Matilda

83 12 0
                                    




SAINT

Esto es para Matilda.

No hay muchas cosas que recuerde sobre mi niñez. Lo único que recuero es siempre tener que cuidar que mi hermano no se rompiera algo, y mientras lo hacía también me aseguraba de no romperme nada yo. Seguir el ritmo de Storm siempre había sido difícil; no existía un día en el que estuviera quieto o sentado por largos periodos de tiempo, siempre tenía que hacer algo para no volverse loco él mismo. En fin, volviendo al tema de la niñez, no hay mucho que recuerde, y las pocas cosas que recuerdo quisiera no tenerlas presentes. Uno de los recuerdos que más rondan en mi cabeza es aquella vez que un matrimonio estaba buscando adoptarnos. Ella era joven, más que él definitivamente, de grandes ojos grises y cabello tan rubio que parecía albino, tenía una sonrisa grande de dientes brillantes, como esos de los comerciales de dentífrico. Storm decía que su rostro le recordaba al de un hada y que su pareja parecía ser el ogro que la tenía secuestrada. Y era cierto, él era mayor que ella definitivamente, regordete y con indicios de calvicie atacándolo. El papeleo estaba casi terminado, estábamos a dos pasos de convertirnos en sus hijos y una parte de mí estaba feliz de que iba a ser así, ella parecía una buena madre.

Hay otro recuerdo que visita mi mente de vez en cuando. Recuerdo a la hermana Jackie atravesar las puertas del que solía ser nuestro dormitorio, nos dedicó una mirada que no había visto antes. La chica con rostro de hada de caricatura había sido asesinada a manos de su marido, el ogro, después de un ataque de celos infundado. Storm y yo teníamos siete. Su nombre era Matilda.

***

Hay un desayuno completo sobre el comedor de cristal en donde están sentados Papá y Papá hablando sobre algo que acaba de ocurrir en la constructora para la que trabaja Robbie. Storm ataca sus pancakes como si no hubiera comido en días, llenándolos de mermelada de fresa e intercalando bocados de pancake con sorbos de la malteada de chocolate con una montaña de crema batida encima. Es casi como si estuviéramos alimentando a un pobre hombre sin hogar.

Storm percibe la mirada que le dedico en cuanto me siento en la silla frente a él y levanta la cabeza de su plato de pancakes para mirarme confundido.

—¿Qué? —balbucea con la boca llena de comida.

Niego con la cabeza y levanto ambas manos para defenderme de algún posible ataque.

—Storm, ¿no crees que te estás excediendo un poco? —inquiere Papá Dos observándolo con cierto asco al ver todo el azúcar que mi hermano ingiere.

—Estoy en desarrollo.

—Tienes veinte. —murmuro.

Me fulmina con la mirada y después vuelve la vista a su desayuno no tan saludable. Es extraño ver a mi hermano comiendo todo esto ya que no acostumbra ingerir tanto azúcar, siempre ha sido de desayunar frutas o yogurt, por lo tanto es extraño verlo así. Supongo que es porque sus calificaciones finales aun lo tienen algo traumatizado y es por eso que se ha dedicado a engordarse a sí mismo como yo hace unos meses.

—Chicos, estábamos revisando nuestras agendas para las vacaciones.

Aquí viene la mejor época del año. Esa época en la que todos nos olvidamos de lo que pudo habernos pasado durante la primera mitad del año, estamos en el medio tiempo del año, ese medio tiempo en el que nos dedicamos a olvidarnos de San Francisco y tomarnos una semana libre de cualquier cosa que pueda suceder. Son las semanas DeWolf que tanto esperamos los cuatro, cinco, si es que Arden nos acompaña este año.

—Oh, claro, Jamaica. —exclama mi hermano, fingiendo tocar los bongos.

Papá y Papá hacen una mueca que dice claramente "Lo siento mucho... pero váyanse a la mierda" por lo que Storm y yo dejamos de sonreír ante la idea de un muy cálido Jamaica dándonos la bienvenida con los brazos abiertos e imaginándonos los culos congelados en el maldito Aspen de mierda.

MotorSportDonde viven las historias. Descúbrelo ahora