Capítulo 22 "-¿Sucede algo?"

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En multimedia: Adam consolando a Emma.

Esto es un sueño.

Aún no creo lo que ha pasado. Adam realmente se abrió conmigo y decidió mostrarme esa faceta que siempre mantuvo oculto, aunque nunca dudé de su existencia.

¡Creo que me volveré loca de tanta emoción!

Suelto una carcajada.

Como Adán y Eva en el inicio de todos los tiempos. ¿Será alguna señal maligna?

Estoy perdiendo la cordura. Además, desde ayer no lo he visto, desde que me trajo nuevamente a casa y dijo que nos veríamos hoy.

Ya está anocheciendo y ni siquiera hay rastros de él. ¿Se habrá arrepentido de nuevo? ¿Solo fue un engaño?

Esto sería demasiado cruel para mi corazón, no creo soportarlo si ese fuese el caso. Y tampoco dudaría en apartarlo completamente de mi vida.

Ayer al llegar a casa papá y mamá ya estaban durmiendo y Daniel no se encontraba en ningún lugar. Según tengo entendido Daniel hizo creer a mis padres que yo estaba durmiendo en mi habitación. Deberé agradecerle más tarde.

Ahora solo estoy en la sala de estar, sola. Mis padres han salido a una cena de negocios y me han dejado sola, según ellos "he cuidado muy bien la casa la última semana". Por eso decidieron dejarme a cargo nuevamente.

Desde que mis padres se fueron, ya hace dos horas, he estado pendiente del timbre de la casa, esperando que Adam realmente cumpla su palabra de vernos hoy, pero hasta ahora, ni rastros de aquel idiota.

No me preocupo de mis padres, pues me habían dejado claro que vendrían de madrugada.

Suspiro cansada por esta situación, apago la televisión y subo a mi habitación. Necesito una ducha para despejar mi mente.

Adam no va a venir...

Rápidamente agarro mi toalla y me voy al baño.

Una vez dentro, cuelgo mis cosas por el tendedero y me acerco al lavabo luego de quitarme la ropa, me lavo el rostro con agua fría y luego observo el espejo.

Me veo lamentable. Las ojeras nunca desaparecen, mis pecas solo resaltan más y mis pómulos están ligeramente marcados, es extraño pues yo siempre he sido una persona con grandes cachetes. 

Suspiro dramáticamente y entro bajo la ducha. El frío del agua se encarga de relajar mi cuerpo, siento como todo lo malo se va por el desagüe y mi alma puede volver a respirar.

Una vez que termino la ducha, seco mi pelo con la toalla hasta que sólo queda húmedo. Me envuelvo con otra toalla y voy hasta mi habitación.

Dejo caer la toalla en el suelo y me dirijo a mi ropero a buscar ropa interior cómoda, con toda la tranquilidad del mundo me la pongo y luego agarro una enorme camiseta para usarla también, me llega hasta los muslos como siempre.

Remuevo mi cabello húmedo con mis manos y luego centro mi atención en el espejo que tengo enfrente.

¡SANTA MIERDA!

Suelto un grito del susto al ver a Adam en el espejo, justo en una esquina de mi habitación observándome con esa sonrisa torcida que tanto logró atraerme a él.

-¡¿QUÉ MIERDA HACES ALLÍ?! -le grito volteándome hacia él.

El sonríe aún más y empieza a dar pequeños pasos hacia mí.

ADAM (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora