Capítulo 41 "-Quizás sí"

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Mi corazón bombea con fuerza al mismo tiempo que siento como mis pulmones se atrofian en mi caja torácica.

La bilis sube por mi garganta de inmediato y retrocedo por instinto.

Adam se percata de mi reacción y rápidamente se pone enfrente de mí, protegiéndome de mis progenitores.

Nadie debería pasar por esto, nadie debería verse en la necesidad de ser protegido de sus propios padres, sino todo lo contrario, son los padres quienes deberían proteger a sus hijos.

Las lágrimas queman en mis ojos amenazando con derrumbarme en cualquier momento.

-¿Qué quieren? -la voz fría y firme de Adam hace que un escalofrío me recorra el cuerpo mientras me aferro a su espalda.

-Es nuestra hija -habla mamá con la voz ronca. Ha estado llorando -No puedes apartarla de nosotros.

Ella intenta pasar por el umbral pero Adam estira su brazo evitando el paso de aquella mujer.

Mi padre, por otro lado, la agarra del brazo para que se quede quieta y no tiente su suerte.

-Ella es mayor de edad -habla Adam -Puede tomar sus propias decisiones, y ha decido estar conmigo.

No sé en que momento empecé a temblar.

-¡¿Qué?! -exclama mamá eufórica -¡Ella es un ángel de luz!

-¡Por su culpa no lo es! -exclama Adam con el mismo tono de voz.

Cierro los ojos con fuerza.

Me siento una niña pequeña ocultándose de las discusiones de sus padres. Me siento débil, cobarde...

Debo tomar las riendas de mi vida, solo así lograré discernir mi pasado.

-¡Queríamos que sea normal! -vuelve a exclamar ella.

Tomo una gran bocanada de aire antes de separarme de la espalda de Adam y asomarme al costado de su gran cuerpo para poder ver a mis padres.

-¿Ocultando mi propia naturaleza? -cuestiono con amargura en mi voz y todos los ojos se clavan en mí -¡No puedes esperar que viva como alguien normal cuando claramente no lo soy! ¡No tenías ni un derecho de alterar mi vida! ¡De alterar mi cuerpo! Ahora haganme un favor los dos y lárgense de mi vida, no los quiero volver a ver nunca.

Mamá abre los ojos como platos ante mis palabras mientras que papá agacha la mirada avergonzado.

Oh, papá. Te amaba tanto... Y creo que aún lo hago. No puedo borrar años de amor en dos segundos, no puedo borrar todos aquellos momentos en los que estuviste conmigo apoyándome para salir adelante. No puedo olvidar, pero tampoco puedo perdonar.

-Hija, por favor... -habla mamá.

-¿Hija? -río irónicamente y la primera lágrima se suelta de mis pestañas -¿Ahora soy tu hija? ¿Y qué cuando aceptaste ponerme el hechizo sabiendo que moriría? ¡Te importó una mierda! Así que no me vengas ahora con tus estúpidas lágrimas de cocodrilo fingiendo ser una madre ejemplar porque ese papel te queda demasiado grande, Lucinda.

Las palabras salen de mis labios como balas, sin poder pensar antes, sin poder retenerla, pero no me arrepiento, necesitaba decírselo y ella claramente necesitaba escucharlo.

Veo como sus mejillas y su nariz empiezan a teñirse de un rojo intenso mientras presiona sus puños con fuerza.

Adam me agarra de la muñeca con delicadeza y tira de mi para que entre más a la casa, pero lo ignoro justo al tiempo en el que recibo un impacto doloroso en mi mejilla.

ADAM (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora