IX

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Los dias en la costa habian terminado rapidamente. Se habian escurrido rapidamente, como el agua cuando se va por la tuberia. Ahora estabamos los tres nuevamente en nuestra rutina, mientras Paio salia todas las mañanas a trabajar yo me encargaba del orden de la casa, de alimentar al perro y por sobre todo de cuidar a Lula, como cada dia.




Paio antes de irse me habia avisado que esa misma noche vendria a cenar a casa su compeñero junto a su novia. Habia pegado tanta buena onda, y de tanto que hablaron entre ellos de nosotras creyeron que seria bueno que nos conocieramos. Al principio me negue, por el motivo de no conocerla, ¿Pero como podia negarme demaciado si me ponia pucherito y la carita de perro mojado que me dan ganas de comermelo a besos?




Apronte a Lula, para que podamos ir al supermercado. Despues de volver de las vacaciones no teniamos absolutamente nada en la heladera ni en la alacena. Los primeros dias me habia encargado de comprar en un almacen a dos cuadras de casa, pero estabamos gastando mas de lo debido porque ninguno de los queria ir al supermercado y comerse la fila de gente.





-A ver Lulita, quedate quieta por favor - La llevabas en el cochesito. Estaba mas inquita que lo normal. Los meses que llevaba a cuestas, exactamente doce meses, o un año como quieran decirle, la ponian fastidiosa. No recordemos tampoco el exceso de calor que estaba haciendo, las picaduras de mosquitos que le dejaban pequeños puntos rojos. Recordas cada noche que peleas con el espiral o la pastilla fuyi para combatirlos, pero no le hacen nada - Dale bebe, por favor - La tomaste en brazos en una esquina meciendola. Vistes una pequeña sonrisa salir de sus labios - Ah no, que picarona que sos, solo querias upa vos - Le hiciste algunas cosquillas luego de ponerla en el cochesito nuevamente. Lograste que se quedara quieta mientras jugaba con alguno de sus sonajeros que su padrino le habia comprado.





Una vez que habias comprado todo lo llamaste a Ramiro, habian quedado que cuando terminaras de hacer la compra el pasaria a buscarlas. No podrias volver sola con todas las bolsas y con el cochesito. A los pocos minutos lo viste aparecer por la puerta con sus anteojos de sol puestos, en bermuda y musculosa.




-Aca no hay sol salame - Ramiro iba empujando el chango con todas las bolsas mientras vos te encargabas del cochesito -¿Acaso queres hacer facha?



-Se me arruinan mis ojos claros con el sol Bian, vos no entendes nada - Bromeo antes de pasar por las puertas vaiven para salir a la calle - Mira que no vine solo eh.



-¿A quien trajiste de mulo? - Reiste cuando lo encontraste a Bruno apoyado sobre el auto bebiendo una botella de agua - Bueno, es decente por lo menos el que trajiste - Rieron los dos antes de que besaras la mejilla de Bruno - Hola amigo.

Retazos de papel (Y de vida) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora