Capítulo 47: Paul.

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LOREN:

Estaba yendo hacia la habitación de Ana una vez Lena regresó con Mike, quién se había quedado dormido antes de que terminara el partido de los Titanes de Nueva York, cuando Ryan me interceptó en la sala de espera. Arrugué la frente. Pensaba que ya se habían ido. Habían estado un rato con Mike antes del trasplante, animándolo, sin decirle nada sobre la prueba de paternidad. Rachel y Marie habían dicho que se marcharían cuando Anabelle despertara de la anestesia. Estaba vestido con ropa de trabajo de campo. Camisa, pantalón y una chaqueta de cuero anti balas.

Totalmente casual.

─Estaba terminando de hacer una entrega cuando recibí la información que me pediste. ─Me entregó un sobre abierto. Mi frente se frunció cuando leí el contenido. Era información sobre Paul, el esposo de Lena, muy detallada─. Está cerca. En Rooks Bridge. No nos tomará ni siquiera una hora llegar allí. Si quieres podemos ir a visitarlo en este mismo momento.

La prueba de paternidad se tardaría al menos un par de días más en estar lista, por lo que asentí.

El idiota tenía que saber algo.

─Vamos ─dije y al instante empezamos a salir del hospital.

Ignorando la opresión en mi pecho por no ir a ver a Anabelle, entramos en el ascensor. Lo más que quería en este momento era estar con ella, pero nunca me lo perdonaría a mí mismo si a Mike le sucedía algo sin que yo tener la precisión de que era mío. Ya entendía la insistencia de Anabelle de que me quedara con él. Debía empezar a asumir la responsabilidad. Hacerme un hueco en su vida sin importar que no fuera mi culpa que no lo tuviera de forma permanentemente.

Maldito Blackwood. Ahora que sabía lo que se sentía, jamás volvería a molestarlo con Maddie. Ese tema quedaría enterrado de por vida. Sin rencores. Llegó el momento de pasar página.

En lugar de ir a mi camioneta fuimos a su auto, un Audi blanco blindado, mis pensamientos perdidos a medida de que avanzábamos por la ciudad y luego por la carretera de condado en condado. A medio camino empecé a leer el contenido del informe. Paul Li era un canadiense rubio, pero no rubio como Mike, algo más oscuro y bronceado, un sujeto bastante simple. Solía ser abogado en un buen bufet en Cornwall. Lena y él se habían conocido en el club de tenis en el que ambos tomaban clases. Luego se habían casado y vivido en conjunto con Peter, el padre de Lena, puesto que este ya estaba bastante enfermo para cuando se conocieron. Ahora estaba despedido, viviendo en un hotel con su mejor amiga de la universidad.

Cuando llegamos a penas podía mantenerme quieto en un mismo lugar debido a la adrenalina golpeando mis venas. Me sorprendí y lo agradecí mucho cuando vi una camioneta militar en el estacionamiento, John, Nathan y Diego dentro. Me relajé un poco cuando se bajaron de ella luciendo como paramilitares. De dónde habían sacado la ropa, no lo sabía, pero lucían como extras interpretando un equipo terrorista contratado para derrocar a las naciones. Nathan llevaba una computadora y un proyector, por otro lado, lo que no entendí.

─No pensaste que te dejaríamos solo en esto, ¿o sí? ─preguntó John amarrando una pañoleta alrededor de su cabeza.

Fruncí el ceño. Ni siquiera había pasado por mi mente que esto pudiera convertirse en una de nuestras aventuras de mierda hasta que los vi.

─En realidad...

─Gracias por venir, chicos ─me cortó Ryan saludándolos con apretones de mano─. ¿Hicieron lo que les pedí?

Nathan, alías el nerd del grupo con sus nuevos lentes, asintió.

─El objetivo está dentro. La zona está libre. ─Abrió su computadora, la cual al encenderse me mostró un plano de la habitación de Paul. Debían ser tipo departamento, puesto se veía muy entretenido cocinando algo, tal vez hierba─. Dejamos la cámara en la ventana, entre los arbustos. No ha entrado en la habitación. No hay rastro de Julliet.

Deseos prohibidos © (DESEOS #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora