Capitulo 2

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Estoy nerviosa, alterada, asustada... no sé bien. Sólo sé que si abro puede que me encuentre con un ogro ricachón con ganas de acabar con cualquiera que fuera que le impidiera entrar, o puede que me encuentre con una persona amable y simpática o que al menos disimule serlo y entienda mi situación. No sé, pero tampoco creo esa persona vaya a tomar muy bien el hecho de que sea una mujer la que se encuentre en su espacio y que encima es de otra clase. –¿Ay Abby en que te has metido? Ya me veo pagando una multa inmensa, soportando el regaño eterno de mi madre, no y lo peor, la vergüenza que me pueden hacer pasar mientras me sacan de aquí... no, no abriré ni loca. ¿O sí? Ay ya no sé ni que es peor.

Decido esperar atenta al pestillo de la puerta, de seguro cuando se canse de intentar se devolverá tranquilo a su lugar hasta que salga quien tenga que salir.

«Sí, seguro que así será».

Me tranquilizo cuando finalmente ya no se escucha nada del otro lado. Respiro profundo y me organizo mejor la ropa para pasar con la frente en alto por el pasillo de los dueños del mundo. Lentamente, como si sostuviera una bomba en mis manos, giro el pestillo y en un abrir y cerrar de ojos me encuentro de espaldas contra la pared del pequeño baño y con el cuerpo de un hombre presionándome fuerte y respirando muy cerca de mi cara.

«Mier...».

Es desconcertante lo que está pasando, todo fue tan rápido, no me dio tiempo para nada. Me siento desubicada, acorralada y el corazón golpea fuerte contra mi pecho, me va a dar algo. Un olor fresco e intenso, que no logro identificar, me inunda las fosas nasales de tal manera que por un momento me parece estar en un ambiente conocido, no siento miedo, siento una curiosidad inmensa.

Me obligo a poner en pausa mis pensamientos y me remuevo contra aquel hombre, sin decir ni una palabra, creo que en mi condición es mejor callar. Él no parece inmutarse y siento como si estuviera tratando de adivinar el olor de mi cabello o mi perfume. No logro descubrir que hace, solo sé que me siento intimidada, invadida y no sé qué piensa él, pero yo ya estoy cansada de estar en esta posición y es mejor terminar con esta situación de una vez y por todas, así que empujo fuerte contra su cuerpo y esta vez sí parece entender el mensaje que le envío. Se separa lentamente liberándome de la presión y mi espalda se lo agradece, parece no haber estado consciente de la fuerza que estaba ejerciendo sobre mí.

Lo miro a la cara y ahí está... Atractivo, con un traje formal que se le ve de maravilla, un rostro favorecido acompañado de un cabello ordenado conscientemente... todo un adonis. –Es casi perfecto-. Uno de los dueños del mundo, lastimosamente. Él no me mira. Tiene la mirada fija en el piso como desconcertado, con las manos acaricia su cabello, despeinándolo.

Decido acabar con este ambiente tan incómodo y lanzo mis preguntas de indignada, ya tiré por la borda eso de permanecer callada.

- ¿Qué crees que haces? ¿Acaso te sientes con el derecho de entrar y acorralarme de esta manera y luego quedarte como si nada? -No me dice absolutamente, nada y eso sí que me hace sentir mal ¿Cómo me ignora de esa manera? –me quejo. Pero mi lengua viperina no se queda quieta y entonces continuo:

–Ya que resultaste mudo ¡me iré sin más! –exclamo y me dispongo a salir, pero su mano me sujeta fuerte por el brazo y me lo impide, tiro de él pero no logro ni moverlo si quiera. Qué mano tan grande, puedo imaginar todo lo que puede abarcar con ella y me erizo. Ruego que no lo haya notado. Él sonríe con malicia y mirándome a los ojos me habla, por fin.

–Lo siento, pero no puedes salir. –¿Qué dice? Frunzo el ceño y al ver mi gesto de incógnita, prosigue. -Allá fuera está la azafata y no creo que le agrade mucho verte aquí, primero eres una mujer que ha irrumpido en el baño de los hombres y para variar eres de clase comercial. –justo en mi dignidad. Esboza una sonrisa de triunfo y como me gustaría poder borrársela, pero lastimosamente llevo todas las de perder. El muy idiota hasta eso lo notó, claro como no tengo el traje más caro del mercado. Continua:

-Y antes de que me tildes de abusador o algo parecido te explico el porqué de tomarte de esa manera. - ¿tomarme? Oh por dios-. Me sonrojo. –La azafata se disponía a revisar el problema con el pestillo de la puerta y al abrir te alcance a ver antes que ella y no tuve más remedio que empujarte contra la pared antes de que pudiera verte. – para colmo. ¿y se supone que tendría entonces que agradecerle por eso?

«¡Ni loca! Tengo dignidad aun» - Grita mi yo interior-. Le sonrío cortésmente porque la verdad no puedo hacer más. Me desarmó totalmente.

–Ahora sí, creo que merezco una explicación. -Me mira fijamente como esperando una respuesta convincente. Si será engreído.

Me armo de valor y finalmente abro la boca.

-Ehh... –dudo por un segundo, hasta pena siento tener que contarlo. -El baño de mujeres no abría y ya no podía esperar más. –levanto los hombros en señal de disculpa. -No me pareció muy buena la idea de entrar aquí pero no me quedó otra opción.

Bajo la mirada. Qué vergüenza de verdad. Mi madre me ve en estas y me mata, con lo exagerada que es quien sabe que podría imaginarse.

El adonis se dirige hacia la puerta sin decirme nada, no sé si me creyó, pero igual poco me importa ya, mis ojos curiosos se desvían hasta su parte trasera y oh dios, sí que está bien dotado, tiene un trasero de muerte. Abre espacio y mira hacia el exterior. Me hace una señal de salida, abandono mis pensamientos pecaminosos y rápidamente paso por su lado. Aun así, alcanzo a escuchar perfectamente lo que me dice al oído:

–Esta vez te salvaste.

Logro sentir su sonrisa a mis espaldas, me dan ganas de devolverme y decirle cualquier cosa, odio sentir que estoy en manos de otra persona, pero decido dejar todo como está, no reparo en ello y mejor me concentro en mi paso por el pasillo una vez más.

Rápidamente llego a mi silla, me pongo los audífonos e intento no pensar en aquel incómodo momento que acabo de pasar. Tampoco me voy a desvelar por un desconocido imponente que cree que todo lo puede controlar. –esbozo una sonrisa cuando imagino su cara de impresión al verme ahí-. Sin más, intento acomodarme para dormir un poco haciendo caso omiso a mi queridísimo compañero experto en ronquidos. Minutos más tarde recuerdo que olvidé mi pinza para el cabello en el baño, gran error. Me relajo con el pensamiento de que nadie podría adivinar que es mía.

Ya comprare otra.


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Que les parece este nuevo avance, quiero que sepan que es la primera historia que escribo, espero que les guste.  Comenta, vota y si quieres saber que sucederá, síguela. Besos!!! hasta pronto :)

Esta Vez Te SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora