Despertarme no fue fácil.
Llegué a pensar que estaba muerta, pues mi cuerpo no reaccionaba, tuve tanto miedo que empecé a llorar, no quería dejar a mis amigos, no cuando estamos tan cerca de lograrlo.
Sin embargo, cuando los fríos dedos de Adam me zarandearon, mis ojos se abrieron como platos y toda mi anatomía volvió a estar bajo mi poder.
-Tengo miedo -confieso en un frágil susurro.
Todos estamos preparando el armamento, cuchillos, dagas y armas.
Alex alegó que es muy extraño que las criaturas no hayan atacado en la noche, y aseguró que están planeando algo.
-Lo lograremos -me anima Daniel, quien está a mi lado comiendo un trozo de pan mientras guarda sus cosas.
Le sonrío ligeramente sin querer hacerlo realmente y dejo escapar un suspiro.
¿Cómo me siento? Como si tuviera un arma siendo apuntada en mi sien; aveces me dan tregua y alejan el arma pero a pesar de la distancia sé que el arma sigue apuntándome.
El miedo y la angustia empiezan a carcomer mi interior. Mi inquieta el hecho de saber que todos estarán en peligro.
Jamás pensé llegar a vivir este momento, ser consciente de que si no lo logramos, hoy es el último día de mi vida. Que mañana posiblemente ya no respire, que en algunas horas mi corazón ya no palpite, que mi sangre se drene, que mi piel palidezca y se congele, que mis labios pierdan color y mi alma se escape entre un último suspiro.
Es deprimente, es perturbador, pero lo acepto. Acepto que hoy puedo morir, pero jamás lo haré sin antes luchar.
-¿Dices que la estatua de Zeus se encuentra en el centro de la segunda sala? -escucho a Adam cuestiar logrando que salga de mis pensamientos.
-Exactamente -responde Alex -Está en el segundo piso, es la figura más grande de todo el museo. El anillo lo tiene en la palma de su mano extendida.
-Solo debemos agarrarlo y salir de allí lo más rápido posible -opina Daniel.
-No es tan fácil -vuelve a hablar el hechicero -Pero efectivamente, una vez que tengamos el anillo y salgamos con bien, es muy sencillo abandonar este lugar. Abriré un portal y todos iremos al lugar donde me encargaré de librar a Emma del hechizo.
Todos asentimos.
Lo único que necesitamos ahora es el anillo, luego todo será técnicamente pan comido.
Todos le pasamos nuestras mochilas a Ren para que los encoja.
Tengo nuevamente los cinco cuchillos distribuidos en mi cuerpo. En definitiva tenerlos me hace sentir segura y fuerte.
-Mientras antes empecemos, más rápido terminará esta tortura -habla Ren con un poco de impaciencia.
Nos disponemos a bajar por las escaleras hasta el primer piso, la tensión es palpable entre los seis. Sabemos que al salir por esa puerta las cosas podrían volverse complicadas, sabemos que pueden atacarnos, pero también sabemos que pase lo que pase nos apoyaremos mutuamente.
Las venas en mi cuerpo siguen pintadas de un color negro intenso, es muy extraño que nadie se haya dado cuenta, o quizás sí pero no quisieron decir nada al respecto pues son conscientes de lo que me está pasando. Estoy muriendo.
Siento una extraña y dolorosa opresión en el pecho, todo me dice que algo desagradable ocurrirá, que quizás no lo logremos, que voy a morir hoy.
Los ojos grises de Adam han dejado de brillar, ahora son opacos, como si ya no tuviesen vida, como si las esperanzas se hayan desecho, como si el dolor lo hubiese carcomido.
ESTÁS LEYENDO
ADAM (EN EDICIÓN)
Fantasía-¿Quién eres realmente? -le pregunto mientras mis piernas tiemblan a penas sosteniendo mi peso. Sus ojos se iluminan y por un segundo creo verlos cambiar con un brillo dorado. Instintivamente retrocedo, pero él me sostiene de la cintura, evitand...