LOREN:
Pasamos la tarde en la pista de esquí sin almorzar. Estaba hambriento como un salvaje desde antes de entrar al centro comercial, pero simplemente no encontré un momento en el que se sintiera correcto interrumpir lo que estábamos viviendo. Me sentía orgulloso de cada vez que una sonrisa se extendía por su lindo rostro. «Joder». Incluso cuando se caía, asustándome como la muerte, y reía era agradable. No lo iba a arruinar siendo un maldito idiota quejón, por lo que no nos detuvimos hasta que sus piernas empezaron a flaquear por el cansancio, pienso que Anabelle sobrepasó su capacidad, y llegó el momento de devolver el equipo.
Terminó con su ropa antes que yo. Sus manos eran ágiles. Debían serlo por el montón de manualidades que hacía en el jardín. Mientras que ella danzaba dentro de los nuevos jeans y la fea camiseta con el logo del centro comercial que se colocó en el baño, para mi desgracia, yo apenas me deshacía de mis botas.
También estaba el factor Instagram-tortuga involucrado.
─Mira lo que compré. ─Me tomó por sorpresa sentándose junto a mí en la banca con dos paquetes. Su olor era increíble─. Son shawarmans. Hay uno de pollo y otro de carne. Yo estoy bien con ambos. ¿Cuál quieres tú?
─El de pollo está bien ─respondí desconcertado.
Solo había dejado de verla por cinco minutos, ¿cómo los consiguió?
─Hay un carrito allí ─contestó mi pregunta sin hacer señalando un hombre jugando con una espátula tras un carro de metal a una distancia considerable─. Ya estaba un poco harta de escuchar tu estómago crujir. ─Lo desenvolvió para entregármelo. Lo tomé cuando acabé con mis botas. Con la otra mano cogí las bolsas con la ropa de ambos. Estaba putamente avergonzado. Mi obeso interior era una maldición─. ¿Qué te parece si comemos mientras damos un paseo por las tiendas? ─preguntó leyéndome la mente por segunda vez.
─Sí, suena bien para mí.
─Me ha encantado esquiar. De verdad que sí. ─Le dio un mordisco a su shawarman─. ¡Esto está buenísimo! Prueba el tuyo.
Lo hice lamentando no haber elegido el de carne. Por la expresión de éxtasis en su rostro era una cosa de otro mundo, pero el pensamiento duró hasta que probé el mío. El de pollo estaba demasiado bien también. Demasiado. Todo en la mezcla de los vegetales con la salsa y la carne blanca era perfecto. Mi vida cambiaría para bien si conseguía uno de estos a diario de regreso a casa.
─Mierda. Tienes razón. ─Una sonrisa estúpida se instaló en mi cara cuando me ofreció el suyo. Me agaché unos centímetros para darle un mordisco. No pude decidir cuál de los era mejor, ambos estaban muy buenos. Pedí su opinión─. Anda.
Anabelle le dio un mordisco de pájaro.
─Me gusta más el mío ─dijo tras masticar.
─A mí también.
─La próxima vez pediremos de carne.
«La próxima vez» sonaba como una promesa de un día parecido, la primera que me gustaba escuchar salir de los labios de una mujer. Si tuviera que elegir un día para repetirlo una y otra vez por la eternidad, exceptuando a Ethan, sería este.
─Pero yo invito.
─Ya me has invitado mucho. ─Observó con añoranza una máquina expendedora de refrescos. Saqué un par de billetes de mi bolsillo y nos acerqué para sacar dos Coca colas─. Mucho ─repitió tomando su primer trago.
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Deseos prohibidos © (DESEOS #3)
General FictionLoren Van Allen no es de los que se enamoran de cualquier cosa a primera vista; no compra un par de zapatos hasta probarlos, no cambia su sabor favorito de helado para experimentar con otro y definitivamente no altera el orden de su vida por una muj...