Capítulo 11

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- ¡Abby! ¡Vamos, ya levántate! –Esa voz hace que me sobresalte. Voy a tener que quitarle mis llaves a esta mujer sino no seré feliz. –pienso todavía semidormida.

-Abby, nena levántate, ya es tarde y hace un día hermoso. –habla con más entusiasmo del normal y logro descubrir el mensaje oculto. Ha de estar muriéndose por saber que pasó anoche, Emy es tan predecible.

Me desperezo un poco, abro los ojos y ahí está sentada en el borde de la cama mirándome de esa manera tan pícara.

-Ay ya, déjame dormir otro ratito. -Digo con la voz queda.

-No, no, no, de ninguna manera señorita, usted y yo tenemos algo pendiente. –Se levanta y abre la cortina, entra un chorro de luz que me da justo en la cara.

-Ay. –me quejo. Ya sé que aquí terminó mi paz y mi tranquilidad. –Está bien, ya. –digo levantando las manos en alto.

-Primero sal que ya te he preparado algo de desayuno, para que veas como te quiero, y me vas contando que pasó ayer. –Me advierte.

-Tú también tienes mucho que contar. –Da una media vuelta y cae de espaldas en la cama de manera dramática y suspira.

-Lo amo Abby, ese hombre me tiene loca, no sabes cuánto lo quiero. -Yo rio, definitivamente verla así es muy gracioso.

-Ya Julieta, entiendo, ya cálmate. -Bromeo.

Se levanta y nos sentamos en la mesa a desayunar, ha preparado un sándwich de pollo y un poco de café. De inmediato me llevo un trozo de pan a la boca.

-Esta delicioso, gracias.

-No se merecen, a ver dime. –Se muestra ansiosa.

-Me besó. –le digo así sin más porque de igual allá íbamos a llegar. Ella se atraganta con el café y le doy golpecitos en la espalda. ¡Que exagerada es!

-Ay ya párale, o no te cuento nada más. –la amenazo. Se detiene y me mira con la boca abierta.

- ¿Cómo así? ¿Es que hay más? –Casi grita. –Abby no me digas que... -Abre los ojos de par en par.

- ¡Obvio no! A ver, como crees. -Ella resopla y se relaja, de verdad ¿tanto le importa mi situación sexual?

-Bueno, pero entonces ¿qué más pasó? –pregunta desanimada

-Él es el chico del avión. –Confieso y se repite lo de la tos y los golpes, esto es pan de cada día con ella su dramatismo no tiene fin.

-Pero ¿cómo no me has dicho antes? –me regaña.

- ¿Antes? ¿Cuándo? si no nos quedó tiempo... ni yo lo podía creer.

-Sí, cierto, estabas como nerviosa, ya decía yo. Pero pensé que era porque ese tío te había movido el piso. Oye Abby, pero yo con un hombre como ese, encerrada en un baño Mmmm, se me pone la mente mal eh ¿cómo no hiciste nada? por dios, esta como quiere. Aunque bueno, mejor que mi Max ninguno. -Sonríe.

-Ya, no me riñas. No es nada fácil por lo que estoy pasando, entiende. –hago pucheros.

-Ves que te convenía ir a la fiesta, te has reencontrado con el amor de tu vida. Le gustas y yo sé porque te lo digo. –me guiña un ojo.

- ¿Tú crees? –su confesión me entusiasma porque a mí también me gusta y mucho.

-Estoy segura y Max también. –me guiña un ojo. Estuvieron hablando de nosotros los muy...

Esta Vez Te SalvasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora