Capitulo 26

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Al salir de la habitación, me dirijo directo a la salida del hospital, veo a Alberto esperando en el carro, al salir el viento me azota el cuerpo, yo me estremezco ante el frío viento, se acerca el invierno y el viento cada vez esta más frío, pongo mis brazos en el pecho intentándome tapar, corro al auto y el dulce aire de la calefacción me llena el cuerpo.

Suelto un suspiro de alivio—esta helando—dice Alberto—ni que lo digas, siento mi cuerpo entumido hasta las narices—le digo poniendo amabas de mis manos en la boca y nariz para que entraran en calor.

Volteo a ver a Alberto, que me regala una cálida sonrisa—vamos por un café—dice mientras enciende el auto.

Volteo mi cabeza en dirección a la ventana, Alberto toma el camino de la derecha y eso me indica que iremos a un Starbucks, Alberto va tarareando alguna canción de la radio, ni siquiera me percaté cuando encendió esta, suspiro, estoy exhausta física como emocionalmente.

Siento como una mano cálida se pone en mi rodilla—¿qué tienes?—me pregunta Alberto, tardo unos minutos en reaccionar—nada, solo estoy algo cansada—digo volteando mi mirada en dirección a el.

El arquea una ceja—¿segura?—me pregunta como no creyendo lo que acabo de decirle, yo le sonrío—si, estoy segura—le digo mientras nos paramos en el café.

Los dos nos bajamos del auto, el frío viento nos golpea en los cuerpos, yo me estremezco, siento como Alberto me rodea con uno de sus brazos y esto me proporciona algo de calor.

Entramos y el dulce aroma a café nos recibe, es embriagador, yo inhalo profundamente, Alberto me indica que se irá a forma a la fila, yo le digo lo que quiero y me dirijo a buscar un lugar para sentarnos.

A los pocos minutos veo como él regresa con dos mokas frapuchinos venti, siento como se me hace agua la boca tan solo con verlos.

Alberto se sienta enfrente de mi, me entrega mi bebida—gracias—susurro, me meto el popote a la boca y succiono el dulce sabor a café que tengo en la boca.

Yo cierro los ojos disfrutando del sabor—esto es lo mejor del mundo—le digo a Alberto volteándolo a ver—si, la verdad es que si—dice el dándome la razón.

Antes de que pudiera decir otra cosa, se escucha una tercera voz—ay amor como te e extrañado—yo me estremezco, Alberto y yo volteamos y una chica no muy déceada pega sus labios contra los de él y él no hace nada para evitarlo.

Eso me basta a mí para saber que yo hago un mal tercio, me paro y volteo y veo que Alberto la empuja lejos y viene detrás de mí pero yo salgo corriendo.

Levantó la mano para que un taxi llegue pero ninguno se para y acto seguido siento a alguien detrás de mi yo me volteo y veo a Alberto tomado de la mano de Mónica mientras la atrae hacia ella.

El se ríe—será mejor que tomes el taxi en dirección al departamento y saques tus cosas, ya que Mónica se irá a vivir ahí—dice Alberto burlándose en mi cara, mis lagrimas comienzan a salir, y siento que me falla la respiración.

Quiero hablar, pero lo único que sale de mi boca son tartamudeos—pero lo que tú y yo compartimos—le digo llorando, ¿¡como me puedes estar haciendo esto!?.

El solo pone los ojos en blanco—lo que tú y yo compartimos solo fue un juego, un reto que mis amigos y yo hicimos—dice el escupiendo las palabras en mi cara, la escandalosa risa de Mónica esta perforándome los oídos.

Yo trato de respirar—pero yo te di mi todo, te di mi confianza, te di mi virtud, ¿como me puedes hacer esto?—le digo aún llorando a todo pulmón, yo niego, esto no es más que una horrible pesadilla, no puedo sentir mis huesos estoy apunto de desmayarme.

Veo como la cara de Alberto se nubla, este se encoge de hombros—simplemente te quiero fuera de mi casa, quiero que te largues, no me importa si es debajo de un puente te largas ya —me dice mientras abraza y besa a Mónica—y tú y yo nos la pasaremos de maravilla esta noche muñeca—le dice a Mónica, siento como mi corazón se rompe literalmente.

Yo siento como me caigo al suelo—¡NO, NO, NO, NO, no puede estar pasando esto, no, otra vez no!—me digo a mi misma, mientras cierro los ojos.

Despierto asustada, volteo a ver en todas direcciones, estoy en el carro de Alberto, mi respiración es agitada—mi vida, ¿estás bien?—pregunta Alberto poniéndome encima de su regazo y abrazándome fuertemente, yo hundo mi cara en su cuello.

Después me levanto y tomo su cara entre mis manos—Alberto no me dejes, no me cambies—digo con desesperación y temor, se que me escucho ridícula y desesperada, pero realmente no me interesa, estoy al borde de un ataque de nervios.

Alberto pone una de sus manos en una de mis mejillas—nunca ally, nunca muñeca, te dejare, ¿entiendes?—dice dándome besos por toda la cara y al final uno en la boca.

Lo abrazo fuertemente asegurándome de que lo que soñé solo fue una mala pesadilla— te amo Alberto—le digo y lo volteo a ver, su cara muestra sorpresa pero luego me regala una sonrisa.

El pone sus labios en mi frente regalándome un beso—te amo ally—dice, lo abrazo fuertemente, el me rodea mi cuerpo con sus brazos.

Suspiro, ¿y si todo sale mal cariño?, solo resiste.

Enamorada de mi primoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora