Capitulo 29

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Alberto me pasa una de sus manos por mi brazo, esto provoca que me estremezca—vamos a ir muy despacio esta vez muñeca—dice Alberto cerca de mi oído mordiendo el lóbulo de mi oreja.

Yo pongo mi cabeza en el hueco de su cuello y comienzo a darle besos—muñeca no juegues con fuego, por que te puedes quemar—dice poniéndome entre sus piernas.

El acomoda un mechón de mi cabello detrás de mi oreja—ahora pequeña traviesa vamos a darte un dulce lección—dice empezando a succionar con sus labios mi cuello lentamente a lo que yo respondo con un gemido.

—me encanta escucharte hermosa—dice el empezando a quitarse la playera y termina por quitarme la mía, yo me contraigo no tengo el cuerpo de una modelo y mucho menos el abdomen tan plano como el de una, bajo la cabeza.

Siento como Alberto pone una de sus manos en mi barbilla y me la levanta para que lo voltee a ver—eres hermosa, quiero que te sientas a gusto con tu cuerpo, eres preciosa Ally—me dice, siento como mi pecho se hincha de la emoción al escuchar aquellas palabras.

Para este momentos tengo mis labios entre mis dientes, mis dientes están tan clavados en mis labios que me empiezan a doler.

—no te contengas nena, me encanta escucharte —dice el entre besos y poco a poco retirándose el pantalón y junto con ellos los bóxers—yo bajo la vista por inercia y escucho como Alberto se ríe—¿te gusta la vista muñeca?—pregunta el y lo único que yo puedo hacer es asentir.

Mi respiración es acelerada y lo vuelvo a mirar para después poner la mirada en el amigo entre sus piernas.

El pone sus pulgares y agarra el dobladillo de mi pantalón y mi ropa interior y las baja consigo hasta sacarlas completamente de mis piernas.

El me voltea a ver—ahora sí muñeca es momento que conozcas todo lo que e deseado  hacerte desde que te vi en aquella calle—dice el mientras mete dos dedos en mi interior, lo deja unos minutos allí, para que me acostumbre a la sensación, yo me empiezo a mover provocando que sus dedos hagan fricción en mi interior.

Saca sus dedos de mi interior, yo lo volteo a ver, estoy algo sudorosa, veo a Alberto fijamente, sus profundos ojos me hipnotizan—te amo—digo sin pensarlo, su cara demuestra sorpresa ante lo que acabo de decir—yo también te amo—me dice, mientras me da un beso en los labios.

Me toma de la nuca y me obliga o voltear a verlo—separa las piernas—dice Alberto, el se posiciona entre mis piernas y antes de que yo puede hacer algo vuelve a meter sus dedos, estos salen y entra de mi provocando que empiece a gemir.

Alberto se acerca amo oído—doll jamais vous laisser aller—me dice el en susurro, yo lo volteo a ver confundida—¿qué quieres decir?—le preguntó.

El me sonríe—Jamás te dejaré ir muñeca—me traduce, lo beso en los labios—Alberto ya no puedo más—le digo, no me quiero venir con sus dedos dentro de mi.

El me sonríe—un momento más hermosa se paciente—me dice el, Alberto continencia a succionar en mi cuello fuertemente, pone una mano en mi trasero y saca sus dedos en mi interior.

Rápidamente toma el condon de la mesita al lado de nuestra cama y lo pone en sus dientes rasgando la envoltura de este—vaya, la práctica hace a él maestro—le digo y él me mira lujuriosamente y con una sonrisa, toma el condo para ponérselo pero lo detengo—yo te lo pongo—le digo, él me mira sorprendido pero asiente y me entrega el preservativo.

Mis manos están temblando, empiezo por la punta de su ya erecto amigo y poco a poco lo pongo hasta el final, volteo a ver a Alberto y el se encuentra mordiéndose los labios, yo no puedo resistirme más y le empiezo a besar el cuello fuertemente, el me detiene—¿estas lista muñeca?—me pregunta, yo solo puedo asentir a la pregunta que él me está haciendo.

Enamorada de mi primoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora