Capítulo 36: "Perdido"

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Tras un largo vuelo fui a recoger mis cosas, la cinta pasaba y pasaba con todas las maletas de colores pero ninguna me pertenecía hasta que vi una se me hizo conocida pero no le di mucha importancia, porque la mía estaba atrás. Me di vuelta dirigiéndome hacia la salida, solo quería llegar a casa y dormir todo el día.
Ya había amanecido y las calles estaban  congestionadas, no me sorprendía en realidad, Madrid siempre había tenido esa característica de capital madrugadora.
—Creo que tardaremos un tiempo en llegar joven—El taxista canoso comentó mientras encendía la radio.
—Genial—Murmure para mi mismo y prendí el móvil, seguro tendría unos cuantos mensajes. Quizás no había sido buena idea abandonar a Ana de repente sin ninguna explicación  razonable del porqué lo hacía, ahora me siento muy culpable.
Lo tire sobre el asiento y recoste mi cabeza sobre el marco de la ventana pero algo llamó mi atención  en el espejo delantero del auto.El mismo taxi que había visto antes en las últimas cinco calles seguía ahí llendo en la misma dirección que yo.
—Disculpe, ¿Conoce al hombre  que se encuentra atrás? —Pregunte acercándome más al asiento del conductor.
—Claro, se llama Eduardo y es un colega ¿Porque lo preguntas? —Lo vi mirarme por el espejo retrovisor.
—Por nada en especial—Volvi a mi lugar y, al fin, el tráfico descendió un poco.
Pasamos el centro lleno de edificios enormes con sus extensas calles intactas, seguramente no debieron modificarse en un largo tiempo. También pasamos mi plaza favorita, solía venir en algunas ocasiones con mi familia en el verano. Este lugar tiene guardados muchos momentos míos que desearía jamás olvidar.
—¿Le molesta si paro para cargar gasolina? Temo que no llegaremos muy lejos, estoy con tanque de reserva—Pregunto mientras el semáforo se encontraba en rojo.
No tenía mucha opción, de todos modos tuve que aceptar perder veinte minutos más de mi valioso tiempo para dormir.
Aproveche para comprar alguna gaseosa que levantara mi ánimo. Tome una y fui hacia la caja registradora.
Atrás mio oí a una chica hablar con quien parecía ser su amiga, sabía que estaba mal escuchar conversaciones ajenas pero había hecho tantas cosas mal últimamente  que una mancha más al tigre no haría daño.
Solo nombraban marcas de ropa y carteras, no conocía mucho de moda  pero no sonaban muy accesibles.Jamas en mi vida voy a comprender esa razón para derrochar tantos euros en un simple vestido pudiéndolo gastar en literatura histórica o en una hermosa guitarra electroacústica,ademas una mujer se veía mucho más guapa sin prendas que gritaran"¡Hey! Valgo millones". Por nada en el mundo me fijaría en una chica así.
—Abraham no tienes que pagar nada, va por cuenta mía. Me llamo Julieta y soy tu fan—La pelirroja de ojos verdes brillantes me sonríe desde el otro lado del mostrador, amo ver esa sonrisa cuando sé que yo la ocasionó.
—Gracias Julieta, no hacía falta. Ven aqui—Dije mientras ella corría para abrazarme—Te quiero pequeña—Ella se aferro más a mi y luego nos separamos para que pudiera volver a su puesto de trabajo, yo sonreí una vez más y luego me di la vuelta. Desearía no haberlo hecho. De verdad.
—¿Porque me miras así ? ¿Me viste cara de un bolso Chanel o que?—Levante una ceja ante su sorpresa por mis palabras.
—¿No te enseñaron a respetar a una dama? —Ella me apunto despectivamente con su dedo índice.
—¿No te enseñaron que las personas no se abandonan como un perro después de varios años de relación?—Ella no dijo ni una sola palabra—Claro, ahí no hablas.—Me di la vuelta para mirar a la adorable chica— Adiós Julieta, Gracias por todo.

Salude y pase por su lado sin mirarla, no valía la pena. Aquella chica no era ni cerca de quien me había enamorado.
—Yo no abandono a nadie como un perro—Ella salió con su bolso en el hombro.
Como una persona puede tener tanta hipocresía junta. Sentí una ira recorriendo cada milésima  de mi cuerpo, ella no podía estar diciéndome esto. Era una enorme burla para todos esos momentos que pasé llorando y escribiendo canciones, mi cuaderno lleno de lágrimas que borroniaban las notas de mis melodías dignas de un chico con el corazón totalmente destrozado. Puede que admitiera amarla, puede que le diera todo y puede que pasara  semanas enteras en mi cuarto cual cachorrito abandonado,pero todo tiene un limite y el mio en definitiva era este. Yo era un chico que tenía dignidad y si algo había sacado de todo esto, era que por nada ni nadie debía perderla.
Me aleje, sin emitir un solo gesto y sin demostrar ningun sentimiento. Alguien como ella no lo merecía.

Adoptados por la familia MateoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora