Kids See Ghosts

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Saint y Storm han regresado, lo que significa que mis tardes de soledad en San Francisco se acabaron. Ya no más sentarme en el viejo sillón mientras escucho a Brooks gruñirle a algo, o viendo las piernas de Jet como si el hombre hubiera muerto allí debajo del Mustang. Se acabo. Ahora puedo continuar con mi misión de hacerle ver al Santo que no todo en la vida es malo como él cree, y esa, específicamente es una de las razones por las que no quiero contarle nada, porque sé que al hacerlo, su perspectiva sobre lo que son las carreras clandestinas va a cambiar, si de por si no las ve con buenos ojos, yo solamente empeoraría las cosas.

Viajo en el asiento trasero del Mustang de Brooks mientras devoro el burrito de carne molida y los escucho a él y a Jet discutir sobre cuál es el mejor disco de hip-hop/rap de los últimos diez años. Una canción de Kanye West suena por las bocinas del coche y la luna brilla en el cielo despejado de esta noche de verano. El tráfico del Bay Bridge está tranquilo y apenas y se escuchan las olas del mar romperse contra los pilares de concreto que nos sostienen. La noche está despejada, por lo que decidimos que iríamos tranquilos a las carreras esta noche. Según Steve, el siempre organizador de las Noches Calientes de Verano —como le gusta llamarlas—, unos mejores amigos de Sacramento corren esta noche con los Thompson, lo cual tiene las apuestas como locas y planea ganar tanto dinero que el pene se le va a pudrir. Palabras de Steve, no mías.

Los DeWolf nos informan que ya están allí y que nos esperan aparcados por el Challenger —slash escenario— de Steve.
Seguimos nuestro camino, al rededor de veinte minutos más hasta que entramos a uno de los vecindarios más solitarios de Oakland, en donde Brooks dobla en una calle de terraceria que parece infinita, hasta que la vemos, una luz anaranjada que pinta el cielo oscuro al final de la calle, es la fogata de siempre, solo que ahora no está en el viejo coche volcado, el barullo comienza a hacerse cada vez más fuerte y la música retumba por todo el lugar. Desde aquí veo a Steve ya de pie sobre el techo de su coche, observando todo a su alrededor como esa escena en El Rey León. Los grupos de amigos —y tal vez de no tan amigos— ya están formados alrededor de la pista improvisada, las chicas que esta noche marcan la salida de los coches ya están ubicadas en su pequeño círculo cerca del bar improvisado de Mouth que les da cervezas e intenta coquetear con ellas.
Brooks aparca el Mustang detrás del Audi de los DeWolf. Ni el Comet ni el Camaro están presentes. Apaga el coche y con él, la música se corta dejando a Kanye West en medio de uno de los tantos Clique de la canción. Los tres bajamos del Mustang para encontrarnos con todo el barullo que se escucha aún más fuerte una vez que estás adentro. Storm está al pie de Steve, estirándose para entregarle unos billetes, da pequeños saltos y le pega en las botas al maestro de ceremonias que está demasiado ocupado admirando su reino como para prestarle atención a uno de sus corredores estrella, en uno de tantos golpes Steve por fin voltea a ver a Storm y se pone en cuclillas para escuchar mejor la apuesta que está haciendo el gemelo. Ríe a carcajadas y quita el dinero de las manos de Storm que regresa corriendo y con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

—¡Ey! Que bueno que llegaron, acabo de apostar que uno de los Thompson se voltea. —exclama Storm mientras toma grandes bocanadas de aire.

—¡Storm! —lo reprime su hermano.

—Ay no se va a morir, hierba mala nunca muere.

—Si, como no. —susurra Jet entre su aliento.

Brooks le da una ligera patada, haciéndolo dar un pequeño salto y le dedica un ceño bien fruncido a su amigo.
"Hierba mala nunca muere" era utilizada muy frecuentemente por un antiguo corredor que un día, debido a todas las drogas que tenía en su organismo, volcó su coche entre la multitud. Así nació la fogata. Muchos le prenden veladoras a los muertos, en Oakland, cada noche, lo que queda de un Charger se prende en fuego en honor a Cedric, hermano mayor de Mouth. Mouth es el primero en llegar todas las noches a la locación en la que se llevará a cabo la carrera, esta noche es una diferente por lo que el coche de Cedric no está aquí; sin embargo, la fogata arde en todo su esplendor iluminando la noche y la pista.

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