ANABELLE:
Loren y yo tuvimos el mejor comienzo que una historia de amor puede tener. Después de regresar de los Emiratos como su novia oficial, nuestra recién iniciada relación solo fue de bien a mejor. A pesar de lo rápido que se desarrolló todo, sus padres me adoptaron como una hija más, me convertí en hermana de sus hermanas y con el pasar de los días no hubo sitio en Brístol en el que no nos hubiéramos besuqueado como adolescentes. Su caballerosidad conmigo nunca se extinguió. Mi amor por él solo se hizo más profundo. A los pocos meses conseguí que su estirado trasero trajeado prefiriera sentarse con un tazón de alitas y cerveza negra en el sofá, viendo algún partido de fútbol transmitido en vivo, sobre empujarme a cualquier sitio caro. Él, por otro lado, me hizo admitir en voz alta que adoraba ser mimada.
Por supuesto, al decirlo me refería a sus abrazos, caricias en mi cabello y besos.
Por supuesto, Loren lo malinterpretó a su favor.
Por supuesto, recibo paquetes de e-bay cada semana desde entonces.
Esa mañana, precisamente, el golpe familiar del hombre del correo, Harold, hizo que me levantara de un salto del suelo, dónde había estado cortando figuras de cartón para los niños de un hospital local de Cornwall al que Loren donaba dinero, visitaríamos pronto sus instalaciones, y corriera en dirección a la puerta. Mi cabello estaba hecho un nido lleno de purpurina y pintura, estaba en pijama, pero Harold ya nos había visto en peores condiciones. Con «peores» me refería a mi hermoso novio semidesnudo en el portal y a mí escondiendo mis encantos tras dos cojines.
Mis labios se fruncieron en una mueca cuando vi la cantidad de paquetes arremolinados a sus pies, otros en sus manos y brazos. Con un poco más de carisma podría empezar a hacerme famosa haciendo haúles de ropa en Youtube. Mi excusa al mundo sería el pasatiempo de hacer compras en internet de Loren.
─Fue menos que la semana pasada ─dijo el hombre encogiéndose de hombros.
Rodé los ojos.
─Al menos nada es demasiado grande.
Una vez recibí un trampolín. Fue divertido saltar sobre él en la calle, pero no entró en el departamento, el edificio no me permitió dejarlo en mi puesto vacío de estacionamiento, ni hubo espacio para él en lo de Loren, así que tuvimos que donarlo a Madison. Pensar en la sobrina de Loren trajo una sonrisa a mi rostro. La cuidábamos, al igual que a los niños menores de Marie, al menos una vez a la semana. Cada uno de los pequeños demonios tenía un sitio especial en mi corazón, incluso Kevin, el hijo del cuñado de Rachel, pero Madison, de cierta forma, era responsable de haber traído a Loren a mi vida. Siempre estaría agradecida con ella por eso. Tenía que pensar en un regalo, por cierto, pronto. Estaría de cumpleaños, el quinto, en una semana. George, su hermano, sin discusión el favorito de Loren, ya tenía tres.
Dos años y medio, casi tres, habían pasado desde que nos conocimos.
─Gracias ─murmuré tras firmar e iniciando mi primera ronda de viajes para llevar las bolsas y paquetes dentro.
─A la orden, señorita ─se despidió con un saludo militar antes de dar media vuelta y bajar las escaleras hacia su camioneta de entregas.
Me tomó cerca de diez minutos tener todo dispuesto sobre mi cama. No solo era ropa, también cosas para el hogar, algunas realmente estúpidas como inventos asiáticos coloridos para pelar diferentes tipos de verduras, o para nuestra mascota. Sí. Nuestra relación iba tan avanzada que habíamos adoptado una tortuga de agua que se mudaba semanalmente, al igual que nosotros. Era ridículo que siguiéramos viviendo separados, todo el mundo pensaba así, pero para nuestra relación estaba bien. El sistema nos permitía una especie de equilibrio entre su mundo y el mío. Un montón de bailes y champagne después, Loren todavía lograba convencerme de que el estilo Van Allen era mejor que mi vida tranquila y cómoda, llena de pizza y pantuflas, de maestra de kínder.
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Deseos prohibidos © (DESEOS #3)
General FictionLoren Van Allen no es de los que se enamoran de cualquier cosa a primera vista; no compra un par de zapatos hasta probarlos, no cambia su sabor favorito de helado para experimentar con otro y definitivamente no altera el orden de su vida por una muj...