Epílogo

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No puedo dejarlo.

Siento una opresión en mi pecho que me sofoca, mi anatomía tiembla como si de hipotermia de tratara, las lágrimas como ácido dispersándose en mi rostro, el dolor de saber que se ha ido, de tener la seguridad de que nunca volveré a ver sus ojos celestes con aquel brillo que me hacía sonreír sin poder evitarlo, esas palabras que expresaban sus suaves labios de terciopelo, aquellas frases cargadas de picardía y en aquel tono poético que aunque no lo dije nunca, me hacía sentir especial. Amaba cada una de sus palabras, cada una de sus miradas, el melodioso sonido de su risa.

He dicho que lo amo, es la verdad.

Lo amo como se aman ciertos detalles en la vida, lo amo como un niño puede llegar a amar un juguete viejo, lo amo como aquella brisa que me asalta en otoño y aquellos copos de nieve en pleno invierno.

Lo amo como aquel pedazo que complementa mi vida, lo amo por cuidar de mí cuando ni siquiera yo velaba por mi bienestar, lo amo porque a pesar de no tener un romance y haberlo rechazo numerosas veces, él siguió guardando aquel sentimiento puro, él nunca se rindió, lo dio todo por amor, hasta su propia vida.

Lo amo como aquel que forma parte de mi familia, como un amigo de la infancia, ni siquiera puedo explicar de que manera lo amo realmente.

Escucho los gritos lejanos de mis amigos, no logro distinguir sus palabras, no logro distinguir nada que no sea aquel cuerpo frío entre mis brazos.

Temblorosa llevo mis manos hasta sus ojos y dejando escapar otro frágil sollozo cierro sus ojos con mis dedos, privándole al mundo el poder volver a contemplar su deslumbrante mirada.

Los dedos de Adam vuelven a estirarme con fuerza, una fuerza contra la cual no puedo luchar.

-Por favor... -sollozo. Él me levanta y me estrecha contra su pecho con fuerza.

-Emma, necesitamos salir de aquí, preciosa -intenta consolarme pero su voz rota solo me entristece más.

Me separa para poder ver mi rostro, inmediatamente se saca la camiseta y la coloca bajo mi nariz en un intento de retener la hemorragia.

-Solo quiero estar con él -alego sollozando como si mi vida dependiera de ello.

Observo el dolor en las facciones de Adam, él da un paso hacia atrás como si lo hubiese golpeado.

No entiendo su reacción, no puedo pensar en nada más que en el chico que está muerto a pocos centímetros de nosotros.

-Emma, ¡tu vida es prioridad ahora! -exclama un poco molesto.

-¡NO VOY A IR A NINGÚN LADO!

-¡ÉL MURIÓ POR TI! -me grita agarrándome con fuerza del brazo -¡LO HIZO PARA QUE NO MUERAS! ¡¿Y ASÍ LE PAGAS?! ¡¿MURIENDO TÚ TAMBIÉN?!

Me quedo pasmada ante sus palabras, mis piernas no dejan de temblar como dos pedazos de gelatina.

-No sé que hacer... -confieso mientras agacho la cabeza y las lágrimas siguen deslizándose por mi rostro.

Siento sus fríos dedos en mi barbilla, levanta mi rostro para encontrarme con su mirada.

-Has que su sacrificio valga la pena -dice con ternura.

Sus palabras penetran en mi alma y calan todas mis emociones.

Desvío la mirada hacia el cuerpo sin vida de Alex, luego miro a Adam quien espera pacientemente mi respuesta.

Volteo hacia el hechicero y me acuclillo a su lado, con ternura pego mis labios a su frente.

-Para mí nunca estarás muerto -susurro en su oído.

ADAM (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora