ANABELLE:
Desperté entre sábanas desconocidas con un fuerte dolor de cabeza y una terrible opresión en el estómago: literal. Me costó un par de minutos darme cuenta que no era causada por indigestión, acidez u otro tipo de malestar estomacal, sino por la pierna de Loren sobre mí. Él estaba acostado horizontalmente en la misma cama que yo. Parcialmente también. Parte de su cuerpo estaba sobre mí. Su muslo derecho para ser específica. No sé si esto fue amplificado por la resaca, pero estaba segura de que pesaba más que mis dos piernas juntas.
Asaltada por un terrible calambre, no me quedó de otra que pinchar su mejilla con mi índice. Al hacerlo tuve cuidado de no mancharme con la baba que caía de su boca hasta secarse en su cuello.
Usaba la misma ropa de ayer.
Su cabello estaba despeinado.
Tenía marcas de la almohada en todo el rostro.
De repente parecía desprovisto de cualquier carga sex-appeal.
─Loren ─gruñí agitándome─. Por favor, levántate, tengo ganas de ir al baño.
─Grrr, gatita ─ronroneó en respuesta abrazándose a un cojín.
«¿Gatita?», pregunté para mis adentros, pero decidí ofenderme después.
Mi tono se volvió suplicante─. Loren, levántate.
─¿Quieres más? ─Agitó sus caderas, movimiento que definitivamente no ayudó con mis calambres. «Dios, ayúdame». Despertar con él no era lo que vendía el folleto de www.multimillonariosoltero.com. ¿Dónde estaba el Ken semidesnudo recién salido de la ducha con el desayuno cinco estrellas listo?─. Dilo, preciosa, di que quieres más de Loren.
Puse los ojos en blanco. Tras segundos sin obtener otra respuesta, decidí intentar algo arriesgado─. Qui-quiero más de-de Lo-lo-loren ─balbuceé y luego, para no sentirme como si le estuviera siendo infiel a Brandon, añadí─: Con doble de queso y patatas grandes, ¿sí?
Frotándome los ojos para protegerlos de la luz cuando un potente rayo cruzó la ventana hasta estrellarse contra mi cara, lo vi sonreír y asentir con los párpados todavía cerrados.
─¿Lo quieres para ya o para llevar?
Tragué─. Para llevar.
─Está bien. ─Se envolvió como un rollo de sushi con las sábanas. Lo consiguió sin soltarme, para mi desgracia─. Hasta más tarde, dulzura.
─¡¿Qué?! ─chillé incorporándome e intentando de nuevo mover su pierna con las manos ─. Nada de «hasta más tarde», ¡despierta! ¡Te quiero para ya! ─Golpeé suavemente su pecho. Ahí fue cuando me di cuenta del ritmo de su respiración. No era suave, sino agitada. Temblorosa como si estuviera conteniendo una risa. Para alguien acostumbrada a hacer dormir a los demás con cuentos y canciones de cuna, me resultó más que fácil deducir que estaba despierto─. ¡Loren! ¡Eres un idiota! ¡Levántate! De verdad tengo ganas de ir al baño. ─Me retorcí un poco más para darle argumentos a mis palabras─. ¡Quítate de encima!
Con una sonrisa ladeada, recobrando su sex-appeal, pronunció─. No sé...
─¡Me voy a hacer pis en tu cama!
Su rostro se arrugó en una mueca antes de finalmente soltarme. Mi vejiga protestó cuando tomé aire sin sentir dolor alguno. Me levanté de un salto sin realmente tener noción del espacio y tiempo en el que estaba ubicada.
─Anabelle ─lo oí silbar a mis espaldas cuando estaba por pasar al baño─. Lindo culo.
Me sonrojé antes de echar un vistazo hacia debajo.
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Deseos prohibidos © (DESEOS #3)
Fiction généraleLoren Van Allen no es de los que se enamoran de cualquier cosa a primera vista; no compra un par de zapatos hasta probarlos, no cambia su sabor favorito de helado para experimentar con otro y definitivamente no altera el orden de su vida por una muj...