Jax y Garsiv en multimedia.
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Tomo un profundo respiro antes de comenzar lo que va significar toda la verdad sobre lo que fue de mi vida. Limpio las lágrimas de mis ojos para permitirme ver mejor y me doy a la tarea de seguir.
A Jax le gustaban los sándwiches de mantequilla de maní y mermelada. Le gustaba leer los libros que Napoleon tenía en el enorme librero en el fondo del taller. Sabía mucho de muchas cosas, de cosas que no te esperabas que supiera. Sabía cada cuanto tiempo pasaban cierto cometa, sabía de política, cuantos cargos había en la cámara de diputados y los nombres de cada uno de ellos. Estaba convencido que Lincoln era gay y por lo mismo decía que era su presidente favorito. Era ateo y tenía una teoría completamente desarrollada que explicaba porque él no creía que Dios hubiese existido. Sabía de historia, demasiado para ser saludable. Sabía de matemáticas, era buenísimo con los números y los ángulos y podía decirte que iba a suceder si alguno de los conductores giraba el volante de más, "Es simple física" decía, se encogía de hombros con desdén y explicaba rayando en la sucia pizarra del taller alguna teoría sobre la tracción entre otras cosas que nadie más que él entendía.
Era originario de Chicago. Incluso llevaba un tatuaje en su cuello que gritaba SOUTH SIDE. Todos se conocieron en el taller de Napoleon donde Garsiv trabajaba.Brooks y Jet eran amigos desde mucho tiempo antes, habían crecido juntos en un pequeño pueblo de la bahía llamado Guerneville, escuchando a Too $hort y conduciendo de manera descuidada; se mudaron juntos a San Francisco cuando tuvieron la edad suficiente para mantenerse solos. Se hicieron amigos de Garsiv casi de inmediato, todos tenían la misma edad. Al poco tiempo apareció Jax. El afroamericano de las rastas que tenía casi la misma energía que Garsiv y un parecido increíble al mismísimo Prince.
Me atrevo a decir que Jax y Garsiv tenían una conexión especial, eran mejores amigos, y aunque no les gustara admitirlo, el grupo si estaba dividido, eran Brooks y Jet, y por otro lado estaban Jax y Garsiv. A ambos les gustaba correr entre las multitudes de Oakland, ambos eran buenos en matemáticas y a ambos les gustaba coquetear con chicas mientras sostenían los Franklins a manos llenas.
También tenían otra cosa en común...
Cuando Sophia y yo estábamos en nuestro segundo año de preparatoria, no éramos exactamente el santo de la devoción de nadie. Al final de cada día, mientras salíamos por la puerta principal de la institución, todos nos miraban, intentando adivinar cuál era el siguiente problema en el que nos íbamos a meter esa noche.
Todo comenzó cuando Sophia llegó a la escuela emocionada un día. Su hermano había accedido a llevarla con él a las carreras clandestinas de Oakland, todo el mundo conocía las carreras, como también todo el mundo sabía que a ese lugar no se iba exactamente a hacer cosas buenas. Y Ace Bogart como la buena amiga e idiota que era se dejó convencer por la rubia para ir nosotras solas a las carreras. Su hermano había regresado a la universidad por lo que no teníamos a nadie que nos impidiera hacer estupideces y ambas teníamos la perfecta excusa para salir esa noche. Fue la primera vez que pisamos el terreno baldío de Oakland.
Esa noche éramos solamente nosotras dos, completamente solas entre la multitud que se congregaba alrededor de la pista improvisada en la que se habían formado grupos grandes de amigos que vitoreaban a sus corredores favoritos. En ese lugar conocimos a Preston y Park Thompson, en ese entonces los únicos gemelos y los más famosos de las carreras, siempre corrían contra los Harrer. Ron y Reggie eran conocidos por todos en ese lugar; sin embargo, en aquel entonces no eran solamente todos los corredores los que se juntaban allí. Había un grupo de motociclistas que siempre estaban con los hermanos Harrer y los Thompson, eran como el mismísimo cáncer de las carreras. A nadie en ese lugar les agradaba ese grupo de amigos, todos con autos nuevos, Camaros recién salidos de la agencia y Ducatis ruidosas que aturdían a todo el mundo.
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MotorSport
RomanceAún recuerdo cuando la conocí. De pie con su camiseta holgada y pantalones rasgados, el ceño fruncido y debajo de él, dos ojos azules que me observaban confundidos. Había demasiadas cosas que Ace Bogart ocultaba; sin embargo, ninguna de ellas me im...