44 - Final -

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Narra Bianca



Cuando era chica siempre había soñado pequeñas cosas, pero que no por eso me eran insignificantes. Siempre quise tener amigos a los que llamar hermanos, a esos que aunque les digas miles de cosas en la cara e intentes soltarte cuando te abrazan no son capaces de irse de tu lado. Tener un novio, con el cual compartir muchas cosas y si es posible que sea el gran amor de mi vida. Tener a mi familia completa, en donde reine la paz y poder celebrar juntos las fiestas o los cumpleaños. Pero ese no es mi caso. Tener una casa grande, para que mis hijos puedan correr en el verde pasto del jardín y poder hacer asados cada domingo. Tener un perro que te haga renegar de todas formas posibles, pero que sabes que es fiel a vos, a tu familia. A su casa. Casarme, entrar con el vestido blanco y ver a mi marido en el altar con su traje negro y al cura esperándome que llegue.



Y hoy era ese día. Habia llegado a cumplir mis metas. O podría decir que todas menos una. No podía no pensar en que seria si hubiese podido perdonar a mis padres y a mi hermano por haber actuado tan mal conmigo, lo que seria si ellos estuvieran presentes en este día. Junto a mi. No podía no pensar en lo que se sentiría entrar del brazo de mi papa, que sea quien me acompañe al altar para entregarme ahora si, con papeles de por medio, a Paio por el resto de nuestra vida. Porque si, estoy segura que seria así. 


Mientras veo de reojo como la peluquera esta concentrada en mi cabello no tardo en cerrar los ojos y suspirar, lentamente. Habia pasado tan rápido el tiempo, y habían pasado tantas cosas en el medio, que creo que nunca tuve la oportunidad de analizar que por algo las cosas debieron pasar. No creo que haya sido casualidad que nos cruzáramos con Paio aquel día para tiempo después comenzar a formar nuestra familia. No por nada el viajo por un año a otro lugar, alejándose por completo de mi, para volver y estar así, como estamos ahora. La aparición de Paula en nuestra vida fue el clic necesario que teníamos que sobrepasar para comprender que podíamos vencer cualquier tormenta y traspasar cualquier adversidad. Tampoco era loco pensar que la llegada de Lula a nuestra vida haciéndonos padres por primera vez seria el desencadenante para que luego lleguen Santino, Lucas y Benjamín. Tampoco seria raro pensar en que tuviéramos que mudarnos nuevamente cuando comprendimos que Lula ya no debía compartir habitación con su hermano, porque era una nena y cuando sea grande iba a necesitar su privacidad. 



-Estas hermosa - Me gire una vez que la peluquera me lo permitió para mirarlo. Le sonreí.


-Vos estas hecho un muñequito de torta.



Con Paio decidimos romper los esquemas en donde el novio espera parado en el altar con sus manos a los costados a que la novia entre tomada del brazo de su acompañante para caminar por la alfombra roja hasta que ambos estén situados delante del cura. No, nosotros quisimos entrar juntos tomados de la mano, como hacíamos a cada lugar que íbamos. Nosotros no eramos los típicos adolescentes que siempre creyeron en las tradiciones, ni mucho menos en las cabalas. Ahora de grande tampoco lo seriamos. Nos dedicábamos a ser nosotros, a implementar nuestras reglas y a por sobre todo comenzar a escucharnos cada vez un poco mas. Las mañas de cada uno las sabíamos de memoria, y siempre algo nuevo creamos para no romper la estabilidad. Para que no se rompa lo que nos costo  darle vida.

Retazos de papel (Y de vida) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora