ACE.
Son las 11:00 de la noche mientras camino a través del campus desierto sosteniendo el six pack de cervezas enlatadas que Sophia me ha pedido explícitamente. ¿Que hago en el campus de la escuela con cervezas cuando probablemente ya no hay absolutamente nadie aquí? So no estaba de humor como para estar en su casa, ni yo en la mía, si es que a mi cuchitril se le puede llamar casa. Al menos mi colchón ya tiene sábanas limpias y me dediqué toda la tarde a quitar el polvo de lugares en los que era poco higiénicos que hubiera polvo, también deje el baño lleno de ácido muriatico para que a los azulejos se les fuera el sarro y el escusado volviera a ser blanco.
El guitarrazo de Highway To Hell me hace dar un respingo y sacar a toda velocidad mi celular para responder la llamada y evitarme problemas.—So, ¿en donde demonios estás? —exclamo en un susurro.
Escucho su risilla a través de la bocina y me causa gracia como a todo le encuentra el positivismo está personalidad.
—Cuarto redondo, ¿trajiste lo que te pedí?
—Sí.
—Genial, te veo acá. —y cuelga.
Corro hacia el enorme domo de concreto blanco que se impone ante mí hasta que cruzó su puerta extraña para encontrarme a Sophia desparramada en el centro del lugar viendo hacia el techo con las manos colocadas sobre su estómago. Sólo levanta un poco la cabeza para verme y sonríe de oreja a oreja como un gato diabólico.
—Ven, este es el mejor lugar para pasar el rato y beber.
—¿En la universidad?
Se echa a reír contagiándome a mí también y me dejo caer junto a ella para observar hacia dónde ella lo está haciendo. Y entiendo porque lo hace, en el techo blanco del lugar están proyectadas una especia de estrellas por las que pasan cometas y demás cosas, incluso me parece ver a Hércules formarse entre los puntos blancos destellantes.
—Sophia.
—Mmmh.
—¿Cómo conseguiste la llave del lugar? —frunzo el ceño.
Gira sobre su estómago para poder observarme y me dedica esa sonrisa cínica que solamente Sophia Davis sabe hacer.
—Una de las ventajas que obtuve al salir con un integrante de la sinfonía.
—¿DeWolf te la dio?
Ella asiente con una sonrisa de oreja a oreja y se inclina a tomar una cerveza.
No puedo evitar reír ante su expresión. Sacudo la cabeza al darme cuenta lo loca que está mi amiga y lo mucho que la extrañé todo este tiempo. Algo que Jet no mencionó —y creo que es obvio por qué—, es que no solo era "Bogart y El Cutlass", eran "Bogart, Davis, y El Cutlass"; sin embargo, eso quedo ya en el pasado y es tiempo de que sigamos adelante.Unos movimientos en la cerradura del lugar nos despiertan instantáneamente. Ambas nos enderezamos hasta quedar sentadas en el piso del lugar, observando hacia la puerta con los ojos abiertos como platos. Volteo a ver a Sophia y ella voltea a verme a mí, confundida.
—¡Corre! —exclama en voz baja. Toma las cervezas y se levanta como un rayo.
—¿A donde? —la sigo hasta la parte trasera y más alta del lugar. La última fila de asientos del domo, en donde se pueden tocar las curvaturas de la maravilla arquitectónica.
Ahí, sentadas en la esquina más alta del lugar, escondidas detrás de los respaldos de las sillas del frente, como Troy y Gabriela en High School Musical; observamos cómo varios estudiantes comienzan a entrar, algunos de ellos cargando sus instrumentos y otros acomodándose detrás de los que ya estaban ahí.
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MotorSport
RomanceAún recuerdo cuando la conocí. De pie con su camiseta holgada y pantalones rasgados, el ceño fruncido y debajo de él, dos ojos azules que me observaban confundidos. Había demasiadas cosas que Ace Bogart ocultaba; sin embargo, ninguna de ellas me im...