amigos.

–¿Tú no eres Tomás? –consulta dejándonos a todos sumidos en un incómodo silencio.

–No –respondió mi amigo luego de largar una carcajada. –Lo lamento...

–Oh, tú estás bien de todos modos.

–Lery –dije de mala gana mirando de reojo a Juanjo que sólo sonreía. El muchacho saludó a Ignacio y volvió a bailar al compás de la música a tiempo que su novia se unía a él. –Ellos dos son novios así que no te atrevas a mirarla de más.

–¿Qué dices? –rió con ganas desviando sus ojos a otro lado. Ciertamente la chica era atractiva a la vista, pero además de tener pareja, ella estaba loca. Aunque claro que eso no era algo que Ignacio tenía que saber.

Ambos nos quedamos bebiendo y charlando de nimiedades por mucho rato. Ni él ni yo mencionamos a Tomás y, a pesar de mi persistente escaneo por el lugar, no logré verlo por ningún lado. Podían estar en alguna otra habitación, no lo sabía, pero no me gustaba que Tiziano no apareciera por ninguna parte tampoco; lo bueno era que Nano tampoco estaba por allí lo que podía hacerme suponer que los tres estaban juntos... claro que no era nada seguro.

La casa comenzó a llenarse más y más a medida que pasaban los minutos y la música subía de volumen. Volví a sentirme incómodo y quise huir de allí, pero nuevamente Lery fue quien me arrastró aún más a la pista de baile y me obligó a moverme amenazándome con que si me quedaba quieto me besaría. Yo sólo reí y miré a Ignacio que la observaba como si comenzara a entenderala, pero ahí cometí el primer error porque ella aprovechó aquello y posó sus labios en los míos.

Juanjo la apartó de mi con cara de disculpa y la alejó de nosotros con la excusa de ir a buscar algo para beber.

–¿Consumió algo? –quiso saber Ignacio con una sonrisa de suficiencia en su rostro.

–Lo grave es que no consume nada. Ni siquiera alcohol –dije de mala gana buscando con la mirada una vez más a Tomás. –Ella es así todo el tiempo, no sé como Juanjo es tan permisivo.

–La debe querer bastante ¿No? ¿Acaso Tomás no soportó que durmieras en la casa de otro hombre por mucho tiempo? –lo miré con sorpresa y luego desvié mi mirada. Eso había sonado más mal de lo esperado. –Lo lamento.

–Cómo sea –respondí de mala gana largando un suspiro de molestia. –¿Dónde están los muchachos? ¿O acaso viniste sólo?

–No lo sé, los perdí en cuanto entramos... ¿Quieres que los busquemos?

Debí haber dicho que no. Que no hacía falta. Que ya los encontraríamos. Pero no, dije que sí, que tenía ganas de estar un rato con ellos y fuimos en su búsqueda.

Ojala nunca lo hubiéramos hecho. Ojalá me hubiera ido a mi casa en ese mismo momento.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora