ANABELLE:
Mi vestido para la noche era, en resumen, lo más lindo que alguna vez usaría si no llegaba a casarme. Era la primera vez que traería algo tan caro puesto y siendo novia de Loren, lo que me obligó a aceptar cosas como ir de compras a tiendas de marca más de una vez y permitir que diseñadores me tratasen como su muñeca, eso era mucho que decir. Rachel y Marie no habían escatimado en gastos arreglándome para hoy, mi tercera apuesta, poniendo todo de sí mismas en mi apariencia. Rachel había traído desde París una colección privada de un reconocido diseñador para que escogiese qué usar. Marie había seleccionado mi joyería y peinado, secuestrado a Gary por todo un día en mi apartamento para que me arreglara. Mi baño era gigante y había una gran tina para que al menos cinco personas entraran en ella cómodamente, así que antes de vestirme estaba ahí con sales aromáticas de vainilla y coco apoderándose de cada poro de mi piel, Gary y Eduardo a mi lado bebiendo una copa de vino blanco con la que hacían brindis por cualquier cosa.
─Por el helado de banana ─decía Edu.
─Por la última temporada de Gossip Girl.
─¿Anabelle?
─Por... por ustedes ─brindé tímidamente, a lo que hicieron un aw.
Todos estábamos usando traje de baño, por supuesto.
También confiaba en ellos lo suficiente como para no creer que pudieran hacerse pis dentro, pero aún así estaba pendiente de la temperatura del agua por si acaso.
─Por Anabelle y su capacidad para contraer su vagina como un exprimidor de naranjas ─siguió Gary en un momento determinado, apuntando la cámara delantera de su teléfono hacia nosotros.
Me sonrojé.
─Yo no...
─Por Loren y su varita mágica ─dijo Eduardo trasladándose hacia mi otro lado, relamiéndose los labios para el directo de Instagram─. No tan buena como la nuestra o la vagina de Ana, pero sirve.
─Eduardo ─jadeé muerta de vergüenza.
¿Dónde estaban Rachel y Marie? Ah, sí, se habían ido a sus propias casas a arreglarse, dejándome con el par, pero con todo listo sobre mi cama.
─Eso es, pequeña, gime ─respondió guiñando un ojo a la cámara, sacando su mano del agua y lamiéndose los dedos. Gary soltó una carcajada y se inclinó para besarlo después de cortar el vídeo, haciéndolo frente a mí de la manera más dulce─. ¿Qué? ─preguntó cuando lo vi mal─. Estoy ayudándote a darle celos a Loren, lo cual, desde mi punto de vista, es lo que el idiota necesita. ¿Crees que él no lo verá? Me sigue en Instagram y responde casi todas mis historias con corazones. Es un fanático. ─Me ofreció de su vino, a lo que negué. Llevaba dos copas encima que me bebí mientras me hacían las uñas de los pies y estaba aterrorizada con la idea de emborracharme después del capítulo piloto de Las Aventuras del Unicornio. Tampoco le mencioné que posiblemente se trataba de Maddie desde el teléfono de Loren. No quería romper su corazón─. Lo verá y dirá: qué he hecho. Probablemente halándose el cabello y lamentándose por lo estúpido que fue al no darse cuenta de que eres una mujer muy codiciada y de mentalidad abierta que no está en contra de un trío, algo que él... ─La sonrisa en su rostro me hizo reír─. No te puede dar.
Gary puso los ojos en blanco.
─Si mal no recuerdo, tú tampoco.
Eduardo se encogió de hombros, sumergiéndose hasta que el agua tocó su cabello y volviendo a salir en cámara lenta, dejando que esta se deslizara por su pecho. Era rubio y hermoso y probablemente el chico más gracioso y dulce después de John, también un excelente piloto. Amaba a Gary, quién tampoco estaba mal. Era parecido a Ryan, lo que lo hacía grande e intimidante, pero mientras su hermano era rustico y volátil, Gary era paciente.
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Deseos prohibidos © (DESEOS #3)
General FictionLoren Van Allen no es de los que se enamoran de cualquier cosa a primera vista; no compra un par de zapatos hasta probarlos, no cambia su sabor favorito de helado para experimentar con otro y definitivamente no altera el orden de su vida por una muj...