Capitulo 15

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La luz que entra desde mi ventana provoca que mis ojos se abran poco a poco, siento que mi garganta esta seca, me siento y un ligero mareo se apodera de mi—podría estar peor—pienso, recargo mi cuerpo en la pared, suelto un suspiro.

Escucho como la puerta se abre, volteo, veo a Alberto entrar con un café en la mano, al verme  me sonríe, pero no dice nada, se sienta en la esquina, me entrega el café, siento como el calor de este al tomarlo hace maravillas, suspiro, volteo a ver a Alberto.

—¿como amaneciste?—me pregunta con una media sonrisa, me encojo de hombros—mejor de lo que uno espera—digo, mientras le doy otro buen sorbo al café.

—tenemos que hablar —dice Alberto algo nervioso, yo volteo los ojos—no tenemos nada de qué hablar, tú y yo estamos bien y yo tengo cosas que hacer — le digo, por que en verdad no teníamos nada de qué hablar.

—bueno si no quieres hablar está bien—dice para mi sorpresa— pero antes de que te vayas quiero toda la marihuana, ¡ahora!—me dice el, yo la veo indignada, ¡no no y no! a mí me costó dinero y no le daré nada.

Yo lo volteo a ver enojada —NO, a mí me costó dinero, mucho dinero y personas para que me tocara buena mercancía, no te daré nada, al menos que me la pagues —digo, si me da dinero con gusto se la doy, ya que ahorita necesito el dinero.

Veo su cara, me encantaría saber que pasa por su mente en estos momentos—¿cuanto te costo?—yo sonrío cuando me hace la pregunta.

—son trescientos—digo con una gran sonrisa, la verdad es que me había costado 100 pero el no tenía que saberlo.

Me bajo de la cama y debajo de esta, saco una caja de maquillaje y de esta toda la marihuana, ya me quedaba muy poca.

Alberto se me queda viendo—¿Por qué la escondiste en un lugar tan común como una caja de maquillaje?—pregunta con cierta curiosidad.

Yo sonrío—como tú lo dijiste es un lugar muy común, nadie sospecharía de el—digo sintiendo un orgullo dentro de mi, solo por haber sorprendido a Alberto.

El voltea los ojos—tu mentalidad me espanta, no piensas como cualquier chica de 17—me dice el riéndose.

—En 3 semanas dieciocho para tu información —le sigo sonriendo pero esta vez con una sonrisa falsa, ya que no me emociona nada mi cumpleaños.

El me volte a ver como si me hubiera salido un tercer ojo en la frente—¿que día es tu cumpleaños?—me pregunta el—exactamente un 20 de diciembre—le digo, sin tomarle mucha importancia al asunto.

—No falta mucho —dice, mientras se queda pensando unos segundos—bueno si no le tomes mucha importancia, ahora salte de mi habitación necesito arreglarme—digo con la esperanza de que se largue.

El se para, pero me mira seriamente—¿a donde iras?— pregunta el con severidad, por qué le interesa tanto lo que haga que no tiene a "Mónica"—no te incumbe—digo, me paro y trato de empujarlo para que salga del cuarto, pero se me es imposible, ¡pesa mucho!.

—o claro que si me incumbe—dice tomándome de la mano y poniendo nuestras caras tan cercas una de la otra—eres mi responsabilidad nena, no dejaré que nada te pase—dice poniendo una de sus manos en mi mejilla y poniendo sus labios tan cerca de los míos, siento su respiración en mi boca.

Mi cuerpo está temblando, este será el momento, voy a besar a Alberto, ¡espera es mi primo!, al diablo los pensamientos cuerdos, en este momento no me interesa.

Está a punto de poner sus labios entre los míos, puedo sentir su respiración, lo tengo tan cerca y tan lejos, un celular empieza a sonar.

—Mierda—escucho que susurra, mientras contesta la llamada.

Enamorada de mi primoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora