Capítulo 15: ¿Amigos?

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ANABELLE:

No sabía en qué punto del planeta estaba. Después de dos horas de carretera escuchando la radio, sin hablar, lo único que podría darme una señal de mi posible paradero era el penetrante olor a mar. Él insistió en que fuera así. Le dije a Loren que vendarme los ojos era un ridículo cliché, pero no me quedó de otra que aceptar cuando su expresión se vio herida por el comentario. Después de ello me guió por la casa hasta que me ayudó a entrar en su auto. Caminar en tacones de aguja, un error que no volveré a cometer a menos que esté segura de mi destino, fue un desastre sin el sentido mi visión. Una vez las ruedas se pusieron en marcha le pregunté en reiteradas ocasiones hacia dónde íbamos. Por supuesto que no obtuve respuesta. Era Loren de quién estábamos hablando. De no ser por esa conexión entre nosotros que me indicaba que era él quien manejaba, su olor, podría llegar a creer que era otro. Me empecé a sentir frustrada cuando, después de un cruce violento, el auto por fin se detuvo. El ruido de las olas me confirmó lo cerca que estábamos de la playa.

─Llegamos ─dijo.

Escuché la sonrisa en su voz.

¿Eso era si quiera posible? Seguramente no.

Pero, de nuevo, era de Loren de quién hablábamos.

─¿Puedo quitarme la venda ya? ─pregunté con urgencia.

─No ─contestó antes de que el «clic» del cinturón llegara a mis oídos.

El sonido de la puerta me confirmó que, en efecto, se había bajado del coche. Me estremecí cuando una corriente de aire rozó mi piel expuesta por el vestido, un trozo blanco de tela que me llegaba a la altura de los muslos y era sostenido por dos finas tiras, por culpa de la ventanilla abajo.

─Despacio. ─Casi me caigo cuando mis tacones se hundieron en la arena. El sonido de su frustración fue un eco de la mía─. Esto no va a funcionar. ─Sentí que se arrodilló. Le dio un golpecito a mi tobillo con uno de sus dedos. Lo volvió a hacer cuando no entendí al instante qué era lo que se esperaba de mí. Solté un jadeo agradecido con el universo cuando me ayudó a deshacerme de los quince centímetros extras─. Así está mejor.

No pude hacer más que afirmar y entrelazar mis dedos con los suyos.

Después de diez o tal vez cinco minutos de caminata sobre la arena, mis dedos disfrutando de su peculiar spa, nuestro paso se volvió más lento. Un repentino calor me hizo saber que estábamos cerca. Apreté su mano debido a la emoción. Quería que me quitara la venda ya.

─¿Loren? ─pregunté.

─Espera un poco más, Belle. ─Sentí sus labios presionándose contra mi cabeza─. Falta poco. ─Me arrastró hacia el calor. A medida que nos movíamos más cerca de él la letra de Friends de Ed Sheeran se hacía más clara. Mis ojos se llenaron de lágrimas por debajo de la media de Loren presionada contra mis párpados. ¿Cómo se dio cuenta de que Ed me gustaba tanto?─. Aquí. Toma asiento. ─Torpemente me senté dónde me indicó. La superficie frente a mí y el roce del mantel contra mis rodillas me hizo darme cuenta de que estábamos en una mesa. Frente a la playa. Con Ed de fondo. Ahora lo que menos me llamaba la atención era el hecho de no poder ver lo que me rodeaba. Lo oía sentándose frente a mí. Incluso desde aquí lo olía. Aún podía disfrutar del toque de sus manos sobre mí. Eso era suficiente─. Espera un poco más... ─Se aclaró la garganta─. Bien. Ya te la puedes quitar.

Despacio, como un ciego que ha sido sometido a una milagrosa cirugía, llevé mis manos temblorosas a la parte posterior de mi cabeza para desatar el fuerte nudo que hizo. Me tomó unos cuantos segundos hacerlo. Cuando finalmente lo logré, la tela cayendo como peso muerto sobre la arena, no pude hacer más que cubrirme la boca cuando asimilé la escena. Había luces colgadas por todas partes de palmera a palmera. Los bombillos eran más pequeños que los normales, pero más grandes y poderosos que los de navidad.

Deseos prohibidos © (DESEOS #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora