Someone in the Crowd

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SAINT

—Entonces, ¿lo hiciste o no?

—¡No!

—Saint, dile la verdad.

—Sainty, dime la verdad.

—¡No lo hice!

—Saint...

—Sainty...

—¡Argh!

Arden me mira burlona mientras mastica su omelet de la manera más condescendiente en la que se puede comer un maldito huevo aplastado; me sonríe socarrona junto con mi hermano que intenta tomar ventaja de la tan conocida telepatía de gemelos e intenta comunicarse conmigo y leer mi mente para seguir burlándose de mí.

—¿Qué les parece si seguimos hablando de las buenas decisiones que he tomado últimamente para mi vida? —inquiero perforando los pedazos de mango con mi tenedor.

—Es lo que estamos haciendo. —asiente Arden—. Ahora dime que pasó con esta chica Ace.

—¡Nada! Demonios... ¿Por qué nunca les puedo ganar?

—¿Entonces sí lo hiciste?

Pienso durante un segundo mi respuesta. Definitivamente voy a estrangular a Storm por abrir la maldita boca cuando le dije específicamente que no le podía decir a Arden y por supuesto que no le voy a decir absolutamente nada.
Llevo el pedazo de mango a mi boca y lo mastico con lentitud mientras paseo mi mirada de mi hermano a Arden que me observan expectantes. Es divertido tenerlos a mi merced mientras esperan a que les dé una respuesta impresionante sobre como mi vida ha cambiado desde ese día y que tuve una epifanía en donde se revelaban secretos sobre mi vida que ni yo sabía que tenía.
Decido terminar con su tortura y sonrío de lado preparándolos para lo que viene.

—No les voy a decir absolutamente nada.

Ambos sueltan un resoplido echando las manos al aire y dejándose caer sobre sus respaldos, Arden toma una de sus moras y me la lanza con desprecio lo cual me hace reír.

—¡Lo hizo! —exclama mi hermano golpeando ligeramente el brazo de la pelirroja—. Lo sé, lo conozco demasiado bien y ha estado sonriendo de esa manera tan... engreída desde ese día. —entrecierra los ojos hacia mí, examinándome.

Por supuesto que lo sabe, yo sé lo dije al idiota, y ahora está intentando que yo lo admita en voz alta frente a otra persona.

De ninguna puta manera.

—¿Y eso que significa? —pregunta Arden.

—¡Pues que tuvo sexo! ¿Qué más?

—¡Storm! —le arrojo la mora que antes fue dirigida a mí.

—¿Qué? Es completamente normal. —se encoge de hombros.

—¿Puedes callarlo por favor? —miro a Arden que sonríe divertida ante nuestro intercambio de palabras.

—Nop. Esto me gusta.

—Deja de lado tus fetiches de peleas de  gemelos menores de edad. —le señalo.

—Okay, primero que todo: qué asco. Segundo: Storm tiene razón, un veinteañero teniendo sexo es completamente normal. Y tercero: ¡Ya dime! —para finalizar sus palabras comienza a sacudir la mesa causando que nuestros vasos de agua se tambaleen amenazando con derramarse en el mantel blanco.

Resoplo. Tengo que darles algo sino nunca me dejarán en paz.

—Ace es mi amiga. —levantó el dedo índice—. Y eso es todo.

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