Just My Imagination

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SAINT

—... Entonces Cher subió al escenario y cantó una versión balada de Believe mientras Madonna arrojaba pétalos de rosas rojas como si fuera cupido.

—Y conforme la noche avanzaba más gente se acercaba a nosotros para "felicitarnos" —hace comillas en el aire con sus dedos—, y me daban billetes discretamente como si fuera un soborno.

—¡Y! —exclama interrumpiéndola—, y no te olvides de Grace arrojando arroz emocionada cada que alguien te daba dinero, arruinando toda esa discreción. —añade, provocando las risas de Jet y Brooks.

—Todas las chicas estaban tan emocionadas que hasta parecían nuestros familiares más cercanos.

—¡Sí! De hecho Cher se parecía a Saint. —me señala con su índice aún con esa enorme sonrisa mostrando sus perfectos dientes blancos.

Levanto mi dedo medio fulminándolo con la mirada.
Ace se ve tan diferente a otros días, con la falda negra que le llega a la cintura y a la mitad de los muslos, la pequeña blusa de satin verde de tirantes y sus inseparables Dr. Martens. Es casi como si estos días que no la he visto o tenido cerca, haya hecho a un lado las camisetas holgadas que por alguna razón siguen haciéndola ver femenina y atractiva, incluso más que Sophia; pero ahora, está ahí de pie junto a mi gemelo, contando la historia de lo que les paso por la noche al entrar a un bar drag en el Mission District. Se le nota demasiado animada y ríe a cualquier cosa que Storm dice mientras Jet y Brooks disfrutan de la anécdota y se quejan por no haber sido invitados.

¿A caso estás celoso, Saint?

Ahuyento la estúpida voz en mi cabeza que se burla de mí e intenta meterme ideas, aunque yo sé perfectamente que es simplemente mi imaginación la que me está haciendo ver algo que no está ahí: el pensamiento de que Ace y Storm se sienten atraídos el uno por el otro. Lo cual es imposible porque en primer lugar: Storm está perdidamente enamorado de Sophia, y en segundo lugar: Ace es la mejor amiga de Sophia. Así que a partir de este momento le ordeno a mi inútil cerebro y a esa maldita vocecita en el fondo de mi cabeza que se detenga para que mi imaginación lo haga también.

—En fin —continúa Ace sonriendo amplio—, al final de la noche terminamos con alrededor de cuatrocientos dólares y —sin pedir permiso o tener pena, se sienta en las piernas de Brooks que se encuentra con la espalda recargada en el respaldo de su silla. Ace se inclina para desatar su bota—, veinte francos. —señala sacando la bola de billetes de su zapato.

Jet se echa a reír al ver de donde a sacado el dinero y frunce el ceño. Brooks coloca una mano sobre la cintura de Ace, casi como impidiéndole que se ponga de pie, y ella no parece querer hacerlo tampoco.

—¿Por qué en tu bota? —pregunta el afroamericano de las trenzas sin moverse de su lugar.

—Es mi bolso. —afirma ella. Mete los dedos entre su tobillo izquierdo y la piel de las botas y saca algo que apenas alcanzamos a ver—. ¿Caramelo? —inquiere inocentemente ofreciéndole una paleta a Brooks.

La puerta de metal del garaje se abre y nos hace encogernos al escuchar el chirrido tan molesto que emiten las bisagras.

—Hola, hola. —saluda Eli una vez que pone un pie dentro del lugar e intenta cerrar con sumo cuidado la molesta puerta.

—¡Somos millonarios! —exclama mi hermano, quitándole unos billetes a Ace.

La morena frunce el ceño divertida.

—Genial. —concede.

Se queda de pie frente a mí y yo solo la observo desde mi lugar desparramado en el sillón mugroso. Me dedica una sonrisa con todos sus dientes y no puedo evitar contagiarme al verla, con su vestido amarillo cayendo descuidado sobre sus curvas y el largo cabello negro haciéndole compañía. Es impresionante.
Extiendo mi mano hacia ella y la jalo un poco para dejarla sentarse sobre mi regazo ya que tengo miedo de que el sofá le transmita una infección.

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