-¡Emma! -exclama mamá -¡Tienes dieciocho años y ni siquiera sabes hacer agua hervida!
Pongo los ojos en blanco.
-Claro que sé -me defiendo -Pongo el agua en el congelador y ya.
Río para mis adentros mientras ella se desespera por mi estupidez y empieza a regañarme. Claro que sé hacer las cosas, es solo que me da gracia verla desesperarse por estupideces.
-¿Y tú por qué llevas bufanda con estos treinta grados de calor? -nos interrumpe papá entrando a la cocina.
La bufanda... Me vi obligada a usarla, puesto que cuando me miré al espejo esta mañana pude observar sin complicaciones unos escandalosos chupones. Tendré que hablar seriamente con Adam...
-Es moda, papá -me obligo a mentir -No puedes juzgar a una adolescente por la moda.
Papá simplemente ríe y asiente para luego sentarse en una silla del comedor.
Suspiro. Se lo creyó.
Me dirijo hasta él y me siento a su lado.
-Papá, dijiste que me enseñarías a conducir -aleteo las pestañas inocentemente.
Él frunce el ceño con confusión y luego sonríe como si lo hubiese recordado.
-Te había dicho que te inscribiría en clases de conducción, no que te enseñaría yo.
Pongo los ojos en blanco y me levanto.
-Es lo mismo -balbuceo -Por cierto, hoy voy a salir -anuncio.
-¿A dónde? -me interroga papá.
-Aún no sé donde iremos -alego con un pie en las escaleras.
-¿Con quién? -ahora es mamá quien pregunta mientras corta las verduras.
Inhalo una gran bocanada de aire.
-Con un chico -suelto.
Ambos dejan lo que están haciendo, escucho el sonido del cuchillo caer al piso y dos pares de ojos se posan de manera incrédula sobre mí.
Siento que me encojo en mi lugar por sus intimidantes miradas.
-¡No me miren así! -exclamo -Tengo dieciocho años, puedo empezar una relación si quiero.
Papá alza las cejas con sorpresa.
-Así que ya están en una relación... -murmura.
-No exactamente -respondo.
-¿Lo conocemos? -habla mamá.
-No lo creo -respondo -Él es algo... Especial.
Observo en silencio cómo ambos se lanzan una mirada cómplice que expresa evidente desagrado.
-Queremos conocerlo -dice mamá rompiendo el silencio.
Abro los ojos como platos.
-¡¿QUÉ?! -grito y ambos me miran mal -¡Pero acabamos de empezar lo que sea que tenemos! ¡Se asustará!
Papá suspira con cansancio y mamá pone los ojos en blanco.
-Si realmente siente algo por ti, vendrá -alega papá con tono autoritario.
-Sino, no vale la pena -lo apoya mamá.
Gruño ante sus palabras y sin decir nada subo a mi habitación refunfuñando como una niña caprichosa.
Mi tiro en la cama y me quedo un largo tiempo en silencio observando el techo.
Me sobresalto al escuchar el timbre de la casa, sin embargo, me rehúso a moverme. Mamá o papá pueden abrir la maldita puerta.
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ADAM (EN EDICIÓN)
Fantasía-¿Quién eres realmente? -le pregunto mientras mis piernas tiemblan a penas sosteniendo mi peso. Sus ojos se iluminan y por un segundo creo verlos cambiar con un brillo dorado. Instintivamente retrocedo, pero él me sostiene de la cintura, evitand...