Capítulo 10 "-Adam, ¿qué haces...?"

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No puedo dejar de pensar en las palabras de Daniel.

¿Cómo lo supo? ¿Cómo supo que fue Adam quien ocasionó mis moretones?

Con que todos conocen a Adam... ¿Pero de dónde? ¿Porqué? Tengo que descubrirlo...

Dejo escapar un suspiro y me acurruco en la cama.

No sé por qué últimamente tengo tanto sueño, pero juro que mis ojos se cierran por sí solos, como si algún poder superior me obligara a dormir. Es muy extraño...

Cuando mi mente ya no tiene fuerzas para seguir divagando, ésta se va apagando lentamente, logrando que me sumerja en la absoluta oscuridad. El sonido de un fuerte viento se filtra en mis oídos y decido acurrucarme más contra las sábanas.

Escucho ligeros pasos en mi habitación y gimoteo en señal de cansancio. De repente, como si mi mente me enviara alertas punzantes, mis ojos se abren lentamente.

Me quedo impactada al encontrarme con esos ojos grises tan intensos desnudando mi alma. Atascados en una intensidad envidiable y comprometedora.

Me froto los ojos como de costumbre, esperando que desaparezca una vez que los vuelva a abrir, sin embargo, al apartar mis manos de mis ojos, él sigue ahí, inmutable, misterioso, macabro.

Una sonrisa torcida se dibuja en sus labios y me da un brinco al corazón.

Sin darme tiempo de asimilar la situación, agarra mis sábanas y me las quita dejando mi ropa interior al descubierto. Pues solo llevo una camiseta holgada y mi ropa interior, y la camiseta como siempre se me ha subido hasta el abdomen.

¿Qué carajos...? Intento espetar, pero aquella mirada me hace cerrar la boca de inmediato.

Observo su expresión intensa y ardiente. Me vuelve loca no saber en qué está pensando, pero no debe estar lejos de lo que está viendo...

Sus ojos se clavan en mi cuerpo y soy completamente consciente de cómo sus ojos grises se vuelven negros.

Ahogo un grito e intento apartarlo de mí. Sin embargo, en el intento, él me sujeta de los muslos con fuerza y me atrae hacia él.

No puedo articular ni una sola palabra, la situación es demasiado extraña, demasiado misteriosa, demasiado aterradora, al igual que su mirada.

Me acerca tanto a él que técnicamente tengo mis piernas a los costados de su cintura y mi rostro a una distancia intimidante.

No puedo mirarlo a los ojos, me aterran sus centelleantes ojos negros, por lo tanto, mi mirada se desvía a sus manos que están sujetándome con fuerza. Veo como sus dedos se hunden en mi piel, al parecer ahora se da cuenta de lo que está haciendo, pues afloja sus dedos rápidamente.

Levanto la mirada a su rostro y veo como tiene los ojos cerrados con una paz envidiable mientras sus dedos chispeantes recorren mis muslos.

Frunzo el ceño sin entender lo que ocurre y cuando desvío la mirada a sus dedos, me sorprendo tanto que mi mandíbula cuelga en mi rostro por el asombro.

Las horribles quemaduras desaparecen bajo sus mágicos dedos cargados de una familiar electricidad.

-Adam, ¿qué haces...? -susurro inconscientemente.

Vuelvo mi mirada a su rostro y aparto bruscamente el mío al ver a sus oscuros ojos clavados en los míos.

-Tus ojos... -susurro.

Aparta lentamente sus manos de mis muslos y con mucha delicadeza agarra mi muñeca. Una punzada eléctrica atraviesa el lugar en donde posa sus suaves dedos.

ADAM (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora