ACE
—¡¿En serio te llamó racista?! —exclama Sophia, asomando la cabeza desde su closet.
—No. —canturreo.
—¡Por supuesto que sí! —interviene Brooks desde su lugar en el diván junto a la enorme pared de cristal de la habitación, mientras arroja una pequeña pelota al aire y la atrapa ahí mismo—. Te dije que no me agradaba.
—A ti nadie te agrada. —se burla Sophia. Sale de su closet señalando un vestido color lavanda con estampado de margaritas.
Yo asiento.
Brooks la ignora.
Sophia le avienta un zapato.
—¡Ah! —se queja él fulminando a la rubia mientras se soba el brazo—. Saint es un perro faldero cuando está con ella, y Storm concuerda conmigo.
—¿Saint DeWolf un perro faldero? —inquiere Sophia, sacándose la ropa sin importar que Brooks esté ahí, como sea él no presta atención—. Debe estar de verdad enamorado.
—O la cubana hace buenos trabajos. —se encoge de hombros.
—Iugh. —nos quejamos Sophia y yo al mismo tiempo.
—Recuérdame por qué te sigo dejando entrar a mi casa. —la rubia alisa el vestido con las palmas de sus manos. Brooks se da un beso en la punta de los dedos y finge lanzarlo hacia ella.
—No creo que sea un perro faldero como tal —me encojo de hombros—, simplemente apoya a su novia.
Sophia le da la vuelta a la cama hasta llegar frente a mí y se planta allí con ambas manos en su cintura. Me observa incrédula.
—¿Aún cuando está mal lo que dijo? Eso hace un perro faldero, Ace.
—¡Exacto! —concede nuestro amigo, incorporándose en el diván—. Cuando tú decías una estupidez Garsiv te lo hacía saber.
—Garsiv siempre fue un hijo de puta.
—Un hijo de puta que te ponía en tu lugar. —apunta la rubia hacia mí—. ¿Qué tal? —señala hacia su atuendo.
Ambos la miramos embobados. La mujer es hermosa y parece una modelo; alta, de piernas largas, cabello rubio que le llega a la cintura, el rostro regordete se le nota más bronceado de lo normal al igual que el resto de su piel y los ojos verdes le brillan.
Storm es un imbécil.
—Hermosa. —admite Brooks—. Pero está lloviendo, mi amor. —señala por la gran pared de cristal que nos regala la increíble vista panorámica de San Francisco y el Golden Gate que está cubierto por algo de niebla.
La casa se encuentra en una de las colinas de Sausalito, con acabados modernos y todo el lado lateral compuesto de una gran pared de cristal que nos permite ver hacia San Francisco desde aquí; pisos de madera pulida y todos los muebles de color blanco que hacen el interior verse impecable. Parece un modelo elaborado por el mismísimo Elon Musk.
—Mierda. —azota su pie en el suelo haciendo un berrinche y levanta el dedo medio hacia nada específicamente.
—En fin, ya lo he decidido, ya no voy a hablar estupideces cuando ella esté cerca. —resoplo quitando una pelusa imaginaria de mis pantalones de tartán rosa.
Sophia bufa.
—No son estupideces, son cosas que nosotros decimos y si ella no las toma con un poco de gracia es su culpa. —espeta enfundándose unos jeans negros—. A parte, ¿racista? ¿En serio? El comentario no tuvo nada racista, está de moda odiar a los blancos. —hace un ademán restándole importancia—. Somos imbéciles. Está confirmado. Y en ningún momento menospreciaste que fuera cubana. —señala—. Con esa actitud va a terminar diciendo que Brooks es racista. ¡Brooks!
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MotorSport
RomanceAún recuerdo cuando la conocí. De pie con su camiseta holgada y pantalones rasgados, el ceño fruncido y debajo de él, dos ojos azules que me observaban confundidos. Había demasiadas cosas que Ace Bogart ocultaba; sin embargo, ninguna de ellas me im...