Capitulo 6

2.3K 306 58
                                    

Él estaba demente si pensaba que yo respondería a semejante locura. Me alejé de él negando abatido con mi cabeza y miré a las personas allí completamente ajenos a nuestra charla; Tiziano dejó caer su cabeza en mi hombro pidiendo disculpas y se quedó allí hasta que Ignacio fue por nosotros para continuar bebiendo.

Ignoré a Tiziano el resto de la noche aunque noté que dejó de beber como lo venía haciendo tal vez pensando que con aquello había llegado a una conversación un tanto incómoda. Yo también me detuve, no quería terminar en la cama con alguna mujer de la cual no recordara ni el nombre.

Nos marchamos cuando rondaban las 6 de la mañana, aún estaba oscuro y poca gente transitaba por la calle, hacía frío, en cualquier momento comenzarían las lluvias y nevadas. Me gustaba el invierno de la ciudad, me gustaba la nieve aunque luego implicara calles heladas, pies mojados y traseros golpeados.

Dejamos a los muchachos en su departamento y seguimos caminando en completo silencio durante algunas cuadras hasta que el carraspeo de Tiziano me trajo de vuelta a la realidad.

–Lamento lo que dije.

–Está bien, no hay problema.

–Pero no estaba bromeando ¿sabes?

–Estás borracho Tiziano, termina con esto.

–Cuando dejé a tu hermana con el embarazo no lo hice por ella o por mí –continúa ignorándome completamente. –Lo hice porque estaba tan asustado de que te alejes de mí que no podía ni siquiera imaginar esa situación. Me odiarías por dejar embarazada a tu hermana y no quería aquello, aunque claro portarme como un idiota me puso en una situación peor.

–¿Es una declaración Tiziano? ¿Por qué eso es lo que parece?

–Tal vez. No lo sé... –suspira y se detiene porque habíamos llegado a mi departamento. –Tenía 15 años en ese entonces, estaba confundido.

–¿Confundido con qué?

–Tomás siempre fuiste mi único amigo, siempre fuiste la única persona en la que podía confiar, con la que podía contar y no te quería fuera de mi vida. Estuve con tu hermana porque creí que era la forma más fácil de estar cerca de ti, aún más cerca de lo que podía estar –dice bajando su mirada al suelo. –Es estúpido pero era lo que pensaba en ese momento, pensé que así se irían los sentimientos que tenía por ti.

–¿De qué hablas?

–No lo entendía en ese momento pero quizás haya estado enamorado de ti.

–¿Estás tomándome el pelo? –quiero saber comenzando a enojarme, si esa era una broma no estaba siendo graciosa, no por lo menos para mí. Pero él negó con su cabeza.

–Cuando te vi tan metido con el tema del chico nuevo, cuando vi que realmente podías estar interesado en un hombre como algo más que tu amigo me di cuenta que tal vez yo había sentido lo mismo por ti.

–Tiziano.

–Ojalá fuera una broma, pero no lo es. Ahora que ustedes no están juntos siento que tengo una oportunidad y no voy a dejarla pasar.

–No creo que tengas alguna oportunidad Tiziano, tú y yo somos amigos –digo llevando mi mano su rostro para levantarlo; él no me mira de inmediato pero eventualmente lo hace. –¿Está bien? Somos amigos y nada va a cambiar.

–¿Se siente diferente besar a un hombre? –lo suelto y retrocedo un paso con incomodidad. –Sé que piensas que es sólo curiosidad, tal vez sí lo sea, pero quiero saber qué se siente besar a otro hombre.

–Es lo mismo.

–Quiero saberlo. Somos amigos, ayúdame en eso y lo tomaré como una forma para dar por finalizado este amor no correspondido –insiste sin pisca de vergüenza. Sonrío de lado, él no quería eso tanto como aparentaba. –Vamos.

–No, no lo haré.

–Tomás, sólo esta vez ¿Un beso no te matará no? –miré distraídamente alrededor y rasqué mi nuca. Él no se daría por vencido tan fácilmente.

Me acerqué un paso y posé mis labios tres segundos en los suyos. Cuando volví a verlo su rostro era enojo puro.

–Eso no es un beso.

–Es lo único que obtendrás de mí.

–¿Realmente crees que me conformaré con eso? –ríe dirigiéndose a la puerta del edificio donde lo sigo preguntándome qué era lo que quería ahora. –Me quedaré a dormir aquí así que dentro te cobraré el beso que me debes.

–¿Estás drogado?

–Bueno, si consideramos al alcohol como una droga entonces la respuesta es sí –se encoje de hombros invitándome a abrir la puerta.

–Te quedarás a dormir, pero puedes soñar con ese beso porque yo ya cumplí mi parte –digo de mala gana metiendo la llave e invitándolo a subir.

Ingresamos pasando directo a la cocina donde procedí a preparar un café. Él se mantuvo parado en el marco de la puerta mientras yo me movía por el lugar, inspeccionándome descaradamente, esperando lo que había pedido pero que sabía que no se lo iba a dar. Lo miré de reojo y sonrío con soberbia descruzando sus brazos.

–¿No dejarás de insistir?

–No. Sé lo que quiero y lo quiero ya.

–Tiziano, no te gustará, no insistas. Mañana simplemente querrás morir y no te ayudaré en eso también.

–Lo consideré algo así como un regalo de cumpleaños, digo, ya que nadie me dio uno –dice encogiéndose de hombros y caminando hacia mí. –Tú sabes no me daré por vencido.

–Eres un pendejo –aseguro acortando nuestra distancia, tomándolo por el cuello de su camisa para unir nuestros labios. 

No había nada de romántico o excitante, sus labios no eran suaves ni los míos tampoco, el ruido de nuestros dientes chocando era lo único que se podía oír en el lugar mientras sentía que sus manos se apretaban con fuerza en mi remera para atraerme más cerca.

Tiziano me empujó con violencia contra la heladera abriendo más su boca e incitándome a hacer lo mismo para poder ingresar su lengua en la mía; fue allí cuando comenzó una batalla de poder mientras su cuerpo se apretaba más al mío. Lo empujé para apartarlo y lo miré desafiante, él estaba sonriendo e invitándome a seguir con ese beso forzado por lo que lo llevé hasta la pared más cercana y lo estrellé para volver a su boca y devorarla con brusquedad.

Me detuve cuando la pava informó que el agua estaba hervida y apoyé mi frente en la suya mientras trataba de volver mi respiración a la normalidad. Cuando lo logré solté su camisa que aún se apretaba en mis manos y le di la espalda para ir a preparar la infusión escuchando el golpe seco de su trasero en el suelo.

–Es distinto –dice entre risas a tiempo que lo miro sobre mi hombro. Cubría su rostro con sus manos pero podía ver su sonrisa en sus labios hinchados. –Es absolutamente genial.

–Sólo porque soy un buen besador –aseguro dejando los cafés en la mesa y sentándome para esperarlo, pero él aún estaba en el piso.

–No puedes dejarme así...

–¿Te existaste? –consulto con burla y él asiente sin mirarme. –Lo lamento, el beso era todo lo que habías pedido y te lo di. Además sé que no estás dispuesto a ser jodido por mí.

–¿Puedo hacerlo yo?

–Ni muerto –río con ganas. ¿Quién se creía que era ese muchacho para poder hacer semejante pregunta? Lo miro con seriedad, para que sepa que hablaba absolutamente enserio. –No dejarías que me jodas ni aunque fueras el último hombre en la tierra.

Él destapó su rostro sonrojado y centró sus ojos en los míos, pero lejos de asustarse o retractarse torció su boca para mostrarme una sonrisa socarrona.

–Eres un demonio Tomás. Y me encantas.


2. Si tú quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora