Capitulo 40

2.3K 258 12
                                    


Maratón 1/7


El día que me enteré que Rocco había estado muy enfermo fue de pura casualidad. Mis dos amigos lo sabían, o por lo menos eso fue lo que entendí cuando atendí el teléfono de Nano e Ignacio le informaba que Rocco ahora estaba mucho mejor. Ni siquiera le respondí, corté de inmediato y esperé a Nano que había ido de compras para la cena de ese día.

En cuanto entró supo que algo no andaba bien. Suspiró y se sentó para ser interrogado.

–Llamó Ignacio y dijo que Rocco está mejor –dije con cuidado. Él asintió y largó un "qué bueno". –¿Estuvo enfermo?

–¿Por qué quieres saber?

­–Bueno, porque me importa.

–Tú pediste tiempo, sería conveniente que no se vean por el momento –respiró aliviado, por alguna razón él esperaba otro tipo de interrogación. –Ya oíste a Nacho que él está mejor.

–¿Qué le pasó?

–Un resfrío, Nacho es un exagerado.

–Sabes perfectamente que eso no es cierto –aseguré de mala gana. –¿Qué pasó realmente?

Nano respiró con molestia y me contó todo lo sucedido. De todo el tiempo que Rocco y yo nos conocíamos él nunca había terminado en el hospital, eso no había sido sólo un resfrío.

Sin siquiera darme cuenta comencé a buscar en el aparador la llave del departamento de Rocco pero luego de un rato recordé que Ignacio me la había pedido días atrás, de todos modos no es como si la fuera a necesitar, eso había dicho. Tomé mi campera y partí a su domicilio.

No me importaba qué pasara en el momento en que llegara allí, necesitaba verlo con urgencia y comprobar con mis propios ojos que él estaba bien. Claro que eso pensé antes de tocar la puerta, porque cuando me encontré con que Demian me arrepentí de inmediato.

Ambos nos miramos durante varios segundos. Yo no estaba seguro si él me recordaba pero aparentemente lo hacía porque puso esa sonrisa amable que había visto aquella vez y se hizo a un lado para permitirme el paso.

–Rocco se está bañando, pero pasa –tragué saliva. ¿Se estaba bañando? ¿Él sabía lo mal que había sonado eso? Respiré profundamente y asentí tragando duro.

–Gracias.

Me moví como si yo fuera el extraño en aquel lugar y tomé asiento con incomodidad. Él en cambio caminaba confiado y tomó asiento en el sillón que solía proclamar como mío.

De inmediato giré mi cabeza a la cocina cuando un olor exquisito inundó mi nariz. Estaban por cenar y sin duda la comida había sido preparada por Rocco.

–Hay rico olor.

–Lasaña –se apresuró a responder inflando su pecho con orgullo. Yo simplemente miré a otro lado. Por alguna razón quería golpearlo hasta borrarle su estúpida y amable sonrisa. Creo que nunca me había sentido así.

–Supongo que hecha por Rocco, él suele cocinar bastante bien.

–Mejor de lo esperadome dio la impresión que mi mirada amenazante lo había alcanzando cuando tragó saliva y dejó de verme fijamente como lo había hecho hasta ese momento. –¿Tomás era tu nombre no?

–Sí, su ex noviorespondí de inmediato observando su reacción y marcando mi territorio. Sin embargo él no parecía sorprendido, supongo que ya lo sabía. De todas maneras procedí a disculparme, eso había sido grosero y aunque lo odiara en ese momento, yo no era así. –Lo lamento si no lo sabías.

–Lo sabía. Tuvimos, tú sabes, una charla bastante interesante con Rocco luego de que ustedes terminaron.

–Me imagino, digo, seguramente tú no sabías que él ya estaba en pareja –dijo con aspereza y él sólo sonríe. –O eso quiero suponer.

–Tienes razón –acepta bajando su mirada. –Yo ni siquiera sabía que él era gay.

–Oh, así que yo tenía razón después de todo se me escapa una risa irónica. –¿Y cómo te diste cuenta que él lo era?

–Nunca me di cuenta.

–¿Y aún así trataste de abordarlo? –quise saber sorprendido. Esa había sido una jugada arriesgada de su parte.

–¿No te hace acordar a ti mismo? –consultó inclinado su cabeza con cara de curiosidad. Eso había sido un golpe bajo. Rocco le había contado absolutamente todo y eso me molestaba. –No es como si fuéramos muy diferentes... la única diferencia es que cuando tú lo conociste él estaba soltero.

–Y además yo le gustaba –dije con rabia. Ese muchachito me estaba tomando el pelo al compararse conmigo, al comparar su relación con la que Rocco y yo teníamos. –¿Tú acaso le gustas? –consulté punzante.

–Yo creo que Rocco es bastante amable y no te dañaría engañándote conmigo, así que no te preocupes.

–Esa no fue una respuesta a mi pregunta –acoté apretando los puños. Realmente, realmente quería golpearlo. –Y, en todo caso Rocco no es amable, sino fiel a nuestra relación ¿No crees?

–Claro que ahora ustedes no están más juntos así que la fidelidad no sería un problema –responde obligándome a arrastrarme hasta la punta del sofá. Cualquier otra frase errada y saltaría sobre él para darle su merecido.

Sin embargo unos ruidos y una rápida caminata me distrajeron de mi objetivo: Rocco estaba despeinado, aún con el pelo húmedo y descalzo. A pesar de todo él se veía bien, incluso mejor de lo que yo me imaginaba. Él se veía radiante.

–Hola –saludó con voz temblorosa. Supuse que tener a su Ex y su nueva pareja en una misma habitación no era la escena más divertida de todas.

–Nano me dijo que estabas enfermo, pero yo te veo bastante bien –dijo intentando sonar amable, pero muy por el contrario, sonó como si realmente no me importara.

–Estuve enfermo, recién hoy me recupero –respondió bajando su mirada al suelo y apretando sus manos sujetas frente a su cuerpo. Él se veía débil a pesar de irradiar un aura de sensualidad y erotismo. Quería abrazarlo.

–Sí, tú no sabes, él estuvo realmente mal esto días, debiste venir antes... cuando te necesitaba –la voz de Demian me distrajo de mi inspección en el pequeño y mis intenciones de correr para sujetarlo con fuerza entre mis brazos.

–Demian –advirtió Rocco con voz firme. El chico entornó sus ojos y se puso de pie dirigiéndose a la cocina para sacar su comida del horno diciendo que se la llevaría, que era suya de todos modos.

Ninguno de nosotros dos dijo nada hasta que el muchacho se retiró del lugar, no había mucho que decir de todos modos. Suspiré profundamente y aclaré mi garganta.

–Yo sólo quería ver si estabas bien. Debería irme.

–Demian ya se fue Tomás, preparé algo para cenar –dijo poniéndose en marcha hacia la cocina.

–No tengo hambre –dije de inmediato pero como siempre, él no me escuchó y me obligué a seguirlo hasta allí. –Realmente no quiero comer.

–Pues yo tengo hambre, y dado que estoy saliendo de una terrible enfermedad me debo alimentar correctamente ¿No? Pregúntale a Tiziano si no me crees, después de todo él es el médico entre nosotros ¿No?

–Tienes razón –respondí tragando duro. Qué frase más acertada había tenido en ese momento. –Él es el médico y ciertamente está entre nosotros –él contuvo la respiración y asintió. Por lo que me había dicho Tiziano esa tarde, Rocco ya sabía que algo había pasado entre él y yo. –Y es por eso que estoy aquí Rocco, necesitamos hablar.

2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora