LOREN:
Fue imposible no sentirme como la mierda, algo que se estaba volviendo una molesta costumbre, cuando a la mañana siguiente, exactamente a las siete en punto de la mañana, vi salir a Mike con Lena de su casa. Él lucía cansado, ojeras enormes debajo de sus ojos y su paso tambaleante. También débil. Definitivamente más enfermo que la última vez que lo vi, lo cual había sido tan solo un par de días atrás. El pensamiento de que pronto el tratamiento en contra su cáncer podría dejar de funcionar me hizo casi desear que la prueba de paternidad diera positivo. El chico tenía derecho a una figura paterna. Lena era un asunto completamente diferente a él. Con Mike no tenía ningún problema. Lo malo, como siempre, estaba en el mundo de los adultos. Era partidario de que los niños nunca deberían tener que ver en eso.
─Hola, Mike ─lo saludé cuando ambos subieron al auto con ropa abrigada─. ¿Cómo estás? Tiempo sin verte ─bromeé.
─Bien ─respondió a secas─. ¿Por qué nos llevarás tú al hospital?
Miré a Lena sin saber qué decir─. Tu madre me pidió el favor.
─Bueno ─dijo abrochándose el cinturón en la parte trasera del auto junto a su madre, cuya decisión de sentarse atrás agradecí.
Era la primera cosa inteligente que hacía.
Lo miré por el espejo retrovisor─. ¿Desayunaste?
Mike negó.
─Mamá dijo que desayunaríamos contigo después de hacerme el examen en el laboratorio ─dijo.
Apreté el volante con fuerza ante la culpabilidad en el rostro de Lena, quién también se sonrojó. No había leído en línea que el ayuno fuera necesario cuando me senté a investigar sobre la prueba de paternidad una vez llegué a casa. Tampoco tenía ningún maldito problema llevando a Mike a comer fuera mi hijo o no, pero odiaba sentir que me manipulaban para hacer alguna mierda.
─Podemos ir por panqueques después ─respondí siendo amable y no estacionándome para bajar a Lena del auto.
Mi propuesta por fin trajo una sonrisa a su rostro exhausto.
─Mamá, ¿puedo untar mis panqueques en nutella?
Lena acarició su mejilla antes de atraerlo a su pecho para que descansara más cómodamente, no retorciendo el cuello contra el cristal de la ventana como había estado haciendo.
─Claro que sí, cariño ─respondió haciéndole cariños mientras manejaba de camino al hospital.
El día estaba malditamente gris. En cualquier momento las nubes cederían e iniciarían una tormenta. Me sentía identificado con el clima. Yo mismo intuía que en el momento en el que Anabelle se enterara de lo que estaba a punto de hacer, independientemente de los resultados el drama empezaría. Aún seguía intentando descifrar cómo haría para enfrentarlo o hacerla entrar en razón cuando eso sucediera. Había visto su expresión cuando perdimos a nuestro último ángel. No había sido bonito. Ella misma se negaba la posibilidad de explorar más opciones por miedo a pasar por lo mismo otra vez. Decía que no lo soportaría.
¿Cómo podía decirle que probablemente tenía un hijo sin herirla?
─¿Loren Van Allen? ─preguntó la enfermera a penas crucé el umbral del laboratorio con Mike y Lena siguiendo mis pasos.
Había molestado el servicio en línea del establecimiento apartando una cita desde la una de la mañana. Luego rogando y poniéndome en contacto con el gerente para que agilizaran los resultados. Esto no era una maldita novela. Quería saber lo más antes posible si Mike y yo éramos o no padre e hijo para así poder continuar con mi vida. No saberlo era una tortura que me mantenía en una posición en la que no podía moverme hacia ninguna parte.
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Deseos prohibidos © (DESEOS #3)
General FictionLoren Van Allen no es de los que se enamoran de cualquier cosa a primera vista; no compra un par de zapatos hasta probarlos, no cambia su sabor favorito de helado para experimentar con otro y definitivamente no altera el orden de su vida por una muj...