Pretty In Pink

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SAINT

—¿Es normal que sienta que este coche se va a desarmar en el camino? —murmura Eli encogiéndose cuando piso el acelerador y el escape del Comet emite un ruido demasiado escandaloso.

Me rio ante su expresión. Ninguno de los dos ha tocado el tema de la comida desde hace semana y media, he pasado más tiempo con ella durante las tardes, nos visita en el garaje y casi siempre llega con algo que Storm, Jet y Nap puedan devorar antes de siquiera preguntar qué es, y qué nos ignoren mientras comen y hablan de quien sabe qué, nos da tiempo para besarnos en el mugriento sofá como si fuéramos en secundaria hasta que me emociono un poco de más y tengo que detenerme. La semana también nos dio oportunidad de hablar sobre cosas de las cuales no hablábamos antes, su infancia en cuba, mi infancia en el orfanato, nuestros gustos musicales, enterarme que odia mi camiseta de Aerosmith porque es anaranjada y no le gusta ese color, enterarme también que su banda ochentera menos favorita es Guns N' Roses pero que le encanta Nirvana y su canción favorita es Come As You Are, no saber como sentirme al respecto y simplemente sonreír y decir «es muy buena», intentar subir nuestros besos de tono mientras ella se rozaba contra mí, intentar tener sexo y que terminara llorando porque no estaba segura, decir «no me importa, todo está bien» porque la verdad es que no me importó ya que no iba a obligarla, terminar llorando en mi coche debido a las blue balls, llorar todo el camino a casa hasta que estuve en la comodidad de mi baño. Todo aquello repitiéndose alrededor de tres veces hasta que decidimos que el roce de nuestras partes íntimas era lo que causaba todo aquel alboroto y terminar decidiendo que sería mejor si solo nos besáramos y hasta ahí, como en secundaria.

—Es viejo, por eso el ruido. —extiendo mi mano para tomar la suya que se mueve nerviosa en su regazo—. ¿Sabes conducir?

—Oh, no. No, no. —sacude la cabeza—. Algo en mí dice que terminaría chocando contra lo primero que se cruce en frente.

—Con que no sea un ciudadano.

—Ese es mi miedo exactamente. —me apunta con el índice de su mano libre.

Doblo en la calle de terraceria que nos lleva hacia el terreno baldío en donde todos se congregan listos para una experiencia salvaje.
Sin pensarlo tanto me estaciono en cuando entramos y pongo el coche en neutral.

—Vamos, te voy a enseñar. —digo, soltando su mano para bajar del Comet.

Se queda petrificada en su asiento, con sus enormes ojos café clavados en mí mientras cruzo por el frente hasta que llego a su ventanilla en donde me inclino para alentarla a que salga.

—No. Saint, yo si voy a desarmar este auto. —sacude su cabeza, negándose rotundamente a lo que propongo.

Quito el seguro con los dedos y abro la puerta para sacarla de ahí aunque parece que se ha quedado pegada al asiento de piel. No es un mal coche, no está en mal estado; sin embargo ella cree que el ruido del escape significa algo malo cuando en realidad es una de las cualidades del muscle car. Debería escuchar los ruidos del Cutlass y aparte de eso experimentar las técnicas de manejo de Ace Bogart, eso sin mencionar su ira al volante cuando un idiota se apodera de las calles.

¡Deja de pensar en Ace!

—Anda, es fácil. —se queda con la espalda pegada a la fría lámina del coche como si eso la fuera a salvar, y como soy un hombre que parece no pensar con el cerebro la acorralo ahí—. Vas a recibir lecciones de manejo del segundo mejor corredor de Oakland. —guiño un ojo.

—No es justo, yo quiero al primero. —bromea, rodeando mi cuello con sus brazos y parándose de puntillas para unir sus labios con los míos.

Y ahí vamos otra vez, demonios.

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