CAROUSEL

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SAINT

La mesa del desayuno se encuentra en silencio por parte de los miembros de esta familia que decide no dirigirse la palabra unos a otros, lo único que se escucha son los choques de los cubiertos contra los platos de cerámica que yacen frente a cada uno de nosotros. Storm se ríe de algo que ve en su teléfono, Robbie revisa unos planos en su iPad y les hace algunos cambios, con el ceño fruncido y soltando algunos "demonios" debajo de su aliento, Rex lee el periódico, cada quien se encuentra en su actividad y yo lo único que puedo hacer es ver hacia los vegetales de mi plato, removiéndolos con el tenedor como si quiera causar una tormenta de chícharos. Un ligero punta pie por debajo de la mesa me saca de mis pensamientos, levantando mi mirada hacia Arden que me observa con el ceño fruncido desde su silla frente a mí.

—¿Todo bien? —gesticula con preocupación.

Asiento y hago un ademán para restarle importancia a lo que está pasando en mi mente.

—Papá —llamo, sin dirigirme a alguien en específico.

—¿Sí? —responden ambos al unísono.

Por supuesto.

—¿Saben de algunas tiendas de antigüedades?

Ambos me miran confundidos y lo entiendo, ¿de cuando acá yo estoy interesado en antigüedades?
Inmediatamente mi hermano encuentra más interesante la conversación que yo voy a crear que lo que fuera que estaba causándole gracia en su pantalla. Storm me observa, inquisitivo, con una ceja bien arqueada y el cabello húmedo cayéndole sobre la frente, es casi como si estuviera leyendo mi mente y sabe perfectamente que es lo que quiero hacer con la información sobre la tienda de antigüedades.

—Sé de algunas —dice Rex—, puedo escribirte las direcciones, si quieres.

Todos me miran como si fuera un loco que quiere ir a asaltar tiendas de antigüedades cuando lo que en realidad quiero hacer es encontrar ese maldito carrusel que al parecer representa la vida y nunca deja de girar.

—Gracias. —musito y sin darle más vueltas a mis chícharos me pongo de pie con el plato entre las manos y me dirijo a la cocina en donde Tonya ve su telenovela. Sin prestarme atención sigue comiendo de su plato y viendo a dos personas tener una discusión acalorada en español.

Después del pequeño altercado que tuvieron nuestras placas tectónicas, me pasé toda la noche en mi teléfono, buscando aunque sea una foto de referencia del carrusel para buscarlo en las tiendas de antigüedades; según Ace, su casa estuvo abierta al público y hubo subastas de todas las cosas que los de bienes raíces decidieron que debían irse de casa de los Bogart. Ninguna de las fotos que encontré se acercaban a cómo me lo imaginaba después de la descripción detallada de Ace, de acuerdo con ella, era de techo rojo y blanco con detalles dorados, y ninguno de los que había encontrado en internet se parecían a su descripción, todos eran o completamente blancos, o completamente rojos, o completamente de cristal, ninguno como el de ella. Entonces reaccioné, si ese carrusel se fue en una subasta, seguramente algún propietario de una tienda de antigüedades debió comprarlo, les encantan esos chunches, ¿cierto?
Regreso al comedor en el que Storm vuelve a perderse en la pantalla de su teléfono a la que golpea con furia mientras escribe, con el ceño fruncido y haciendo sonidos de fastidio y chasquidos con la lengua, todos los demás parecen seguir en su tarea de ignorarse olímpicamente y yo necesito salir de aquí lo antes posible.

—Saint, tu lista de tiendas. —sin voltear a verme, Rex extiende una hoja de papel con un montón de nombres y direcciones.

Asiento en forma de agradecimiento, aún sabiendo que no hay manera de que me esté viendo pues al parecer el diario de San Francisco ha salido con una buena edición el día de hoy.

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