—¿Quieres comer en mi casa? —pregunta Sophia, apareciendo de quién sabe dónde y echando su brazo alrededor de mis hombros.Frunzo el ceño y niego con la cabeza.
—Voy a darme una vuelta por el taller y provocarle un infarto a Napoleón. —bromeo, aunque quizá lo del infarto sí termine sucediendo.
—Vamos, te llevo.
Caminamos hasta su auto con paso tranquilo. Hablamos de cosas sin relevancia, de como nos fue en el día y de las nuevas cosas que aprendimos. No tocamos el tema del pasado, no lo hemos hecho desde que regresé, al menos Sophia parece reticente de hablar de todo aquello y soy yo quien comienza el tema, y no puedo evitar hacerlo. Cuando decidí volver a San Francisco, no me imaginé que quien alguna vez considere mi amigo me daría la espalda de esta manera, y no, no me refiero a Sophia, ella no me fallaría, me refiero a Napoleón y a Jet. Cuando lo volví a ver por primera vez después de tanto tiempo se veía tan feliz, pero cuando estuvo Nap frente a mí y Jet también estuvo ahí, pude ver que en la mirada de ambos algo se había perdido. El viejo no me quiere ver ni en pintura, y estoy segura que Jet ya ha advertido que se alejen de mí. Vaya mierda, eh.
—Hola, señoritas.
—Adiós, Storm. —espeta Sophia.
Intento ocultar mi risa cubriéndome la boca con la mano pero no soy nada sutil y fracaso estrepitosamente, ganándome una mirada fulminante por parte de Storm.
—Ace —me llama—. ¿Iras pronto a visitarnos? Nap se muere por verte. —dice, según él ignorando a mi amiga.
—Más bien se muere si me ve. —me burlo. Gesticula un touché y asiente—. Aún así, iba para allá a verte pelear con mi auto.
Gruñe y pone los ojos en blanco en señal de fastidio fingido.
—Tenemos una relación amor/odio por el momento.
—Pensé que tú no tenías relaciones con nadie. —farfulla Sophia.
Storm la mira, le clava los ojos en la espalda y puedo ver su mandíbula apretarse.
—Voy a ignorar su voz —me dice y señala a la rubia—. Y voy a desviarme hacia allá para pedir un taxi ya que mi hermano me ha dejado sin auto. —desvía su índice hacia el otro lado del camino.
—¿A donde vas? —pregunto.
—Al taller.
Oh, esto va a ser muy divertido.
—Sophia nos puede llevar.
No termino mi oración cuando ella se detiene en seco, da media vuelta y me dedica una mirada asesina. Sus ojos bailan fuera de sus órbitas y se pasean de Storm a mí con furia.
—Ace... —musita amenazante.
—¿Qué? —respondo inocentemente.
Inmediatamente sus ojos se fijan en Storm.
—Si dices aunque sea pio en el camino te bajas. —y sin darle oportunidad al otro de respirar, se da media vuelta y sigue su camino.
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MotorSport
RomanceAún recuerdo cuando la conocí. De pie con su camiseta holgada y pantalones rasgados, el ceño fruncido y debajo de él, dos ojos azules que me observaban confundidos. Había demasiadas cosas que Ace Bogart ocultaba; sin embargo, ninguna de ellas me im...