Capítulo 25 "-¿Puedes jurarlo?"

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Las palabras de Daniel siguen retumbando en mi cabeza como ecos vagos en un edificio abandonado.

Hace horas que Daniel se ha marchado al igual que Adam. Me ha dicho que descansara, sin embargo, no puedo pegar ni un ojo ante la cantidad exorbitante de información que acabo de recibir.

Ya he dejado llorar hace aproximadamente una hora. Nunca me había puesto a pensar en la muerte, siempre dije que si llegaba el momento de irme, lo haría, ¡pero ahora tengo miedo hasta la mierda!

¿Quién sería tan cruel para hacerme este hechizo? ¿Por qué lo haría? ¿Qué ganarían?

Me siento desecha, inútil, estúpida...

No comprendo del todo esta situación.

¿Por qué Adam y yo no podemos estar juntos? ¡Entiendo eso de la maldita genética! ¿Pero tanto importa? Estuvimos juntos este corto tiempo, a pesar de los malentendidos, estuvimos juntos. ¡¿Y qué ha pasado?! ¡Él solo ha vuelto mi mierda de vida más emocionante!

No voy a dejarlo. ¡A la mierda la genética!

He estado en esta habitación desconocida por horas, sentada en esta cama sin moverme siquiera. Torturándome constantemente con mis pensamientos.

La puerta se abre lentamente y toda mi atención se fija en ella.

Daniel entra con una bandeja llena de comida en sus manos.

Hago una mueca de asco al ver la comida frente a mis ojos.

-No tengo hambre -alego antes siquiera de que él pueda decir algo.

-Emma, debes comer.

-¡¿Acaso tú podrías comer cuando te acabas de enterar que vas a morir?! -exclamo con frialdad.

Daniel hace una mueca y desvía la mirada avergonzado y herido.

-Yo... No lo sé -susurra.

Se me contrae el corazón.

"Eres una estúpida" me regaño mentalmente.

-Lo siento, Daniel -me disculpo -Es que... -las lágrimas vuelven a agruparse en las esquinas de mis ojos -Esto es tan surrealista.

Él deja la bandeja a un costado de la cama y se sienta a mi lado.

-Vas a estar bien -me asegura.

-¿Puedes jurarlo? -vuelvo a ponerme a la defensiva mientras algunas lágrimas se deslizan por mis mejillas -¿Puedes asegurarme ahora mismo que no volveré a tener ataques? ¡¿Puedes prometerme que ya no dolerá?!

Su facciones se endurecen y vuelve a desviar la mirada.

-No puedo hacer eso -contesta con la voz triste y torturada -Pero lo intentaremos. Te lo juro, Emma.

Cierro los ojos y trato de calmarme, sin previo aviso siento los brazos firmes de Daniel rodearme con fuerza.

Abro los ojos y confirmo que evidentemente me está abrazando. Correspondo a su abrazo con desesperación y anhelo y me permito, solo esta vez, derrumbarme en los brazos de alguien más.

Sollozo desconsoladamente, como si mi mundo se acabara de desmoronar, literalmente.

Nos quedamos así un rato hasta que me siento mejor y soy capaz de separarme de él.

-¿Dónde está Adam? -cuestiono.

-Él se ha ido, Emma -siento el comienzo de un nudo en mi estómago -Él sabe que no puede estar contigo, si viene solo estaría torturándose.

ADAM (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora