Capitulo 23

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La luz que entra por la ventana cae directamente en mi vista, esto provoca que me levante y decida pararme, al poner los pies en el suelo y las manos en la cama me ayudo a levantarme, pero un dolor en mi parte baja me lo impide y hace que suelte un suspiro de dolor.

Siento la mano de Alberto en mi espalda, su tacto hace que me ponga nerviosa—¿como amaneciste preciosa?—me pregunta Alberto, dándome besos en mi espalda desnuda, me voltea a ver, el al ver mi cara sabe que no estoy bien.

Después solo me entrega una sonrisa de lado—solo dolerá un rato, acuéstate iré por unas cosas, ¿esta bien?—dice mientras da un beso en la frente y sale por la puerta de la recámara.

Yo me acuesto, mientras me quedo viendo en el techo, volteo la cabeza y puedo distinguir que en el techo se encuentran unos hoyos huecos, como si alguien hubiera disparado ahí, me intento levantar para poder ver mas de cerca pero el dolor simplemente no me lo permite, suspiro, y me enredo más entre las sábanas.

Escucho como minutos después la puerta se abre a mis espaldas, yo sigo aún entre las sabanas, me volteo y veo que Alberto entre sus manos trae varias cremas, mi ropa interior y una de sus playeras.

El me sonríe pero no dice nada y se dirige al baño, segundos después de que entra escucho como el agua del grifo empieza a correr  y el vapor desde el baño comienza a salir, segundos después siento como Alberto regresa y se acerca a la cama, me toma en brazos estilo recién casados.

Yo oculto mi cara en su pecho ya que él está en bóxer y yo estoy completamente sin ropa, mi cara se encuentra como un tomate y siento mi corazón palpitar rápidamente.

Escucho su risa—no te preocupes hermosa, no tienes nada que no haya visto antes—su voz es ronca, sumamente grabe, yo me oculto en su pecho aún más y después siento el agua caliente en mi cuerpo, esto provoca que mi cuerpo se reanime completamente, escucho como la puerta de el baño se cierra, pero no presto atención en lo absoluto y sumerjo mi cabeza en la tina me quedo unos segundos abajo de el agua y después salgo para tomar una gran bocanada de aire.

Me quedo en el agua por unos minutos, disfrutando del calor que me abraza de esta, escucho como la puerta se vuelve a abrir y veo a Alberto entrando en el baño—¿a donde fuiste?—le preguntó quitándome el exceso de agua de la cara—fui a poner sabanas nuevas y echar las otras a la lavadora—dice tranquilamente.

Me sonrojo al recordar la otra noche, veo como se acerca y toma un jabón líquido, se sienta en la esquina de la tina y me empieza a hacer un masaje en el cuerpo con este, primero en el cuello y después en toda la espalda, su tacto provocan que mi cuerpo se relaje completamente, después me aplica champú y me masajea la cabeza, mentiría si dijera que esto no me gusta.

Me ayuda a levantarme y deja que el agua de la tina se vaya, abre el agua tibia de la regadera y se mete conmigo en esta, me estoy sosteniendo de el ya que mis piernas todavía se sienten temblorosas.

Al estar debajo de el agua Alberto me pasa el champú, me ofrece una sonrisa pícara—te toca ayudarme a tomar una ducha—dice, yo me rio, pero acepto, le pongo shampoo en el cabello, el se ríe al sentir que mi manos están temblando—tranquila nena, yo no muerdo—dice, dejo el shampoo aún lado, y le paso el jabón a el—¿no lo aras tú?—pregunta el, yo niego—me estoy cansando—contesto, el asiente, y rápidamente se pasa el jabón en el cuerpo, después se mete a la regadera y me jala con el, dejamos que el agua nos quite el jabón y el sube y baja su mano por mi cabeza.

Nos quedamos ahí un buen rato disfrutando el uno del otro

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Nos quedamos ahí un buen rato disfrutando el uno del otro.

Me estoy secando el pelo con la secadora mientras Alberto se está lavando los dientes, el dolor ya a pasado, la puerta de el baño se abre y veo a Alberto solo con una toalla enredada en su cadera,—¡maldita sea! esta realmente bueno—digo en mi mente.

Me muerdo los labios para evitar decir una estupidez, el me mira y se ríe por la expresión que tengo en mi cara.

El me ve y niega—después hermosa, pero por mientras tenemos que descansar—dice y me planta un casto beso en los labios, yo me ruborizo, ¡maldito! Yo ni siquiera estaba pensando en eso, volteo los ojos y niego mientras me rio.

El solo se pone un bóxer y yo abro los ojos después se pone un pantalón de pijama, yo volteo rápidamente, los dos nos acostamos en las sábanas limpias, me acerco más a él y dejo que me rodee con sus brazos.

Yo tomo aire, debería contarle respecto a lo de la universidad—Alberto tengo que contarte algo—le digo nerviosa no sé que me contestara, o que haremos después de esto—Si, dime—dice mientras me abraza aún más fuerte, como si tuviera miedo a que lo fuera a dejar.

Yo tomo otra bocanada de aire—Alberto presentaré el examen la otra semana para la universidad y bueno si quedo en la universidad me iré a Mónaco, Italia y pues con lo que tenemos tú y yo y pues bueno acabamos de empezar, no es oficial, pero lo que trato de decir—siento como sus labios callan los míos en un beso profundo.

Yo me separo y lo volteo a ver, el pasa una de sus manos por mi mejilla—muñeca tranquila, a donde tú vayas yo te seguiré—dice mientras me abraza, yo recuesto mi cabeza en su pecho.

—Pero tus estudios, tu trabajo, ¿que hay de ellos?, no los puedes dejar así como así —le digo yo más preocupada que el.

No te preocupes pediré un traslado—dice tranquilo—aparte me necesitaras allá—dice el muy prepotente.

Yo lo volteo a ver con curiosidad—¿Por qué dices eso?—pregunto—por qué yo muñeca se hablar italiano—dice y yo me río en su cara y el me ve con cara de ofendido y se me acerca al oído.

Non giocare con me baby perché sai che se gioco io vincerò, (no juegues conmigo nena ya que tu sabes que si jugamos yo voy a ganar) —al escucharlo hablar me quedo sorprendida pero ¿cómo?.

Yo me le quedo viendo unos minutos—¿Como sabes hablar el idioma?—lo cuestionó—el me sonríe con su sonrisa arrogante, la misma sonrisa que me puso cuando lo conocí— no se, tal ves 5 años de cursos de leguaje italiano sirvieron de algo—me dice divertido, Y sale de la cama—¿a donde vas?—pregunto, ya que en estos momentos no quiero que se separe de mi, sé que suena ridiculo pero lo que e descubierto me preocupa y estoy casi segura de que él está involucrado y sé que nos queda poco tiempo, niego con la cabeza, no debo pensar en el tiempo que nos queda, solo disfrútalo, me digo a mi misma.

El me sonríe—No te preocupes nena iré a encargar pizza debes estar hambrienta ¿no?—iba a contestar cuando mi estómago gruñe y Alberto se ríe.

—lo tomare como un si —dice el apuntando a mi estómago, Yo me sonrojo y salgo de la cama para acompañarlo.

Alberto está en el teléfono, se voltea y me pregunta—¿de que la quieres?—refiriéndose a la pizza, yo emocionada le contesto—de pepperoni—digo emocionada.

Al terminar de encargar la pizza, Alberto se voltea a verme—tengo que ir al baño, ahorita regreso—dice el mientras se dirige a este.

La pizza no tarda más de 15 minutos y ya que Alberto se encuentra en el baño decido ir a abrir yo.

Al abrirla veo a un chavo alto y bien parecido supongo, se ve que le pone empeño a su imagen, me sonríe, pero lo ignoro y trato de tomar la caja de pizza, pero el lo evita, el me barre con la mirada y se muerde el labio yo volteo a bajo que estupida se me olvidó que solo estoy con la playera de Alberto.

—¿estás sola bebe? ya que te puedo dar pizza gratis y otra cosa aparte—dice el repartido, yo me enojo, ¿este que se cree?, Iba a contestar cuando.

–será mejor que te metas—dice una voz detrás de mí, siento como un escalofrío me recorre la espalda y sé que esto va a terminar mal.

—Y tu imbecil deja a mi chica si no quieres que meta un reporte y te despidan y a parte de eso te parta la cara—dice Alberto mientras le arrebata la pizza y empuja el dinero en su pecho—ahora largo—gruñe Alberto.

El repartidor no dice nada y sale corriendo Alberto me voltea a ver y sus ojos demuestran furia, de algo estoy muy segura, mi pizza me la voy a comer fría.

Enamorada de mi primoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora