Capítulo 12

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El lugar es espectacular, estamos en Sky Garden, un hotel a 155 metros del suelo, es impresionante. Subimos el ascensor de cristal lo bueno es que no vamos solos y que la vista es tan espectacular que no permite que me dé tanto miedo. Nos detenemos en la planta treinta y siete y él me invita a salir del ascensor, en esa planta se encuentra el Frenchurch Restaurant, con cocina francesa. El ambiente es muy tranquilo y se ve que es para gente de clase alta o sea Los dueños del mundo. Como el que tengo al lado en estos momentos, nunca me había sentido tan fuera de lugar como ahora.

El sitio es divino, casi todo es de cristal y las mesas están decoradas de una forma sencilla pero llamativa. Además de la maravillosa vista, el clima es perfecto y no hay mucha gente, pero todos están muy bien vestidos. Thiago, por su parte lleva un traje formal, oscuro y su pelo va intencionalmente desordenado, lo tiene corto y se ve divino así. Yo me he puesto uno de los vestidos reservados para ocasiones especiales, es rojo, sin mangas, me deja los hombros descubiertos, y un cierre que llega hasta la parte baja de la espalda; me gusta porque delinea perfectamente mi figura y me levanta los pechos así que aparentan ser más grandes de lo que en realidad son; unos tacones altos y una bolsa de mano. Llevo el cabello en un recogido, que me enseño mi mamá, que deja el cabello en forma de flor, me siento bien y sexy. Ojalá Thiago piense lo mismo porque es uno de mis mejores trajes.

Nos dirigimos hasta la mesa que ha reservado, tiene dos sillas obviamente, una botella de vino jerez, dos copas y una rosa, esta hermosa. Nos sentamos y el llena las copas, brindamos por esa noche tan bonita y me agradece haber aceptado la invitación, yo estoy muerta de nervios, no sé qué hacer ni que decir.

-Estas hermosa y esa sonrisa te ilumina el rostro... pareces un ángel. -Me dice mirándome a los ojos y ya me siento intimidada.

-Gracias. -sonrío y miro hacia los lados tratando de evadir su mirada.

- ¿Te molestan los halagos? –Me pregunta con gesto extrañado.

-No, no es eso, es solo que no estoy acostumbrada.

-Si continúo viéndote tan seguido vas a tener que acostumbrarte, o al menos hacer una excepción conmigo. –el solo hecho de pensar la posibilidad de verlo seguido me emociona y siento cosas en el estómago, es como una promesa. Alarga su mano y me acaricia la barbilla.

–Eres hermosa y debes aprender a vivir con ello.

Sonrío una vez más.

–Supongo. –le contesto y tomo un poco de mi copa.

Nos sirven la mesa y la cena huele deliciosa y así mismo sabe. Mmmm, que delicia, es un crep de champiñones; empezamos a comer mientras hablamos un poco de nuestras vidas, creo que ya era hora. Me cuenta que es arquitecto y jefe de su propia constructora, heredada de su padre que ya falleció, solo tiene a su mamá y al personal de la casa el cual ha cuidado de él desde pequeño, el ama de llaves, el mayordomo y el chofer. Siempre ha tenido una vida cómoda sin preocupaciones económicas. Su mejor -por no decir único- amigo es Max se conocen desde la universidad y trabajan juntos, lo considera su hermano. Hablar con él es tan agradable, es atento se ve tranquilo, relajado, y me confiesa que mi presencia le sienta bien.

-Y tú, ¿quién eres? ¿Qué haces? cuéntame un poco de ti. –me invita a hablar.

-Yo, soy estudiante de Arte y trabajo en el Museo de Arte Moderno. Mis padres son separados, mi mamá vive aquí en Londres y mi padre en Sevilla, España. Lo visito en vacaciones. No vivo con mi madre porque ella es estilista y necesita su espacio para el negocio al igual que yo, además tiene un carácter fuerte y prefiero no tentarla, mi apartamento es pequeño pero confortable así que no me quejo. –Me parece que hable horas y sonrojo un poco, ya terminamos la comida y nos traen el postre, es un mousse de chocolate con helado, lo que más amo es el helado.

-Sabes... nunca me imaginé que la novia de mi amigo fuera la persona que me iba a dar el placer de volver a verte tan pronto. –Dice y me quedo pensando que por mi mente tampoco hubiera pasado tal cosa. Toma mi mano con la suya y me acaricia y siento eso de siempre, el vacío en el estómago y la corriente por todo el cuerpo, ya se me hizo costumbre esa sensación. De solo recordar el episodio del avión me siento tan tonta y me sonrojo, me arden las mejillas.

–Te sienta bien sonrojarte. –me dice y me acaricia la mejilla con la otra mano. ¿Por qué usa tanto el tacto conmigo? me pone nerviosa. Pongo mi mano encima de la que tiene en mi mejilla para detener la caricia y se la pongo en la mesa, suavemente, necesito preguntarle algo que he querido saber desde el día en que lo volví a ver y este es el momento perfecto.

- ¿A dónde irá a parar todo esto? –le pregunto sosteniéndole la mirada. Necesito que él me responda porque yo no sé, por mí, que no parara nunca. Este hombre me hace sentir lo que nunca he sentido con ningún otro, todo es tan nuevo para mí. Retira su mano de la mía y se lleva el pulgar y el índice al tabique y presiona un poco, cierra los ojos, luego cruza ambas manos sobre la mesa y me mira. Creo que mi pregunta lo cogió por sorpresa.

-Sabes, nunca en mi vida he actuado de esta manera, yo soy más de cálculos, medidas y esas cosas, todo previamente planeado y cuando te conocí no medí las consecuencias, los pros o los contras, simplemente me levanté de mi lugar y fui tras de ti. –frunce el ceño como si cuestionara su manera de actuar.

–Tú en solo unos días, horas, para ser más exactos, has hecho que yo pierda el control con solo mirarte y eso me gusta porque me muestra un hombre diferente, más humano, pero también me siento vulnerable, el hecho de no saber cómo actuar contigo me pone en desventaja. –Calla un momento y frunce el ceño.

Yo estoy atónita con esta confesión, me siento culpable por algo que no sé, pero me alegra saber que el siente lo mismo que yo, porque exactamente así me siento yo ante su encanto, vulnerable. Suspira y me vuelve a mirar, su mirada es débil y tierna no como esa que me intimida tanto, fuerte y dominante. Continúa hablando.

–Quiero conocerte, tratarte, descubrirte, tienes algo que no sé qué es y quiero saberlo. Me encantas desde el primer momento y sé que no te soy indiferente. –Me sonrojo una vez más. Tengo la boca seca y no puedo decir nada, mi corazón brinca de la dicha, ahí me doy cuenta de que he estado esperando esto desde el día en que lo conocí, solo que no había querido reconocerlo.

Me toma las dos manos, me acaricia y finalmente dice:

-No sé a donde vaya a parar esto como dices tú, pero, por favor dime que sí una vez más y vivamos esto juntos, descubrámonos el uno al otro. –los ojos se me llenan de agua, parpadeo rápidamente no quiero llorar, pero la emoción trata de encontrar una salida. Nunca me habían hecho una confesión desde tipo y menos en tal magnitud. La respuesta sale de mi boca en un susurro antes de que me la pueda pensar.

-Si.

s!

Esta Vez Te SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora