DESPUÉS
Solía dormir en una pequeña habitación adornada por dibujos mal hechos y mal coloreados de Jesús en la cruz y la virgen María, en una cama individual en la que nos acomodábamos mi hermano y yo porque él tenía miedo de dormir solo debido a sus recurrentes pesadillas en donde nos separaban y lo enviaban a vivir a Alaska, él no las recuerda —o al menos eso dice— pero a mí siguen causándome gracia. Éramos cinco niños en aquella pequeña habitación: Christian de doce años, dormía en la cama superior de una litera y había llegado allí después de que su padre lo abandonara después de la muerte de su madre, recuerdo que era demasiado alto para tener doce y demasiado rubio y blanco para no ser racista. La verdad es que nunca supe si era racista o no ya que unos meses antes de que Storm y yo fuéramos adoptados su tía lo había encontrado por fin y se lo había llevado a San Diego. En fin, espero que esté bien y que no sea racista; el poco tiempo que compartimos con él parecía ser un buen chico sureño al que le encantaba llamarle "dulzura" a la hermana Anna.
¿Qué hacia en Woodstock si era del sur? Solamente él y servicios infantiles lo sabrán. Me encojo de hombros mentalmente.
En la cama inferior de dicha litera, durante las noches yacía inerte el cuerpo dormido de Trevor, diez años, pelirrojo con el rostro lleno de pecas y los dientes más torcidos que te puedas imaginar. Demonios, Trevor era insoportable. El hijo de perra hizo llorar a Storm una vez al burlarse de él porque no tenía madre, ¡la cual él tampoco tenía!, Storm lloró durante veinte minutos e hipaba cada vez intentaba decirme la razón de sus lágrimas; cuando lo hizo, le recordé que el desgraciado de Trevor tampoco tenía madre y después le rompí la nariz al pelirrojo con un cabezazo que nos desorientó a ambos. Tal vez reaccione exageradamente pero en ese momento me pareció que era lo correcto. Tuve que disculparme con Trevor que siguió durmiendo en la misma habitación que nosotros hasta que lo adoptaron dos semanas antes que a nosotros. En su despedida, me levanto el dedo medio a escondidas de la hermana Jackie. Trevor a diferencia de Christian, era demasiado bajo de estatura para su edad, lo cual comprueba la teoría de mi abuela de que no hay enano bueno.
Ejemplo: Chucky, Leprechaun y Mojojojo.
Por último, en la cama superior de la litera en la que dormía yo también, estaba Johnny de grandes ojos azules, y cabello castaño claro que le caía a los ojos y casi le llegaba a los hombros, cuando era verano en Woodstock y estaba demasiado caluroso, se hacía una coleta que nos permitía ver la cicatriz que tenía en una de sus pobladas cejas. Según lo que nos contó cuando estuvo con nosotros, Johnny era un niño maltratado por su padrastro y su madre nunca hacía nada para defenderlo pues también le tenía miedo, no supe que fue de él, Storm y yo fuimos adoptados por Robbie y Rex antes de saber algo más de su vida; siempre fue tímido, casi nunca hablaba con nadie y una vez amenazó a Trevor quien se burlaba sin cansancio de su cabello.
Solía dormir en una pequeña habitación muy parecida a esta, con camas cubiertas por sábanas blancas y la habitación cubierta por papel tapiz blanco con flores rojas y hojas verdes; la diferencia aquí es la cama doble con cabecera de hierro pintado de color dorado, los dibujos mal coloreados son reemplazados por una fotografía en blanco y negro de un hombre y una mujer riendo, ella lo abraza por detrás y es casi como si no se dieran cuenta que les están tomando una fotografía.
Las sábanas blancas están hechas un desastre en un lado de la cama junto con el grueso edredón del mismo color, y en ese mismo lado, a la orilla de la cama se encuentra una chica de corto cabello castaño del cual caen gotas de agua que se impregnan a su holgada playera anaranjada.¿O es mi playera?
—Buen día, Santo. —dice más no voltea a verme, mantiene su mirada clavada en el tranquilo movimiento de las cortinas provocado por la brisa del exterior.
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MotorSport
RomanceAún recuerdo cuando la conocí. De pie con su camiseta holgada y pantalones rasgados, el ceño fruncido y debajo de él, dos ojos azules que me observaban confundidos. Había demasiadas cosas que Ace Bogart ocultaba; sin embargo, ninguna de ellas me im...