El único sonido que se escucha alrededor son nuestras respiraciones calmadas. Ace observa el camino que recorremos con la cabeza apoyada en sus brazos cruzados sobre la ventanilla, el viento choca en su cabello haciéndolo revolotear mientras que ella simplemente cierra los ojos y disfruta del gran respiro que obtiene gracias al aire fresco que corre esta noche. Mi admiración hacia la castaña se ve interrumpida al darme cuenta que el tanque de gasolina está más baja de lo que Storm y yo dejamos los autos, según él es mejor no llegar a la reserva de gasolina y evitamos que la bomba de gasolina se eche a perder. Si lo dice Storm yo le creo, a fin de cuentas él es el experto.
Aclaro mi garganta para atraer la atención de Barry Bee Benson que ha tomado forma humana en el asiento del copiloto del Comet.
—Me detendré a cargar gasolina y después seguiremos. —murmuro una vez que ha volteado a verme con los ojos azules bien abiertos.
—¡Gracias a dios! —exclama, elevando los brazos lo máximo que le permite el techo del auto para al último sonreír de oreja a oreja.
Giro el volante para ir hacia el carril derecho y así poder doblar a la gasolinera solitaria que hay al otro lado de la autopista. Todo está completamente vacío a excepción de unos cuantos trailers que toman un descanso de su jornada y las luces encendidas de la tienda de autoservicio abierta que si acaso tendrá a un hombre mayor leyendo alguna revista porno para sobrevivir la jornada nocturna.
Entró en uno de los espacios para las bombas, y antes de siquiera apagar el coche, Ace salta hacia el exterior revisando sus bolsillos y sacando su celular.—¡Ahora regreso! —grita cuando ya va a mitad del camino hacia la tienda de 24 horas.
Tomo la bomba de la gasolina y la introduzco al tanque, tecleando unos números para dejar que se cargue por si solo. Me quedo observando con atención a Ace que está por llegar a la puerta, con cada paso que da pareciera que da un pequeño salto para llegar a su destino, casi como si estuviera extasiada de entrar a la tienda que no se ve exactamente elegante. Se pierde en el interior y aún así yo sigo atento mirando hacia el mismo lugar, imaginándola ahí caminando con sus overoles negros y cabello castaño hasta los hombros, feliz. ¿Por qué está tan feliz? Bueno, no es que esté feliz, es energética, como si se emocionara por lo que nos acaba de suceder... Y a mí me hace olvidar que no sé en dónde demonios está mi hermano. Es entonces que el ruido de mi celular me saca de mis pensamientos.
Suena sin parar en algún lugar del coche pero no logro ver desde aquí en dónde está. Me aviento por la ventana hasta quedar estirado sobre el asiento con la mitad inferior de mi cuerpo colgando por fuera de la ventanilla y es así como logro encontrar el teléfono tirado debajo del asiento.
—¿Diga?
—¡Saint, baby!
—¡Aquí! —respondo ante la desesperación de mi hermano.
—¿En dónde demonios estás?
—En una gasolinera en Soma.
Storm suelta un suspiro de alivio y lo escucho azotar la cabeza sobre el respaldo de su auto.
—¡Gracias a dios, baby! Pensé que te habían agarrado. Te veo en el garaje.
—Mmm...
—¿Qué?
—Mejor nos vemos en casa. —digo. La línea se queda en silencio durante unos segundos y solamente puedo escuchar las exhalaciones de mi hermano y también los estúpidos engranajes de su cabeza trabajando e intentando entrar en mi cerebro para poder ver a través de mis ojos que es lo que estoy haciendo —si es que eso es algo que los gemelos de verdad pueden hacer—, hasta que suelta una exclamación de asombro que suena más una sola línea de «iiiiii»
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MotorSport
RomanceAún recuerdo cuando la conocí. De pie con su camiseta holgada y pantalones rasgados, el ceño fruncido y debajo de él, dos ojos azules que me observaban confundidos. Había demasiadas cosas que Ace Bogart ocultaba; sin embargo, ninguna de ellas me im...