Capítulo 35

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Otra noche, otra maldita noche en la que he tenido que cenar sola, en mi cuarto y fingiendo algún dolor que me haya impedido bajar al comedor, para evitar las habladurías del personal del servicio, pues qué pensarán de la señora que cena sola a diario porque su querido esposo nunca llega temprano a casa. No se cuanto más pueda seguir aguantando esta situación, a veces simplemente pienso en dejar todo e irme lejos, detrás atrás tantas amarguras, tanto dolor, tanta impotencia, si porque eso es lo que siento, impotencia y nadie se imagina cuanta. Mi madre, mi adorada progenitora, amante de la buena vida, las comodidades, orgullosa e imponente, la mujer que me dio la vida y que a veces pienso que en cierto modo también me la robó, fui feliz, no lo niego, pero a veces simplemente me quedo pensando en que tan feliz hubiese sido si yo hubiera podido tomar ciertas decisiones por mí misma, si hubiese tenido el carácter suficiente para decirle, aunque una única vez, no, eso fue lo que me faltó, decir no estoy preparada, no me siento bien, no quiero, no lo deseo, pero todo eso ya no importa, estoy aquí y ahora y he de aprender a sobrellevar todo esto como una carga de castigo por heredar el carácter de mi madre, su orgullo, su comodidad, su imponencia y su frialdad. Y aquí está el resultado todo ello.

Miro el reloj una vez más, son 02:50 am, no sé por qué lo hago, ha de ser mi ego el que no me deja aceptar que así va a ser siempre, me niego a perder esta lucha en la que ni siquiera estoy participando, más bien soy un obstáculo que estará ahí hasta que decida apartarse y es precisamente lo que no pienso hacer, tengo fe en que todo cambiará a mi favor, muy pronto. No me pregunto dónde está ni que estará haciendo, pues las respuestas me las dio hace varios meses, está con ella en su nido de amor, esta con su amante. Era algo que ya venía sospechando desde hace mucho tiempo, sólo que me negaba, aún me niego, a reconocerlo, ha salido herido mi corazón, pero lo que más se lastimó fue mi ego, mi orgullo, pues hace mucho tiempo que dejé de pensar en el cuento de hadas, en la pareja perfecta donde el amor es el motor que los mueve. Mi madre siempre me dijo que de amor no se vive y me lo aprendí muy bien, mi esposo lo sabe, hubo amor entre nosotros, puede que aún quede algo de eso, pero llegó un momento en el que nos hizo falta algo más y el decidió buscarlo por fuera, la pasión.

Yo como todo una señora conservo mi lugar y espero a que mi esposo regrese cada noche, me encargo de que en la casa todo esté preparado y a su disposición, me encargo de organizar la agenda de eventos, lo importante es que a fuera nadie se dé cuenta de nuestros problemas, salimos con nuestros amigos más cercanos, asistimos a los eventos y ponemos nuestra mejor cara, no es tan difícil como se lo imaginan, igual, la mayoría de las parejas de la alta sociedad lo hacemos, lo importante es que las demás parejas piensen que la tuya es la mejor y que el amor sigue vivo y creciendo cada día, porque "aunque tu castillo se esté derrumbando no dejes que nadie se entere princesa" tengo cada frase de mi madre en mi mente y en cada situación que paso sale una de ellas a recordarme porque estoy aquí. Aprendí muy bien el papel de una gran señora, que a pesar de que quiere a su esposo y desearía ser todo eso que él necesita, la única mujer en su vida, no sabe cómo hacerlo, porque eso no se lo enseñaron, simplemente le enseñaron a guardar su lugar, reprimir los sentimientos y mantener las apariencias.

No nos casamos enamorados, en nuestro tiempo eso no era lo más importante, más allá del amor estaban los intereses económicos y sociales. Nos conocimos en la universidad, estudiábamos arquitectura, yo era una chica conocida y el un chico inteligente, guapo y también de mucha clase, ambos nos rodeábamos de la misma gente, poderosa, adinerada, culta e influyente; éramos la promesa de nuestras familias y fueron ellos quienes se encargaron de que termináramos juntos. Tuvimos un noviazgo convencional, un matrimonio espectacular, ya se imaginarán, fue la noticia en Londres, ya éramos profesionales en nuestra área, él había iniciado el proyecto de su empresa y juntos la hicimos realidad, triunfamos y creíamos tenerlo todo, nuestra vida y el futuro de nuestros hijos estaba hecho, nos queríamos, nos respetábamos, éramos amigos y confidentes, no tuvimos el más mínimo problema, éramos la pareja que muchos querían ser, hasta que un día tanta perfección pudo más que nuestra voluntad.

Esta Vez Te SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora